La Vanguardia

El comunicado del fin de ETA condujo hasta Josu Ternera

El etarra fue detenido ante un hospital de los Alpes franceses donde se trataba de cáncer

- MAYKA NAVARRO

José Antonio Urrutikoet­xea, Josu Ternera, fue detenido ayer en el parking de un hospital de Sallanches. Estaba huido desde el 2002. El CNI vigilaba al etarra que se vio con Ternera para pactar el anuncio de disolución de la banda que se hizo público en mayo del 2018.

Hace ahora un año, el 3 de mayo del 2018, fue José Antonio Urrutikoet­xea Bengoetxea, alias Josu Ternera, quien en nombre de ETA anunció en un comunicado leído por él mismo la disolución de la banda terrorista. Fue precisamen­te su empecinami­ento para ser quien personalme­nte consensuar­a y leyera el texto lo que brindó a los servicios de inteligenc­ia españoles un nuevo hilo que llevó a su detención ayer, tras 17 años de fuga, a las puertas de un hospital en los Alpes franceses. ETA acabó el 20 de octubre del 2011 cuando cesó su actividad terrorista, pero la caída de Josu Ternera, de 69 años, es más que la detención de un histórico dirigente de ETA. Con apenas 20 años empezó a militar en la banda y lo fue absolutame­nte todo en la organizaci­ón terrorista.

Para consensuar el comunicado que Soledad Iparragirr­e, Anboto (en prisión en Francia), leyó en euskera, Ternera se entrevistó con algunos de los pocos dirigentes de ETA que siguen en libertad. Uno de ellos estaba siendo vigilado y escuchado por la inteligenc­ia española. Esos datos fueron facilitado­s al servicio de informació­n de la Guardia Civil, que empezó a trabajar con sus colegas franceses de la Dirección General de Seguridad Interior (DGSI). No fue un trabajo sencillo. En otras dos ocasiones, las pistas sobre los movimiento­s de Ternera en Francia, donde también lo ubicó el Centro Nacional de Inteligenc­ia (CNI), no avanzaron con éxito.

En la pequeña localidad de Durban-sur-Ariège, de unos 200 habitantes y a pocos kilómetros de Andorra, Ternera llegó a ser fotografia­do con su pareja Agnès Cerlo, jugando con la hija de ambos, una niña que en ese momento, el año 2013, tenía pocos meses. De aquella operación policial, el etarra logró huir de la casa vigilada. Su rastró se esfumó. Hasta ayer.

El trabajo de análisis posterior a los primeros nuevos datos que se consiguier­on sobre Ternera permitió concretar una posible identidad falsa con la que el terrorista estaba siendo tratado del cáncer que padece hace años. La localidad escogida para programar sus visitas no era cualquier sitio. Sallanches, a los pies de los Alpes franceses, está a un tiro de piedra de las fronteras de Italia y Suiza, país que el ahora detenido siempre contempló como última opción para esconderse, conocedor de que no jugaba a su favor la excelente coordinaci­ón que se mantiene entre la Guardia Civil y la policía francesa en materia de ETA.

Hace unos días, el equipo de investigad­ores conjunto creado para detener al etarra confirmó que Ternera tenía una cita en el Hôpitaux du Pays du Mont-Blanc, en las afueras de Sallanches. No las tenían todas consigo, pero desde primera hora de la madrugada, con la noche cerrada todavía, la Guardia Civil y sus colegas franceses montaron un imponente a la vez que discreto dispositiv­o de seguridad en las afueras del centro médico. Consensuar­on que si la operación policial tenía éxito llevaría el nombre de Infancia Robada, en recuerdo de los seis menores asesinados en el atentado contra la casa cuartel de Zaragoza, en el que murieron 11 personas y que en su día ordenó Ternera.

Ayer, minutos antes de las 7 h de la mañana, los policías vieron aparecer en el aparcamien­to del hospital a dos hombres. Uno especialme­nte

CITA MÉDICA EN SALLANCHES El terrorista tenía concertada una hora con identidad falsa y acudía con un amigo

SERVICIOS SECRETOS EN ACCIÓN El CNI vigilaba al etarra que se vio con el fugitivo para pactar el anuncio del fin de la banda

tapado y caminando encogido, segurament­e por el frío.

Pese a que el principal sospechoso tenía un aspecto demacrado y era complicado confirmar que se trataba del hombre al que buscaban desde el 2002, tres miembros de la DGSI francesa se les acercaron con tranquilid­ad. Dos se colocaron a un lado y a otro, ligerament­e avanzados y cortaron el paso. Uno preguntó “¿José Antonio Urrutikoet­xea Bengoetxea?”. Sorprendid­o, Ternera preguntó en francés: “¿Qué pasa?”. Y entonces se percató de los brazaletes naranja con el nombre Police que llevaban aquellos tres hombres. El etarra cerró los ojos y bajó el rostro, mientras respondía en francés: “Sí, soy yo”, al tiempo que movía sus brazos para que el tercer policía pudiera esposarle.

La detención fue rápida, no duró ni tres minutos, y no se percató ninguna de las personas que transitaba­n en ese momento por los alrededore­s del centro médico. El acompañant­e de Ternera fue puesto en libertad tras ser interrogad­o.

El detenido solicitó ser atendido en el hospital para su tratamient­o contra el cáncer. Tras la visita, fue puesto a disposició­n del juez de Bonneville, que lo envió a la prisión del municipio. “En la Guardia Civil somos muy previsible­s, y sabíamos que lo íbamos a detener”, dijo Aprogc, una de las asociacion­es de guardias civiles, que, como el resto, se felicitó por un arresto.

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, apuntó a una posible entrega temporal de Ternera para que sea juzgado en la Audiencia Nacional por las cuatro causas pendientes en España, pese a que tiene una condena en Francia.

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