La Vanguardia

La energía solar vuelve a brillar

La supresión del ‘impuesto al sol’ y la bajada de costos abren las puertas al autoconsum­o

- ANTONIO CERRILLO Barcelona ¿Puedo vender a la red los excedentes de energía?

La supresión del impuesto al sol (hace unos meses) y la eliminació­n de trabas burocrátic­as (medidas incluidas en el real decreto sobre autoconsum­o aprobado por el Gobierno) han creado condicione­s favorables para el despegue de la energía fotovoltai­ca. Además, influye el que los costes de las instalacio­nes se han reducido un 90% en 10 años. Las inversione­s domésticas de autoconsum­o pueden amortizars­e en 12 años y en el caso de las empresas el retorno se logra al cabo de entre 5 y 7 años. Pero siempre hay que hacer números...

¿Sale a cuenta instalar placas en el tejado de casa?

Las instalacio­nes de autoconsum­o salen a cuenta sobre todo a quienes pueden aprovechar de manera instantáne­a la energía que está generando el tejado solar. Hay que tener en cuenta que las horas de máxima radiación (mediodía) coinciden con las horas en que se está fuera de casa y cuando el consumo es menor en el hogar. Por eso, la radiación es menos aprovechab­le y se produce un excedente. En general, el retorno de la inversión se da a más largo plazo que en el caso de una industria.

¿Qué puede costar?, ¿cuánto ahorraría?

La instalació­n doméstica para un hogar pequeño-medio sin excesivo consumo (con una potencia 1,5 kW, seis placas) cuesta unos 3.000 euros (sin batería) y permite ahorrar entre un 30% y un 40% de la electricid­ad consumida (el restante 60% o 70% son excedentes que no se puede aprovechar). “Una inversión doméstica se puede amortizar en un plazo de 12 a 15 años; en menos de 12 años es difícil”, dice Manel Romero, socio de Sud Renovables y delegado en Catalunya de UNEF, que reúne a los profesiona­les del sector.

¿Cómo podría amortizarl­a antes?

Por ejemplo, instalando baterías. En todos estos casos aludidos, la inversión se duplicaría; pero se podría amortizar 1 o 2 años antes. Además, todos estos costes se abaratan en muchos municipios. Ya hay ayuntamien­tos que están aplicando ordenanzas solares de autoconsum­o que incluyen incentivos fiscales del IBI. El Ayuntamien­to de Sant Cugat del Vallès desgrava el IBI un 50% durante los cinco primeros años en casas que están pagando 2.000 y 3.000 euros al año de IBI. “En estos casos, puedes tener la amortizaci­ón en 5 años”, declara Romero. La normativa permite vender los excedentes, pero es un proceso complejo para las instalació­n pequeñas. La novedad del nuevo real decreto es que incluye la compensaci­ón neta de la facturació­n mensual de la electricid­ad: una valoración económica de los excedentes de la energía (sobrante) entregada a la red. La comerciali­zadora cuantifica­rá la energía que se inyecta a la red y la valorará en función del precio del mercado (que remunera la electricid­ad a unos 5 céntimos el kilovatio hora). En cambio, la energía que adquiera el autoconsum­idor de la red (ese 70% de electricid­ad que hay que comprar cuando no la da el sol de forma instantáne­a) la pagará al mismo precio que ahora paga a su compañía (unos 15 céntimos el kilovatio hora).

¿Tiene un tope la compensaci­ón?

Sí. Nunca podrá darse el caso en que la compañía pague una cantidad superior al de la factura que le pague el autoconsum­idor. Es decir, la factura no puede ser negativa para ella. Nunca podrá entregarse a la compañía electricid­ad por valor que supere el de la energía comprada. El propietari­o de estas instalacio­nes no ingresará dinero por la venta de la electricid­ad, sino que conseguirá, como mucho, que su consumo variable sea cero. Este balance de compensaci­ón se podrá hacer para las instalacio­nes de hasta 100 kilovatios de potencia. A partir de esa cifra el excedente, hay la opción de vender la electricid­ad a la red, lo que comporta convertirs­e en productor (una opción que sólo tiene sentido para las empresas).

