La musa de Ingmar Bergman
El mundo de la cultura despide a la gran actriz sueca Bibi Andersson
La actriz sueca Bibi Andersson, conocida por sus papeles en varias películas del director y compatriota Ingmar Bergman, falleció este domingo a los 83 años, según informó su hija Jenny Grede Dahlstrand. “Deja un gran vacío para cada uno de los que tuvimos el privilegio de estar cerca de ella”, comentó Grede, fruto de la relación de la actriz con el director de cine Kjell Grede.
Andersson, que comenzó a colaborar con Bergman cuando sólo tenía 15 años en anuncios de la marca de jabón Bris, protagonizó algunos títulos clásicos del legendario realizador como El séptimo sello (1957), Fresas salvajes (1957) y Persona (1966). Esta última, en la que trabajó con la noruega Liv Ullman, fue escrita por el propio Bergman teniendo en mente la idea de explorar las identidades de ambas actrices, cuyos rostros similares fundió en uno de los planos más memorables del cine de
autor del siglo XX. En ella era Alma, una enfermera que se encargaba de cuidar al personaje al que daba vida Liv Ullman, una actriz que se queda sin voz durante una representación de Electra. Para intentar desbloquear su mutismo, opta por hablarle sin parar. Ingmar Bergman jugaba con bellas y enigmáticas imágenes en una obra de misterio en la que las protagonistas establecían poco a poco una relación de dependencia y tensión sexual.
Nacida en Kungsholmen, cerca de Estocolmo, el 11 de noviembre de 1935 con el nombre de Berit Elisabeth Andersson, fue, además de actriz, directora de cine, teatro y televisión. Junto a Ullmann, Ingrid Thulin y Harriet Andersson, formó un grupo de intérpretes que ejercieron de musas y ayudaron a la vez a ensalzar la brillante carrera de Bergman, con el que obtuvo sus mayores logros en la industria cinematográfica, además de compartir una relación sentimental durante un tiempo. Se separaron tras Persona, pero volvieron a colaborar juntos en Pasión, La carcoma y Secretos de un matrimonio. En total, 13 películas donde demostraron una profunda conexión artística. El primer papel en el que apareció acreditada en la gran pantalla llegó en 1953 junto al actor y director Nils Poppe en la comedia DumBom. Estudió en el Real Teatro Dramático de Estocolmo y hasta 1959 intervino en varias obras a las órdenes de Bergman en el Teatro de Malmö.
Jan Holmberg, directora general de la Fundación Ingmar Bergman, comentó que, aunque la actriz llegó a estar muy vinculada al cineasta sueco, era una artista por derecho propio. “Andersson a menudo interpretaba personajes simples y, a veces, mal escritos, pero tomaba esos roles y los hacía mucho más grandes”, sentenció.
Fruto de esa independencia artística por la que tanto luchó destacan sus trabajos para otros directores de renombre como John Huston en el thriller de espionaje La carta del Kremlin (1970), Robert Altman en Quinteto (1979), al lado de Paul Newman, o El enemigo del pueblo, de George Schaefer, en la que formó pareja con Steve McQueen.
Gracia Querejeta la dirigió en Una estación de paso (1992) y el barcelonés Ferran Audí contó con ella para su ópera prima La escarcha (2009), basada en la obra de teatro El pequeño Eyolf, de Henrik Ibsen. Fue su último trabajo en el cine, ya que poco después sufrió un derrame cerebral que le paralizó parte del cuerpo.
Entre los premios que logró destacan el que recibió en 1958 a la mejor actriz en el festival de Cannes por En el umbral de la vida, y el Oso de Plata de la Berlinale de 1963 por La amante, de Vilgot Sjoman.