Los ‘tories’ reciben una bofetada histórica en las municipales inglesas
Los votantes castigan a May por su incompetencia y porque todavía no hay Brexit
Mal de muchos, consuelo de tontos. Pero la única alegría de Theresa May y los conservadores al anunciarse ayer el resultado de las elecciones municipales británicas es que el Labour tampoco se lució mucho, más bien todo lo contrario. Aunque lo que le propinaron los votantes del país fue un simple cachete, en comparación con la bofetada en toda regla que se llevaron los tories. En cambio fueron premiados los partidos proeuropeos (liberales y Verdes,) y los independientes.
El electorado ha decidido castigar a los dos grandes partidos históricos del Reino Unido por el caos del Brexit. En el caso de los partidarios de la salida de Europa, porque tres años después del referéndum el asunto sigue en el limbo, y Londres ha tenido que humillarse ante Bruselas para pedir una prórroga tras otra que evitara el desastre del no deal. En el de los remainers, porque no han dado marcha atrás y abierto las puertas a otra consulta a pesar de haberse demostrado a su juicio que abandonar la UE sería económicamente desastroso, y que cualquiera de las opciones que se barajan para salvar los muebles es peor que la permanencia. Y en el de unos y otros, porque mientras tanto el resto de problemas (delincuencia, falta de vivienda, sanidad, educación, deterioro de las infraestructuras...) permanecen ignorados, como un cáncer que se expande, sin que nadie tenga la mínima consideración de tratarlo con quimioterapia.
El castigo, en cualquier caso, fue proporcional a la atribución de la culpa. Muchos piensan que Jeremy Corbyn es corresponsable de la hecatombe del Brexit, pero no está en el gobierno, su capacidad de influencia es reducida, y lo que más le critican los suyos es su política de ambigüedad constructiva, de parecer como esos gallegos de los que se dice que no se sabe si están subiendo o bajando las escaleras, dejar abiertas las puertas de un segundo referéndum pero sólo como último recurso, si no hay elecciones generales o May no acepta sus demandas de seguir dentro de la unión aduanera y estrechamente alineados al mercado único. De poner paños calientes para conservar tanto los votos de los remainers (70% de votantes del partido) como de los leavers (30%), aunque las municipales demuestran que puede sufrir con unos y con otros. La pérdida de un centenar largo de concejales no es el resultado propio de un partido a las puertas de tomar por asalto el 10 de Downing Street.
Pero si lo suyo fue un cachete, lo que el electorado ha infligido a los conservadores es casi tortura con el máximo grado de sadismo, perdiendo cerca de mil concejales en una de las peores noches electorales de su historia (y seguramente no es nada en comparación con la puñalada que les espera en las europeas del día 23, si es que se celebran). Pocos gobiernos británicos -y ninguno de memoria reciente- han dado una impresión de semejante incompetencia, hasta el punto de que el partido amenaza con romperse en dos por las tensiones entre los tories eurófilos y los euroescépticos, que siguen presionando para una salida de la UE dando un portazo. El ultra Nigel Farage ha regresado a la escena política, dispuesto a absorber o fagocitar a este último grupo, que si ya estaba en la derecha coquetea con irse a la extrema derecha. En todas partes cuecen habas.
No sólo el Brexit ha desprestigiado a May, sino también una enorme ausencia de finezza por parte de alguien escasamente cualificado para un puesto al que llegó de rebote. El último ejemplo es el cese fulminante del ex ministro de Defensa Gavin Williamson, acusado de haber filtrado al Telegraph detalles de una reunión del Consejo Nacional de Seguridad sobre el posible papel de la empresa china Huawei en el desarrollo de la red telefónica móvil 5G, que proclama su inocencia “por la vida de sus hijos” y amenaza con una venganza terrible, porque sabe dónde están escondidos los cadáveres políticos en Westminster (él mismo los ha enterrado). ¿No podía haber esperado la primera ministra para cargárselo un par de días, a que se celebrasen las municipales? Por supuesto que no, el miércoles viene en visita oficial a Londres el secretario de Estado norteamericano Michael Pompeo, con el mensaje de Trump de que hay que tener mucho cuidado con los chinos.
El Labour también es castigado, mientras ganan los partidos proeuropeos y los independientes