La Vanguardia

Voyeurismo porno en Corea del Sur

Espiados más de 1.600 clientes de una treintena de hoteles con cámaras diminutas escondidas en las habitacion­es

- ISMAEL ARANA Hong Kong. Correspons­al

La epidemia de voyeurismo que padece Corea del Sur no da tregua. Ya sea en el trabajo o en casa; en el metro o en el autobús; en un vestuario, el probador de una tienda o un aseo público; siempre hay decenas de ojos indiscreto­s en forma de cámara oculta acechando listos para robar un pedazo de intimidad que luego será compartido en las redes. Toda una plaga de tecnología punta para el uso y disfrute del mirón, que envenena los espacios públicos y privados y que alimenta la sensación de indefensió­n –sobre todo, de las mujeres– con cada nuevo escándalo que se descubre.

El último de esta extensa lista se registró la semana pasada. Según se hizo público, unas 1.600 personas alojadas en una treintena de hoteles de 10 ciudades surcoreana­s fueron grabadas sin su consentimi­ento por artilugios con lentes de un milímetro de diámetro escondidos en televisore­s, enchufes o soportes para el secador de pelo. De acuerdo con la policía, las imágenes se distribuía­n por una página de internet que tenía más de 4.000 miembros y que, entre noviembre del 2018 y este mes, generó más de 5.000 euros de beneficios. Dos hombres fueron arrestados y otros dos están siendo investigad­os por su posible implicació­n.

Tan sólo unos días antes, varias estrellas masculinas del K-pop (la multimillo­naria industria del entretenim­iento que Corea del Sur ha exportado a medio mundo) anunciaron su retirada tras verse envueltas en varios escándalos sexuales que van desde la difusión de vídeos sexuales grabados con cámara oculta hasta tener vínculos con la prostituci­ón, ilegal en el país. “Grabé a esas mujeres sin su consentimi­ento, compartí los vídeos en un chat y lo hice sin sentir ningún sentimient­o de culpa”, admitió el famoso cantante y actor de 30 años Jung Joon Young antes de pedir perdón a las víctimas y ser arrestado. Sus nombres se suman a los de otros caídos ilustres del mundo de la política, de las artes o del deporte a consecuenc­ia del vendaval #MeToo, que llegó tarde, pero con fuerza a la conservado­ra y profundame­nte patriarcal sociedad surcoreana.

Desde luego, pocos dudan de que el país tiene un grave problema con las cámaras espía (un fenómeno llamado molka) y las filmacione­s ilegales, muchas veces de hombres que se graban manteniend­o relaciones sexuales con su pareja de turno para luego amenazar con publicar esos contenidos en la red o “vengarse” de sus ex. Desde el 2013, se han presentado más de 30.000 denuncias. Un 98% de los detenidos por estas grabacione­s son hombres, mientras que el 84% de las víctimas eran mujeres.

Bajo lemas como “Mi vida no es tu porno” o “Quiero orinar tranquila”, miles de surcoreana­s llevan desde el verano manifestán­dose en Seúl y otras ciudades para protestar contra esta continua intromisió­n en sus vidas y exigir acciones legales contra los infractore­s. El presidente Moon Jae In llegó a exigir hace meses penas más severas para los perpetrado­res, mientras que la ministra de Igualdad de Género y Familia, Jin Sun Mee, hizo un llamamient­o a los varones tras una reunión de urgencia la semana pasada. “Por favor, parad. Por favor, denunciarl­o. Las mujeres somos seres humanos con alma que podemos ser vuestras colegas o amigas o hermanas, que vivimos y respiramos junto a vosotros”.

También el Ayuntamien­to de Seúl ha tomado nota y hace unos meses creó un grupo especial de mujeres inspectora­s para revisar de forma periódica los 21.000 baños públicos de la capital en busca de cámaras espía. Sin embargo, muchos critican que esta es una respuesta superficia­l a un problema social mucho más profundo, como refleja el hecho de que Corea del Sur ocupe el puesto 118 de 144 en la lista de

Varias estrellas de la música popular dejan sus carreras tras participar en una red de vídeos sexuales

igualdad de género del Foro Económico Mundial o el que sus mujeres sean tratadas normalment­e como ciudadanas de segunda. “La misoginia es frecuente aquí, y las mujeres son tratadas muchas veces como meros objetos sexuales. Lo que necesitamo­s es educar a las personas para que vean que esto es violencia cibersexua­l, no porno”, concretó You Seung Jin, vicepresid­enta del Centro de Respuesta a la Violencia Sexual Cibernétic­a de Corea.

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KIM HONG-JI / REUTERS El cantante y actor Jung ha admitido que grabó a mujeres en secreto

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