Nick Kyrgios
El torneo expulsa al australiano, que lanzó una silla a la arcilla
Una cosa es ser un antisistema, y otra es romper con todo. Nick Kyrgios (24) ha llevado las cosas demasiado lejos. En un arranque de rabia en Roma, lanzó una silla contra el suelo, algo que le costó la expulsión fulminante del torneo.
Está bien eso de ofrecerse como contrapunto.
Si todo fuera como en el tenis, en el que imperan el respeto y las buenas maneras entre los tres grandes –Federer, Nadal y Djokovic–, el mundo sería un dulce de leche. Demasiado empalagoso, acaso. No todo pueden ser aplausos, cruces de manos y parabienes.
Cuando todo va en esa línea, el escenario se vuelve algo pesado y resabiado. Hace falta un contrapunto, alguien que transgreda. Otra cosa es que ese transgresor lleve las cosas demasiado lejos.
Porque a veces, Nick Kyrgios (24) pierde el oremus.
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En esta semana, en Roma, llevan días hablándonos de Kyrgios. Lo han hecho, por ejemplo, para recordar su espectáculo ante el ruso Daniil Medvedev. Una exhibición de movimientos excelentes aderezados con gestos ofensivos, saques en cuchara, golpes que apenas sigue con la mirada, carreras que no va a disputar, gestos a la grada.
Alguien escribió:
–¿Cómo es posible que Medvedev le ofreciera la mano tras haberse visto superado por el australiano?
Kyrgios se justifica. Dice que, de haber sido por él, nunca se hubiera hecho tenista.
“Si hubiera podido escoger, me habría dedicado al baloncesto. Cuando tenía 14 años, mis padres (un padre griego y una madre malasia que vivían en Canberra) escogieron por mí. Fueron muy duros. Pensaron que tendría más posibilidades de triunfar en el tenis. Y hacia ahí me empujaron...”.
Pero es tenista. Un tenista de pose. De alguna manera, un antisistema. Y esta vez ha ido demasiado lejos. Tras su exhibición ante Medvedev, luego se explayó en el podcast NCR Tennis –“Djokovic tiene una obsesión enfermiza por ser querido, y Verdasco es la persona más arrogante de la historia, se cree Dios y tiene un revés normalito”, dijo–.
Y ahora ha sido expulsado del torneo.
Ayer jugaba ante el noruego Casper Ruud. Había perdido el primer set, se había apuntado el segundo y acababa de desperdiciar el servicio en el tercero (2-1 abajo) cuando enloqueció. Discutió con un juez de silla, recibió una advertencia y luego reventó la raqueta contra la arcilla, antes de lanzar una silla al centro de la pista.
Luego abandonó la pista de muy mala gana. Se despidió del rival pero obvió al juez de silla, y de esa manera se ganó la expulsión del torneo.
Más tarde, Nadal cerró con nota una jornada maratoniana, consecuencia de las lluvias de la víspera. Nadal apenas le había concedido un juego a Chardy (6-0 y 6-1) y luego se llevó por delante a Basilashvili (6-1 y 6-0). También avanzó Verdasco, que vivió un día magnífico. Tras sorprender a Thiem por la mañana (4-6, 6-4 y 7-5), luego se deshizo de Jachánov, por 7-5, 3-6 y 6-3. Muguruza, lesionada, se retiró ante Azarenka cuando perdía por 6-4 y 3-1.
LA LÍNEA ARGUMENTAL Kyrgios siempre se ha justificado: ha dicho que, si hubiera podido escoger, hubiera sido baloncestista