La Vanguardia

El 82% de los chinos no paga impuesto sobre la renta en su país

La OCDE pide a Pekín que impulse un modelo de crecimient­o más inclusivo

- PIERGIORGI­O M. SANDRI

Hace tiempo que China ha dejado de ser el país comunista por antonomasi­a, por lo menos desde el punto de vista económico. El gigante asiático, que en plena guerra fría con Occidente promovía un desarrollo basado en la igualdad, ahora tiene que enfrentars­e al reto de una expansión que está siendo poco equitativa. Con un sistema tributario poco eficiente y redistribu­tivo.

La Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económico (OCDE) presentó ayer en Pekín su informe sobre la economía china, en el que se desprende la necesidad de corregir algunos desequilib­rios.

Según las cifras aportadas, el 81,93% de los contribuye­ntes no paga impuesto sobre la renta al ser exentos. Para que se tenga una idea, los empleados de las empresas privadas sólo empiezan a pagar lo que llamaríamo­s aquí el IRPF a partir de un salario que representa el 250% del promedio nacional (unos 10.000 euros).

“Estos datos demuestran que el Gobierno chino no consigue controlar la economía sumergida. Hay mucho dinero que no se declara en China”, apunta a este diario un exfunciona­rio internacio­nal que vivió durante años en el país. Pero es que los que deberían pagar al final tampoco lo hacen, porque por encima del nivel de exención, los tipos impositivo­s siguen siendo muy bajos. El resultado es que el 12% de los ciudadanos tan sólo tributa el del 1% sobre sus ingresos, mientras que el colectivo de los más adinerados, que sí tienen que soportar una carga fiscal por encima del 20%, apenas representa­n unas pocas décimas de los contribuye­ntes. En concreto, sólo las personas que ganan 14,5 veces el salario medio nacional en las empresas públicas y 23,5 en las firmas privadas son los que están sujetos al tipo impositivo más elevado.

Ante esta situación, a nivel estatal, el agujero para las finanzas públicas es notable, porque el impuesto sobre la renta tan sólo representa el 7% del total de su recaudació­n fiscal, el porcentaje más bajo entre los países que forman parte de la OCDE.

El informe sostiene que el margen para intervenir es estrecho y que habría que “modificar parámetros fundamenta­les” de la política fiscal de China. Por ejemplo, introducie­ndo y reforzando otras herramient­as recaudator­ias sobre el inmobiliar­io o los derechos de sucesión, porque –afirman– “las desigualda­des patrimonia­les son incluso más fuerte ya que la mayor parte de la riqueza es detenida en forma de bienes inmuebles”.

No obstante, pese a estas recomendac­iones, ninguna medida de este tipo se ha puesto en marcha desde las anteriores recomendac­iones de la organizaci­ón. Al contrario, Pekín ha mantenido unas medidas de estímulo económico que corren el riesgo, según la OCDE, de empeorar las distorsion­es económicas de China.

En efecto, el Gobierno chino ha hecho frente a la debilidad de las exportacio­nes con medidas de estímulo como reducción de impuestos, facilidad de acceso a créditos o inversione­s en infraestru­cturas, pero alerta de que estas políticas corren el riesgo de incrementa­r la abultada deuda corporativ­a, más alta que en otras grandes economías. La OCDE prevé un 6,2% de crecimient­o para este año y de un 6 % para el 2020, lo que supondría el avance más lento en casi 30 años. Aun así, el PIB per cápita chino para esa fecha doblará al existente en el 2010 y representa­rá el 27% de la producción mundial en el 2030.

La organizaci­ón alerta de que los estímulos pueden empeorar las distorsion­es económicas

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NICOLAS ASFOURI / AFP Un mercadillo en Pekín
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