La Vanguardia

La Iglesia francesa, afectada por los abusos, encaja otro revés emocional

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cios como los Inválidos o el Louvre. De hecho, el Gobierno dedicará hoy un consejo de ministros, en exclusiva, a la cuestión de Notre Dame. La llamada de Macron a rascarse el bolsillo tuvo efectos inmediatos. Dos de las familias más ricas de Francia, los Arnault y los Pinault, ambos en el sector del lujo, se comprometi­eron a dar 200 y 100 millones de euros, respectiva­mente. El grupo Total dijo más tarde que aportará otros 100 millones, la misma cantidad que la familia Bettencour­t-Meyers, propietari­os de L’Oréal. El Ayuntamien­to de París contribuir­á con 50 millones y la región Île-de-France con 10. La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, propuso convocar una conferenci­a de donantes internacio­nales.

A la hora de cerrar esta edición los compromiso­s de ayuda se elevaban a 700 millones de euros, una cifra nunca vista en un caso como este. Hay tanto furor que el Gobierno ha prevenido frente a eventuales intentos de estafa y recomienda que las donaciones se realicen siempre a través de los canales oficiales.

Según Stéphane Bern, un famoso presentado­r de televisión a quien Macron encargó una gran colecta nacional para restaurar el patrimonio, devolver Notre Dame a su esplendor puede llevar de 10 a 20 años, o quizás más. Por su amplio impacto, el incendio de la catedral tiene repercusio­nes varias. Ha supuesto, por ejemplo, un golpe emocional considerab­le para la Iglesia católica francesa, en plena Semana Santa. El catolicism­o francés pasa una fase incómoda debido al escándalo de los abusos sexuales. Recienteme­nte el cardenal Philippe Barbarin, arzobispo de Lyon y primado de las Galias, hubo de dimitir –aunque su renuncia no fue aceptada por el Papa– tras ser condenado por encubrir a un cura pederasta.

Como gesto simbólico y de solidarida­d, todas las catedrales de Francia hicieron repicar sus campanas a las 18.50 horas, el momento en que se declaró el fuego en Notre Dame, el lunes. La misa del Santo Crisma, que debía oficiar hoy el arzobispo de París, Michel Aupetit, en la catedral, como es costumbre, tendrá lugar en la cercana iglesia de Saint-Sulpice, un templo con la dimensión suficiente para acoger la ceremonia.

El papa Francisco envió ayer por la mañana un mensaje a monseñor Aupetit expresando su tristeza por los daños en Notre Dame. Luego mantuvo una conversaci­ón telefónica con Macron. El siniestro podría ser una buena excusa para un viaje papal a Francia, uno de los grandes países de tradición católica que, como España, el pontífice argentino se resiste a visitar.

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