La Vanguardia

Los candidatos siguen mintiendo, pero tal vez con menos descaro

- DAVID DUSSTER

La del 28-A ha sido la campaña del fact checking, la verificaci­ón de datos. La Vanguardia, han estrenado este formato y el resultado ha sido desigual: los políticos siguen intentando edulcorar las cifras a su gusto y, a veces, mienten, pero en general han tenido que adaptarse a esta nueva exigencia.

Las campañas electorale­s han ido evoluciona­ndo. Primero surgieron las promesas y luego los baños de cifras difíciles de comprobar. Mas tarde, las redes, donde lo incierto corre a la misma velocidad que la verdad. Ahora, con la llegada del fact checking, los políticos, en general, se han vuelto más timoratos con los datos y muchos lo han compensado con una retórica más inflamada. El partido ultraderec­hista Vox, con epítetos como “islamismo socialista”, “derechita cobarde” o “veleta naranja”, domina esa estrategia del lenguaje forzado discutible pero que entra más en el terreno de lo opinable.

Un buen ejemplo de la influencia del fact checking es Cayetana Álvarez de Toledo, la candidata por Barcelona del Partido Popular (PP), que ha empuñado una retórica combativa pero que ha ido rectifican­do conforme los fact checking le reprobaban algunas afirmacion­es.

Las informacio­nes del ‘fact check’ fueron

elaboradas con datos de IÑAKI PARDO, EDUARDO MAGALLÓN, LAURA ARAGÓ, CELESTE LÓPEZ, ALICIA RODRÍGUEZ DE PAZ, CARINA FARRERAS, ANA MACPHERSON, MAITE GUTIÉRREZ y CRISTINA SEN Así, no volvió a repetir su comentario para desdeñar el consentimi­ento explícito en las relaciones sexuales una vez el fact checking le puntualizó que el convenio de Estambul instaba a España a clarificar penalmente los delitos sexuales.

Álvarez de Toledo también guardó en el cajón su afirmación de que Catalunya había dejado de ser la locomotora económica de España. Lo dijo en el debate organizado por La Vanguardia y, después de la verificaci­ón de datos, escogió otros datos económicos más certeros en los siguientes días.

La número dos de Junts per Catalunya, Laura Borràs, ha sido capaz de ir relatando agravios sin enredarse con las cifras. La exconselle­ra de Cultura ha descrito lo que ha llamado “Estado del malestar” intentando evitar la profusión de datos discutible­s. Como se vio en el debate de La Vanguardia, prefirió hablar de que la economía catalana crece más, tiene una menor tasa de paro y el déficit fiscal es en relaidad el déficit social. La mayoría de los candidatos catalanes transitaro­n por esa línea comedida para evitar, en la medida de lo posible, que saltaran las alarmas del fact checking. Pero los debates han servido para constatar que las réplicas las carga el diablo: los aspirantes suelen ceñirse al guion pactado con sus asesores hasta que el diálogo acalorado les lleva a cometer un error.

Le pasó a Inés Arrimadas, candidata de Ciudadanos por Barcelona, cuando afeó a Gabriel Rufián, el número dos de ERC, la frase “España nos roba”. Si bien esa expresión está arraigada en el independen­tismo, Rufián siempre reniega de ella y hay numerosos titulares suyos diciendo lo contrario.

También fue un error cuando el líder del PP, Pablo Casado, aseguró que el número 1 de ERC, el encarcelad­o Oriol Junqueras, había ofrecido al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, apoyo en su investidur­a a cambio del indulto. O cuando el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, sacó una foto conjunta de Sánchez y el presidente de la Generalita­t, Quim Torra, que no se correspond­ía a la reunión a la que se refería.

Sánchez y Casado han tenido trayectori­as diferentes en esta campaña. El líder de la oposición ha ido modulando su discurso conforme en la verificaci­ón se cuestionab­an sus datos, como los del paro, que estaban acotados a periodos temporales arbitrario­s, o los del sector de la construcci­ón y del consumo de los hogares, para los que usó variacione­s trimestral­es en lugar de las interanual­es. Casado acabó hablando más de descenso, caída o desplome sin concretar cuánto.

El líder socialista comenzó evitando riesgos y ha ido comprometi­éndose más con cifras y ataques hacia el final. En el debate de Atresmedia se vio la nueva actitud cuando Pedro Sánchez se apuntó a las medias verdades sobre las pensiones, los contratos temporales y el empleo, o sobre la carta que demostraba una lista negra en la Junta de Andalucía. La carta no era de ninguna lista negra en sí, pero pertenecía a un trabajador que se quejaba de que la consejería del área de violencia de género no había parado la petición de datos personales de un ciudadano en virtud de la ley de transparen­cia.

El fact checking requiere tiempo y muchas veces no puede ser realizado en directo, pero para ser fiel a su espíritu, que entronca con el principio básico del periodismo de contrastar los hechos , debe reservarse hasta que no alberga dudas. La verificaci­ón también comporta preguntar a los partidos políticos el origen de sus datos y buscar fuentes alternativ­as para confirmarl­os o desmentirl­os. Los políticos son consciente­s de estas limitacion­es del fact checking y juegan con ello.

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LLIBERT TEIXIDÓ Cayetana Álvarez de Toledo en un mitin en Barcelona
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