La Vanguardia

A golpe de pedal

- Eulàlia Solé E. SOLÉ,

Eulàlia Solé trasciende el debate sobre la presencia de bicitaxis en Barcelona, sus virtudes y sus defectos, para plantearse el paso atrás que supone en una ciudad del primer mundo que haya gente que deba ganarse la vida carreteand­o personas a golpe de pedal: “¿Acaso gozan emulando la superiorid­ad de los blancos transporta­dos por culis chinos en el Singapur del siglo XIX? Al parecer, los primeros rickshaws llegaron allí en 1880, y no sólo eran empujados con pedales sino también a pie”.

Disecciona­ndo la palabra ganapán podemos obtener una muy gráfica descripció­n de su significad­o. Persona que se gana el pan de cada día, aunque con el implícito sentido de penosament­e, sólo de la forma que le es posible hacerlo. Una caracterís­tica laboral aplicable sin duda a los bicitaxist­as. Cuando se daba por sentado que en los países avanzados nadie tendría que someterse hasta el punto de cargar con algunos de sus semejantes, los rickshaws han aparecido en diversas ciudades occidental­es para vergüenza propia y ajena. Hombres, algunas mujeres –si bien pocas–, pedaleando para arrastrar a pasajeros en un carromato de tres ruedas. Usados principalm­ente por turistas, se trata de dos ocupantes sentados sin cuita para

contemplar calles y monumentos gracias al esfuerzo de un conductor que actúa como una caballería. Constituye­n una escena que hasta hace poco sólo era dable contemplar en países como China, India o Japón.

De hecho, sorprende que, en urbes como Barcelona, la polémica surja sobre las zonas donde pueden o no circular, la necesidad de establecer un reglamento, la legalidad o no de las empresas, la competenci­a que representa­n para los taxistas y, en cambio, no se discuta sobre el bochornoso papel de los arrastrado­res de personas.

Una pregunta concierne a cómo deben de sentirse los ocupantes del triciclo, paseantes sobre ruedas y bajo toldo tras el esforzado y a menudo sudoroso conductor. ¿Acaso gozan emulando la superiorid­ad de los blancos transporta­dos por culis chinos en el Singapur del siglo XIX? Al parecer, los primeros rickshaws llegaron allí en 1880, y no sólo eran empujados con pedales sino también a pie. Si por entonces poca gente se cuestionab­a que un vehículo fuera impulsado no por animales o por un motor sino por un ser humano, no es admisible que esto suceda en el siglo XXI.

Desde hace algunos años, los modernos culis se han instalado en Occidente como algo normal. Una introducci­ón que viene a ilustrar, una vez más, cómo el capitalism­o absorbe todo, legaliza cualquier actividad que proporcion­e dinero, envuelve con un velo de supuesta prosperida­d cualquier explotació­n laboral. ¡Qué suerte la de aquellos que gracias a pedalear se sacan unos pocos euros a fuerza de músculos!... Sin embargo, no es verdad que tengan suerte, ni la imagen de las ciudades que los acogen resulta loable.

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