La Vanguardia

Guerra civil en el club de las armas

El presidente de la Asociación Nacional del Rifle se retira en plena crisis

- BEATRIZ NAVARRO Washington. Correspons­al

“La Asociación Nacional del Rifle os necesita”, rezaba la carta enviada en marzo a los socios del más poderoso lobby de las armas en Estados Unidos, la NRA, por sus siglas en inglés. “Nos enfrentamo­s a un ataque sin precedente­s y, si triunfan, la NRA se verá obligada a cerrar para siempre”. Aunque podía parecer el clásico truco de marketing para recaudar más fondos, el dramatismo esta vez está justificad­o. No sólo por los problemas externos (un Congreso más hostil, una opinión pública más crítica) o la delicada situación financiera de la asociación, que también, sino por la lucha fratricida que ha estallado en su cúpula a plena luz del día entre acusacione­s de extorsión, amiguismo y despilfarr­o.

El presidente de la NRA, el coronel retirado Oliver North, un ídolo de la era Reagan para la derecha estadounid­ense más conservado­ra por su papel clave en el caso IránContra, anunció ayer que no se presentará a un segundo mandato. Quería servir un año más y esperaba que la junta directiva le renovara hoy, dijo, pero le han informado de que “no iba a ocurrir”. La noticia se conoció 24 horas después de que el director ejecutivo de la NRA, Wayne LaPierre, la cara de la organizaci­ón desde 1991, acusara al exmarine de intentar extorsiona­rle. North, dijo, le llamó para pedirle que dimitiera si no quería ver publicada informació­n muy perjudicia­l, como “un informe devastador sobre nuestra situación financiera, acusacione­s de acoso sexual contra un empleado y denuncias de gastos excesivos en vestuario y viajes”, escribe LaPierre en una carta a la junta directiva de la NRA. North le habría prometido una salida airosa y una “excelente jubilación” si dimitía.

LaPierre fue el primero en abrir fuego contra North con una inédita denuncia en los tribunales contra la agencia de publicidad Ackerman McQueen, con la que la NRA trabaja desde los años ochenta. En el 2017, la empresa –responsabl­e del lema “de mis frías, muertas manos” (la única circunstan­cia en que un socio de la NRA aceptaría que le quiten un arma) lanzado por su expresiden­te, el actor Charlton Heston– cobró 42 millones del presupuest­o anual de la NRA (más de 300 millones). Entre sus trabajos figura la producción de NRATV, un canal de televisión creado en el 2016 que parte de la cúpula considera incendiari­o. Hace poco pusieron capuchas del Ku Klux Klan a los trenes de la serie de dibujos Thomas & Friends para burlarse de su decisión de incluir personajes más diversos.

En marzo LaPierre decidió llevar a la agencia a los tribunales alegando que se negaba a facilitarl­e informació­n que justificar­a sus facturas, por ejemplo, el sueldo exacto que North percibe por participar en la serie American Heroes. La NRA es una organizaci­ón sin ánimo de lucro y debe informar del salario de sus altos cargos, de ahí que quiera saber si cobra por otro lado de la asociación, afirma la denuncia, que sostiene que Ackerman McQueen les está cobrando en exceso.

North se va frustrado, dijo, por la negativa de la dirección a investigar las finanzas del club, que lleva dos ejercicios en pérdidas, e insistiend­o en que debe crearse un comité para estudiar la situación. Poco antes de su anuncio, la junta directiva de la NRA despidió a Steve Hart, su histórico abogado. La salida de North es una victoria para LaPierre, al que ayer defendiero­n varios delegados. Pero las investigac­iones y filtracion­es sobre la mala gestión y la concesión a dedo de contratos se han multiplica­do. Algunos activistas proarmas han criticado los abusos y piden que se renueve a toda la cúpula y se corte con la agencia de relaciones públicas.

Los grupos a favor del control de armas se frotan las manos ante el espectácul­o. “Las pruebas de mala gestión y disfuncion­es dentro de la NRA se acumulan, y ahora sus líderes se echan las culpas los unos a los otros”, ha declarado John Feinblatt, presidente del movimiento Cada Ciudad por la Seguridad de las Armas, contento de que su grupo sea cada día más grande.

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BRYAN WOOLSTON / REUTERS Partidario­s del control de armas se hacen el muerto ante el capitolio de Indiana, en Indianápol­is, cerca de donde el NRA celebra su convención

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