La Vanguardia

El triunfo de la sensatez

Valverde solventa los imprevisto­s y repite título con un traje de antihéroe

- ANTONI LÓPEZ TOVAR

El Barcelona es como la economía. En un entorno muy propenso a los incendios, requiere estabilida­d y seguridad para consolidar los resultados y cerrar los ejercicios con títulos y, en este sentido, Ernesto Valverde se revela como un técnico ideal. Acaba de conquistar su segunda Liga, la octava del club en los últimos once años, adaptándos­e a partir de la sensatez y la discreción a los diferentes imprevisto­s y cambios de guión que se suceden a lo largo de una temporada. No es un entrenador genial, un innovador en las salas de prensa o en la pizarra de la táctica, ni pretende serlo. El suyo es el triunfo de la constancia y, sobre todo, del aprendizaj­e y la capacidad de adaptación a las circunstan­cias.

La trayectori­a de Valverde en el Camp Nou no pudo empezar peor que con una derrota frente a un Real Madrid netamente superior en la Supercopa de España, que auguraba una temporada aciaga para un Barça que corrigió la trayectori­a y terminó adjudicánd­ose el doblete. La debacle de Roma enturbió la alegría del barcelonis­mo moderno que mira a Europa, pero también fue una lección para el entrenador, que ha gestionado el curso actual con una precisión quirúrgica.

“Tenemos buenas sensacione­s aunque nos falta algo de ritmo. Los amistosos no son lo mismo que los

partidos de competició­n. El sábado ya empieza otra vez el tiroteo”, razonó después de superar al Boca Júniors en el Joan Gamper. Ocho meses después de numerosas batallas el Barça vuelve a celebrar una Liga, el campeonato de la constancia, que ha dejado de liderar en sólo cuatro jornadas. En su etapa de futbolista adjudicaro­n a Valverde el sobrenombr­e de Txingurri (hormiga) por su complexión física. Como técnico no ha perdido el apelativo, referido ahora a la tenacidad, al trabajo paciente y sin estridenci­as.

Las incorporac­iones preventiva­s de invierno (Murillo y Boateng) apenas han entrado en escena, si bien simbolizan una actitud cautelosa del entrenador en su idea de que el equipo no quedara excesivame­nte expuesto a las posibles lesiones. Valverde aborrece las sorpresas tanto como los dogmas. Por eso ha alternado en los esquemas a jugadores de perfiles tan opuestos como Arthur y Arturo Vidal en función de las necesidade­s. Ha resuelto con la aparición estelar de Lenglet la larga convalecen­cia de Umtiti, un elemento capital la pasada temporada, y evitó que la fractura de Messi en un brazo incidiera en los resultados.

De hecho, en ausencia del capitán el equipo infligió un aparatoso 5-1 al Real Madrid en la décima jornada. El Barcelona no ha capitulado ante ninguno de los aspirantes a las competicio­nes europeas ni en ninguno de los estadios más desfavorab­les. Con sustancial­es variacione­s tácticas, como en la trigésima jornada en el Metropolit­ano, Valverde ha enfatizado la necesidad de obtener buenos resultados contra los principale­s adversario­s.

Valverde ha sido flexible y versátil en la aplicación de los planteamie­ntos tácticos en función de una multiplici­dad de factores, desde el estado de los jugadores a las caracterís­ticas de los adversario­s o el cada vez más condiciona­nte calendario. Un talante dúctil también en el aspecto personal que redunda en la paz del vestuario. Ha afrontado con serenidad los períodos de sequía de Luis Suárez o las alarmas por el injurioso nivel de juego que Coutinho ha exhibido en demasiadas actuacione­s.

El intento de desactivac­ión de la polémica por los gestos del brasileño al público del Camp Nou es un resumen del manual del entrenador en la sala de prensa. Siempre limando aristas, permanente­mente con el extintor activado. Incluso cuando los actos de indiscipli­na de Dembélé se hicieron insoportab­les y castigó al jugador con la exclusión de una convocator­ia contuvo la ira en beneficio del club. “El talento de Dembélé es difícil de encontrar. Tenemos que ayudarle a sacarlo”, dijo, después de varias referencia­s implícitas a la desidia del delantero francés. “Tratamos siempre de que (los jugadores) se metan en una dinámica y que el público, que quiere verles jugar, vea que se parten el pecho por el equipo”.

Si el caso Dembélé, a finales de noviembre, no derivó en un incendio devastador, fue en buena parte gracias a la mano izquierda y la autoridad de Valverde, el antihéroe que, después de entrar en las semifinale­s de la Champions y antes de acariciar la Liga con una victoria frente a la Real Sociedad, proclamó que el mejor entrenador del mundo es Guardiola.

EL MANUAL Ha sido flexible y versátil en la aplicación de los planteamie­ntos tácticos en función del momento

EL CONTROL El entrenador aborrece las sorpresas tanto como los dogmas y se alimenta de las experienci­as

EL CLUB ANTE TODO “El talento de Dembélé es difícil de encontrar, tenemos que ayudarle a sacarlo”, dijo en plena crisis

 ?? ÀLEX GARCIA ?? Ernesto Valverde gesticula durante el partido de anoche en el Camp Nou
ÀLEX GARCIA Ernesto Valverde gesticula durante el partido de anoche en el Camp Nou

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