El Camp Nou no da abasto
El barcelonismo celebra el título en un estadio atestado y se cita para el miércoles
La primera parte transcurrió con serenidad en la grada, que en un día señalado recordó con aplausos la figura de Tito Vilanova a los cinco años de su fallecimiento. En la reanudación los cerca de 92.000 espectadores se alborotaron con la entrada de Messi y el argentino provocó la erupción del Camp Nou con un gol esperado ya con impaciencia. La cara de sufrimiento de Ernesto Valverde mutó en expresión de euforia. La intriga, que ya se traducía en la grada con protestas colosales cuando el Levante ralentizaba la puesta en juego del balón, se transformó en emoción. En plena celebración del gol, el público aplazó unos minutos las tradicionales consignas reivindicando la independencia, y la libertad de los presos políticos. Atronaban los cánticos de “campeones, campeones” cuando un par de oportunidades de Mayoral y Morales congelaron la voz del estadio.
El gol no apagó el sufrimiento del Camp Nou, pero Messi había dado por inaugurada la fiesta, la primera celebración de una Liga del Barcelona en un partido de casa en los últimos nueve años. El club no escatimó para conmemorar su 26.ª Liga, con espectacularidad e incitando las emociones
de la culerada, pero Bardhi estuvo a punto de estropearlo todo con un remate al palo en los últimos instantes, cuando el estadio temblaba como un flan y Valverde se había quedado paralizado en cuclillas.
Los dos minutos agregados transcurrieron a paso de paquidermo, sujetos a un guión de Hitchcock cuando el portero Aitor Fernández acudió a rematar el último córner. Se produjo la segunda erupción cuando De Burgos Bengoetxea decretó el final más esperado. Valverde quedó flotando, los jugadores se enajenaron y, previo saludo con los rivales, acudieron al área frente a la zona de animación para bailar y botar al ritmo de los cánticos.
La pitada a Luis Rubiales cuando bajó al césped para entregar el trofeo a Messi resultó ensordecedora. Nunca ha confraternizado el barcelonismo con la autoridad, y menos con la federativa. Es el quinto trofeo de Liga que entra en las vitrinas del Camp Nou, en este caso por la consecución de cinco campeonatos de forma alterna. También posee cinco el Real Madrid y uno el Athletic Club. Nadie más.
“8 de 11. Lo extraordinario es que parezca normal”. El lema de la camiseta conmemorativa que se enfundaron los futbolistas alude a la incuestionable supremacía blaugrana en la última época. De hecho, los últimos cuatro trofeos de Liga entregados en propiedad han ido a parar al museo del Barça. Efectos lumínicos, música a todo decibelio, sudor y satisfacción en el campo, emoción en una grada que se fue desertizando durante la pausada vuelta de honor de los futbolistas. “Como llevamos ocho últimamente, parece que las Ligas las regalen, pero hoy hemos visto todo lo que cuesta”, explicó el vicepresidente Jordi Mestre.
Fue una ceremonia contenida y finalmente no hubo parlamentos a cargo de los jugadores, que quedan emplazados de nuevo el miércoles en el Camp Nou para otra noche de las que figuran en los libros de historia. En el último mes y medio el estadio ha rebasado la entrada de 90.000 espectadores en cinco ocasiones, y contra el Liverpool volverá a registrar una asistencia masiva. Justamente porque el Barcelona espera regresar al Camp Nou con los trofeos de la Champions y la Copa la celebración de la Liga tuvo un punto de moderación. Como es costumbre la grada dedicó algún recuerdo al adversario histórico. “Madridista el que no bote”, coreó, hurgando en una herida de proporciones muy considerables. Por extraño que parezca desde una perspectiva histórica, ahora lo normal en el Camp Nou es celebrar campeonatos.
CAMISETA CONMEMORATIVA “8 de 11. Lo extraordinario es que parezca normal”, lema de las celebraciones
EMOCIÓN EN LAS GRADAS El público soportó un guion de Hitchcock hasta la última jugada y entró en erupción al final
LA MODERACIÓN Fue una ceremonia contenida y sin parlamentos, a la espera de la llegada de más títulos