Rara perfección
Estos cuerpos del Ballet de l’Opéra de Lyon son de una solidez técnica indiscutible
Ballet de l’Opéra de Lyon
Obras: Wings of wax / Bella Figura / Petite Mort
Coreografía: Jirí Kylián
Director artístico: Yorgos Loukos
Piano: Véronique Werklé
Lugar y fecha: Gran Teatre del Liceu (25/IV/2019) No paran. Las parejas de bailarines del Ballet de l’Opéra de Lyon enlazan una figura tras otra con extraordinaria fluidez, con una rara perfección, pero la naturalidad casi lineal de esta sucesión de alardes milimétrica puede llegar a parecer plana. Con ellos, Ícaro revolotea al calor de la perfección sin peligros de recaída, como un murciélago alrededor de la fría luz blanca de según qué farola en mitad de la noche. El árbol colgado del revés en la escenografía de Michael Simon para Wings of Wax convierte la superficie del escenario del Liceu en una especie de paraje de De Chirico, entre clásico y perturbador, un sueño de fondo negro que transforma el suelo de la escena en un extraño cielo nocturno por el que los bailarines gravitan silenciosamente entorno a la luz.
Los duetos entre intérpretes entrecruzan sus miembros con velocidad. Hay tensión, sorpresa y dinamismo en los pasos. Estos cuerpos del Ballet de l’Opéra de Lyon son de una solidez técnica indiscutible, también por la belleza y la exactitud con que clavan cada gesto, aunque ahora parezcan llegarme con menos calidez de la que recordaba de cuando muchos descubríamos con admiración esta coreografía de finales de los noventa con el Nederlands del propio Kylián o la CND de Duato. El movimiento sigue siendo igual de sofisticado y lo ejecutan con precisión. Entonces, ¿cambia la energía, si la reverencialidad substituye la sencilla exploración? ¿O es una cuestión de tiempo, de simple conversión en el clásico contemporáneo en el que Kylián y estas tres coreografías suyas ya se han convertido?
En cualquier caso, tanto Wings of Wax como el juego de máscaras de Bella figura o el exultante y tenso juego sensual de Petite mort siguen siendo la bella catedral de pasos, la extraordinaria partida de ajedrez en movimiento, que el coreógrafo checo estableció para cualquiera de las tres piezas: una amplia sucesión de bellas figuras, una fluida y creativa exhibición en crescendo hasta llegar a la petite mort, a veces tan serena, natural y clásica, de sus respectivos logros. El artificio con el que se juega, con emoción, en Bella figura, por ejemplo. O el relampagueo absolutamente controlado y ligero, cual florete cortando el aire, en Petite mort. Perviven imágenes potentísimas en las tres piezas. Y, por supuesto, la magia: esa ilusión por un movimiento que parece seguir descubriéndose, una y otra vez, con potencialidades sin fin.