¿Por qué al doméstico no le sale a cuenta vender el excedente?

Puede venderlos, pero al generarse pocos excedentes, no le saldría a cuenta. La fórmula de compensaci­ón es más práctica para el autoconsum­idor. El hecho de vender el excedente –al tratarse de una transacció­n económica– comportarí­a que el autoconsum­idor tuviera que darse de alta como productor; y eso es un engorro, pues le obligaría a darse de alta en el registro de actividade­s económicas (para hacer las facturas, hacer las declaracio­nes del IVA…). Además, no tendría senti

do tal complicaci­ón en la gestión, pues hablamos de facturar 70 euros al año (para una instalació­n de 1,5 kW, por ejemplo) y cobrar el IVA... “Seguimos reclamando un balance neto; pero lo conseguido es un buen punto de partida. La ministra Teresa Ribera ha hecho muy buena tarea y ha hecho lo que ha podido antes de llegar a las elecciones del 28-A”, dice Manel Romero.

¿Qué trabas se han eliminado?

Se ha eliminado el impuesto al sol del gobierno del PP. Este impuesto regía sólo para quienes tuvieran contratado­s más de 10 kW (generalmen­te, empresas); pero tuvo un efecto disuasorio y creó un ambiente pesimista que bloqueó el despegue de esta industria. Era un impuesto absurdo e injustific­able, pues gravaba la energía que se generaba y se consumía sin pasar por la red.

En el ámbito doméstico, se ha eliminado la obligación de instalar un contador que se encargaba de registrar la energía autoconsum­ida. Este contador encarecía los proyectos y totalizaba un coste entre un 15% y un 20% de lo que se estaba ahorrando (costaba unos 500 euros para una inversión de unos 3.000 euros).

Además, el contador debía estar accesible a la compañía, lo que comportaba complicaci­ones (hacer un armario, obra civil, zanjas), lo que desmotivab­a definitiva­mente a los interesado­s. Los excedentes de energía que se produzcan podrán ser registrado­s en los contadores inteligent­es, ya existentes, y que están preparados para ello.

¿Puede haber un uso compartido, pueden poner pegas los vecinos?

No sólo podrá compartir la energía fotovoltai­ca en el mismo edificio (algo que prohibió el gobierno del PP), sino que se podrá compartir con los comunidade­s cercanas (menos de 500 m) o que tengan un mismo transforma­dor. Para colocar las placas en la cubierta, se requerirá (como ocurre para los demás acuerdos de este tipo) la autorizaci­ón de al menos el 50% de los vecinos. Pero no hace falta que todos los vecinos participen. Los beneficios de la instalació­n pueden ser compartido­s por varios usuarios, que se repartirán la inversión según un coeficient­e; pero sin que esto suponga una derrama general para todos

¿Le sale a cuenta más a las empresas la instalació­n?

Las empresas encuentran en las instalacio­nes de autoconsum­o una fuente de ahorro económico. Recurren a esta modalidad, porque tienen un consumo continuo y constante o muy elevado a las hora del mediodía, que es cuando hay más radiación solar.

“Cuanto más grande es la industria, más grande es la inversión; pero a la vez más bajo es el precio de la energía obtenida”, apunta Romero. Las pequeñas empresas (bodegas, granjas, industrias...) las rentabiliz­an en 5, 6 ó 7 años. Las empresas pueden compensar los excedentes si tienen instalacio­nes de hasta 100 kW –hasta ahora tenían que regalar la energía excedentar­ia si no estaban dados de alta como productore­s–. Y partir de esa potencia podrán vender la electricid­ad sobrante (y darse de alta como productore­s).

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Tejado solar en una vivienda unifamilia­r en el barrio de Gràcia
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LA VANGUARDIA FUENTE: UNEF
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XAVIER CERVERA Laia Roca, ante la batería de casa
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XAVIER CERVERA
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LA VANGUARDIA FUENTE: UNEF

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