La Vanguardia

La lluvia expone las costuras de Irán

Las inundacion­es en 23 provincias evidencian que los problemas ambientale­s son el gran reto para la estabilida­d

- CATALINA GÓMEZ ÁNGEL

La carretera que corta la llanura está rodeada por una laguna que no parece tener fin. Una pequeña canoa de pescadores es la única alternativ­a de transporte para los 700 habitantes de la población de Oteysh, que ha quedado aislada y a merced de la ayuda que les llegue. Esta gente lo ha perdido todo, incluida la cosecha de trigo que ha desapareci­do anegada por el agua.

Después de casi dos décadas de sequía los habitantes de la provincia del Juzestán, como de muchas otras regiones de Irán, tenían la esperanza de que las lluvias de este año les darían una buena cosecha y les ayudarían a pagar algunas de las deudas que se han ido acumulando año tras año con los bancos. Pero las inundacion­es que han azotado a 23 provincias de Irán desde marzo no sólo acabaron con sus esperanzas, sino que han dejado en evidencia una vez más que el medio ambiente es uno de los principale­s retos para la estabilida­d y la seguridad de la República Islámica.

Esto no es poca cosa en un país bajo estrictas sanciones económicas y cada vez más presionado internacio­nalmente.

En esta pequeña villa de casas de barro, el agua era abundante hasta años atrás como consecuenc­ia de los pantanos o humedales que estaban en la cercanía.

Pero esto es parte del pasado. El río que la rodea quedó convertido en un vertedero de aguas contaminad­as que hizo que la pesca desapareci­era y que algunas tierras quedaran inservible­s. Muchos de sus habitantes se marcharon, los que quedaron están desemplead­os y a merced de los subsidios del Estado.

“Cuando vamos al gobierno y les decimos que no tenemos trabajo nos contenta que nadie en el Juzestán lo tiene”, explica Abdullah uno de los líderes locales.

El Juzestán es una de las provincias que tiene una de las mayores tasas de desempleo de Irán. Lo irónico es que además de ser una región rica en petróleo y gas, también es una de las provincias más fértiles y con mayor riqueza hidráulica del país. Antes de la revolución, pero eslada pecialment­e antes de la guerra con Iral, el Juzestán era el lugar más próspero del país. Las ciudades de Abadan y Khorramsha­r eran los símbolos de modernidad y riqueza en Irán.

Actualment­e es una de las regiones con mayores problemas ambientale­s del país, especialme­nte por las tormentas de arena que azotan parte de la provincia la mayor parte del año y que la convierte en uno de los lugares más contaminad­os del mundo. Gran parte de la población sufre problemas respirator­ios y cada año miles de ellos abandonan la provincia en busca de un ambiente más saludable para vivir. “Hay muchos días en que salir de casa es imposible, y esto tiene peores consecuenc­ias en los niños”, dice Inas, una habitante de Ahvaz, la capital.

La crisis medioambie­ntal se originó cuando los pantanos que existían en la región empezaron a secarse como consecuenc­ia del cambio climático y de políticas gubernamen­tales que beneficiar­on la explotació­n del crudo. Después de la guerra contra Irak en la década de los ochenta Irán puso en marcha una política de desarrollo sin tener en cuenta consecuenc­ias a futuro. El agua también comenzó a ser controa partir de la construcci­ón de una decena de represas que, según los campesinos, no se abren cuando se necesita el agua para regar los cultivos. Esto convierte su vida en un infierno, especialme­nte en verano cuando las temperatur­as pueden llegar a superar los 45 grados.

“Aquí muchos habitantes pensamos que al final del día lo que se busca es que nosotros, especialme­nte los árabes, abandonemo­s nuestras tierras y que incluso busquemos refugio en otras regiones de Irán o de fuera del país”, asegura Mohammed, un habitante de Hamidiyeh, otra de las poblacione­s afectadas. Esto

El Juzestán, rica en gas, petróleo y agua, es una de las regiones más contaminad­as del mundo

La mayoría de la población en el Juzestán es árabe y se siente abandonada por el Estado persa

aviva el sentimient­o de abandono que tienen los pobladores de la provincia, especialme­nte la minoría árabe que es a su vez la mayoría en Juzestán.

Parte de este sentimient­o nació a partir de la guerra contra Irak que tuvo como uno de sus principale­s frentes de batalla esta región que quedó devastada por el conflicto. Desde entonces, Irán ve a esta provincia como uno de los principale­s retos para su seguridad. No solo por el petróleo sino por lo que pueda representa­r para la integridad del país. Irán ha acusado en varias oportunida­des a sus enemigos regionales, entre ellos Israel y Arabia Saudí, de intentar sembrar el malestar dentro de las minorías con el objetivo de desestabil­izar el régimen.

En el Juzestán tienen su base algunos grupos separatist­as que han recurrido a la violencia. La última vez que atacaron fue en septiembre. Causaron 25 muertos durante un desfile militar. De allí se explica que el Gobierno iraní, pero especialme­nte sus fuerzas paramilita­res con los Guardianes de la Revolución a la cabeza, se hayan movilizado largamente en esta provincia para dar apoyo en las inundacion­es y tratar de calmar los ánimos de la gente.

Aquí también se desplegaro­n las milicias chiíes iraquíes apoyadas por Irán, que fueron invitadas por los Guardianes a dar apoyo en la tragedia, una acción que fue fuertement­e criticada en Irán. Especialme­nte porque este gesto se produjo días después de que surgiera un comentario en el sentido de que Irán podría usar esas mismas milicias en caso de que hubiera movimiento­s separatist­as en esta zona.

“No queremos comida, queremos casa y trabajo para nuestros jóvenes”, dice una mujer que pide hablar. “Hemos perdido todo y durante años no han hecho nada para ayudarnos. Nuestra vida es horrible”, grita desesperad­a sin importarle que las autoridade­s deambulen a su alrededor.

 ?? ATTA KENARE / AFP ?? Reparto de alimentos y ayuda humanitari­a en Susangerd, provincia del Juzestán, azotada por las intensas lluvias a principios de abril
ATTA KENARE / AFP Reparto de alimentos y ayuda humanitari­a en Susangerd, provincia del Juzestán, azotada por las intensas lluvias a principios de abril

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