La Vanguardia

“Vamos a Buenos Aires a establecer vínculos culturales”

Iolanda Batallé, directora del Institut Ramon Llull

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La directora del Institut Ramon Llull se estrenó hace medio año, sorprendid­a por los muchos proyectos de esta entidad para difundir la lengua y la cultura catalanas en el mundo. En seis meses, ha cambiado cosas, como su despacho de planta para favorecer la comunicaci­ón física entre las tres áreas, y contratar a Àlex Hinojo, alma de la Viquipèdia, que está dando al Llull la dimensión digital que los tiempos requieren. Iolanda Batallé está en la Feria del Libro de Buenos Aires, pero antes de volar habló con La Vanguardia.

¿Es importante estar en la feria de Buenos Aires?

Las ferias son muy importante­s. Hay un antes y un después de la de Frankfurt 2007. En el 2017 lo fue la de Bolonia para la literatura infantil y juvenil. Esperamos que este 2019 lo sea en los vínculos con las editoriale­s latinoamer­icanas.

¿Cómo se establecen?

Haciendo parejas de baile, como dice Izaskun Arretxe: poniendo en contacto a escritores, ilustrador­es, editores... Expertos de aquí y de allí. Y lo importante no es el 2019, sino el 2020, el 2021... Hasta ahora iban 10 editores catalanes. Este año van 50 y lo que queremos es que en los años venideros vayan más de 50.

Pero no están los autores de más renombre.

Los hemos invitado y declinaron la invitación por razones diversas. Hay una selección muy potente, pero podría ser otra, es evidente. Hemos seguido criterios de territorio­s, de edad, de géneros literarios, de género...

¿Hay más ferias en el horizonte?

En el 2021 seremos spotlight (cultura destacada) en Londres, una feria que cada vez toma más fuerza.

Pero el inglés es un mercado muy difícil y excluyente.

Es verdad, pero cada vez estamos más presentes en él.

¿Trabaja para que el instituto sea más digital?

El mapa ya no sólo es geográfico, es digital. En estos momentos que estamos en la prórroga de la prórroga, y que tenemos que ser eficientes al máximo, el ámbito digital nos permite llegar a muchos más rincones del mundo.

¿No hay que abrir un local en cada ciudad?

Ni siquiera ir. La pregunta ha cambiado: yo digo a los de mi equipo que me tienen que justificar mucho por qué algo lo tenemos que hacer de manera presencial si lo podemos hacer digital. La normalidad cada vez más es digital.

¿Qué hace el instituto?

Su función es difundir la lengua y la cultura catalanas en el mundo. No somos ninguna universida­d ni ningún instituto de secundaria, y es importante que lo expliquemo­s porque lo pagamos entre todos.

¿Cómo se estructura?

Hay tres áreas. La misión principal de la casa es la más desconocid­a, es la de lengua y universida­des. Llegamos a 150 universida­des del mundo con todo tipo de colaboraci­ones. Es de donde salen los traductore­s y gestores culturales.

¿Cuánta gente estudia?

Es una de las tareas que estamos haciendo. Lo que pasa es que a través de esta área, que dirige Ariadna Puiggené, conseguimo­s la excelencia, pero sólo llegamos a 6.000 personas, unos 600 cursos.

¿No hay más?

Y tanto. La gente que quiere aprender idiomas lo hace a través de las aplicacion­es del móvil. Y en el caso del catalán, llegando a través del castellano en plataforma­s como Duolingo, hay 600.000 personas que lo estudian.

¿El Llull participa en estas aplicacion­es?

Estamos estudiando los costes porque tenemos que estar en ellas. Uno de los primeros convenios que firmé fue con la Feria del Libro de Buenos Aires. Y, acto seguido, con el Barça.

¿Barça y cultura?

Sí, porque mucha gente conoce el catalán y nuestra cultura a través del Barça. Por lo tanto, gran alianza.

¿De quién depende?

El Llull es un consorcio. Despacho con la consellera de Cultura de Catalunya y con la de las Baleares; con la ministra de Andorra; con el comisionad­o del Ayuntamien­to de Barcelona; con el conseller valenciano, que aunque Valencia no forma parte del consorcio, sí colabora con lectorados en el área de lengua y universida­des. Pero también fui a ver al conseller de Exteriores de la Generalita­t, que era Ernest Maragall.

¿Por qué?

Tenemos cuatro delegacion­es, que se crearon hace quince años: Nueva York, París, Londres y Berlín, y no se han creado más. Lo que queremos es que cada vez que las delegacion­es de Exteriores necesiten a una persona de cultura, sea una delegada del Llull, y ya lo hemos pactado así. Roma es el siguiente paso. También está todo el mundo de los

casals; desde Exteriores nos piden que trabajamos con ellos.

¿Y las universida­des?

Puiggené tiene una frase que me gusta: “Sólo hemos de estar en las universida­des que quieran que estemos”. Nos interesa que haya alguien en aquel departamen­to que tenga interés en la catalaníst­ica.

¿Un cómplice?

Sí, porque conseguirá que el proyecto tenga continuida­d.

¿Se hacen muchas traduccion­es?

De la excelencia salen los traductore­s, y eso entronca con el área de literatura, que es la que dirige Izaskun Arretxe. Se han hecho más de 150 traduccion­es a otras lenguas y el Llull ha colaborado en noventa.

¿Alguna especial?

Una que me hace mucha ilusión es

Death in spring (La mort i la primavera, de Rodoreda), que edita Penguin. Eso hace diez años era muy difícil. Y ahora editoriale­s como Gallimard, Actes Sud, Penguin, nos preguntan qué tenemos, qué les aconsejamo­s para traducir. En otoño celebrarem­os el año Rodoreda en Italia, con muchas obras traducidas por Nuova Frontiera.

¿Cuál es la tercera área?

La de creación, con Francesc Serés al frente. Es la que engloba las otras disciplina­s creativas, y tiene cuatro patas: teatro; danza y cine; visuales, arquitectu­ra y diseño; y música. Para mí hay dos cambios radicales: el responsabl­e digital y la incorporac­ión de la residencia Faber en el Llull.

¿Qué destaca de esta área?

Desde el año 2009, formamos parte de la Bienal de Venecia con Catalonia in Venice. Es una apuesta clara por el arte contemporá­neo. Hay quien dice que el arte contemporá­neo es incomprens­ible, y es que la vida también es incomprens­ible. El arte contemporá­neo, de algún modo, hace lo mismo que la vida: enfrentarn­os a cosas que no entendemos pero que nos hacen renacer.

“Hasta ahora iban 10 editores catalanes, ahora van 50 y hay que continuar así”

“Se tiene que justificar mucho que algo se haga presencial si se puede hacer digital”

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ARIADNA ARNES / IRL Iolanda Batallé, directora del Institut Ramon Llull, en su despacho de la Diagonal de Barcelona

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