La pugna por liderar a la derecha empapa el primer debate de RTVE
Álvarez de Toledo discute con todos y se mete en un jardín con el feminismo
El adagio consagra que es bueno que hablen de uno aunque sea mal. Si lo damos por cierto –y conviene decir que grandes galernas aguardan a navegantes que otorgan valor de ley científica al refrán–, Cayetana Álvarez de Toledo (PP) fue la campeona indiscutible del debate de anoche, el primero de RTVE, con las seis fuerzas con grupo parlamentario propio en la pasada legislatura.
Hubo mucho de lucha de clases en el Estudio 1 de Prado del Rey, al menos en los modales, que fueron tan elocuentes como las palabras: Álvarez de Toledo eclipsó la ausencia de Vox y desplegó un discurso displicente y retador contra todos sus contendientes, excepto con Inés Arrimadas (Ciudadanos), con la que adoptó la actitud de que no estaba allí, o había venido a hacerle subrayados. Quemó rápido la artillería catalana –lo hizo de hecho en el bloque económico, porque para qué esperar– y luego se metió en un jardín mayúsculo al hablar de lo que denominó “la cosa esta del feminismo”. Fue uno de los hitos del debate, cuando quiso atacar a la ministra María Jesús Montero (PSOE) por las políticas contra la violencia de género, que –imbuida del discurso de Rocío Monasterio, la número tres de Vox– definió como “una lucha desquiciada entre hombres y mujeres” provocada por el Gobierno. Ridiculizó el lema del último 8-M, “sólo sí es sí” haciendo un chiste: “¿De verdad van diciendo ustedes sí, sí, sí?”. Le dio tan fuerte Irene Montero (Unidas Podemos) –“como gobierne la derecha, cuando te violen, vendrá una mujer como Cayetana Álvarez de Toledo a decirte que no es para tanto”– que acabó tirando más conciencia de clase, en este caso clase oligárquica: “Mucho cuidado con lo que dices” tuteó. Montero le hizo una llave de yudo que le cortó la respiración declinando con una sonrisa contestarle, y Gabriel Rufián le dio el mate servido pidiéndole que recapacitara.
Arrimadas luchó contra la invisibilización a que la somete la autoestima feudal de Álvarez de Toledo y se complicó el voto en Euskadi y Navarra con un discurso de igualitarismo territorial –puso el acuerdo navarro de su partido contra las cuerdas–, que acabó por molestar al flemático Aitor Esteban (PNV), que a ratos parecía un cónsul del antiguo Imperio Británico asistiendo perplejo al inexplicable concilio de una pintoresca tribu isleña que debe decidir cuál será su relación con los poderes de su graciosa majestad.
Arrimadas acabó empapada de la conciencia de clase de su vecina del PP, y terminó llamando “chaval” a Gabriel Rufián, como si acabase de bajar de Pedralbes a l’Hospitalet. Llamó “guarderías”, cual ama de casa de hace varias décadas, a la educación infantil, y no logró hacer oír su discurso sobre Catalunya, atrapada entre la saetas de Rufián y el hooliganismo de la candidata del PP.
El de ERC calcó sin disimulo el discurso económico de Podemos, argumento por argumento, y no le hizo ascos a los zafarranchos de las candidatas de PP y Ciudadanos. Irene Montero se mantuvo alejada de la turbamulta como de la peste, centrada obsesivamente en sus propuestas de contraataque de lo público en beneficio de las clases populares –más conciencia de clase– y de desafíos de futuro en dos colores, el morado del feminismo y el verde de la transición energética. Como Esteban,
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contemplaba la zapatiesta desde la distancia, no se sabe si complacida u horrorizada. La ministra Montero representó al Gobierno pasando casi inadvertida en su esfuerzo de moderación. Apeló al diálogo y estuvo gubernamental en las propuestas y burocráticamente realista en las ideas de programa, de las que se ha caído cualquier estridencia ideológica, aunque no pudo evitar el fuego a discreción del PP. Las encuestas dicen que ese es el camino para el PSOE, ofrecer la segura y aburrida letanía de ser gobernado sin sobresalto, tras un lustro de toque a rebato. El PSOE se postula como pan sin sal, y Podemos quiere ser su salero. El PP ofrece tortas de maíz con jalapeño tex-mex y Ciudadanos apunta que mejor chile poblano, no vaya a rebelarse la hernia de hiato.
Averiguaremos el día 28 si la fachenda de jerarca de pazo que gasta este PP aznariano, contrarrevolución con más olor a antiguo régimen que a nacionalcatolicismo, amortiza como cree la ancestral bolsa de los refranes.