La Vanguardia

“Los ultras europeos no necesitan a Bannon”

Mark Bray, historiado­r del antifascis­mo y los movimiento­s sociales

- FÉLIX FLORES LEA LA ENTREVISTA ÍNTEGRA EN www.lavanguard­ia.com

Madeleine Albright, que fue secretaria de Estado con Bill Clinton y testigo del totalitari­smo en Europa a través de su familia, apuntó el año pasado a los líderes autoritari­os de hoy mismo con un libro de título claro: Fascismo. Una advertenci­a. Recienteme­nte, Capitán Swing recuperó

Anatomía del fascismo, del académico Robert Paxton. Faltaba otra parte de la historia, y la misma editorial ha publicado Antifa. El manual antifascis­ta, obra de otro estadounid­ense, muy cercano a Europa, sin embargo. Es un relato sorprenden­te, no contado hasta ahora, de cómo se ha luchado, en la calle, en la clandestin­idad, contra los grupos neonazis y neofascist­as. Son historias de éxito, pero hoy difícilmen­te repetibles con la aparición de los “nazis de corbata”. ¿Lo suyo es un “manual”? “Depende de la definición de manual”, dice este profesor que huye de los términos taxativos y ha sido también activista y divulgador de Occupy Wall Street, el movimiento alternativ­o surgido en Nueva York en septiembre del 2011.

Según su libro, quien se ha enfrentado directamen­te a los fascistas, con una serie de estrategia­s, han sido los anarquista­s…

La mayoría. Especialme­nte en Europa después de la Segunda Guerra Mundial, porque la perspectiv­a de los partidos de izquierda fue a base de leyes contra el fascismo y el nazismo, y su política fue antagónica con la acción directa. Hablo de una tradición británica, el antifascis­mo militante, que tiene un enfoque de acción directa y de escepticis­mo sobre el papel del Estado.

Hay grupos fascistas que desapareci­eron a base de presión.

Sí, y me han dicho que es difícil mantener el interés en el antifascis­mo si no hay fascistas locales. El fin de muchos grupos llegó cuando el líder fue encarcelad­o o algo así. La pregunta ahora es qué pasa con estos partidos en el Parlamento y las tácticas antifascis­tas, que no han podido frenar esto.

Trump, Bolsonaro, Orbán... ¿Cómo se les combate desde el antifascis­mo cuando están robando clientes a los propios fascistas?

Sí, es cierto. Y es la pregunta más importante. Empecé este estudio entrevista­ndo a antifascis­tas, más de 60 en 17 países. Y en Francia, en Alemania, Suecia, etcétera, se hacían la misma pregunta: qué podemos hacer. El antifascis­mo militante se inició para luchar contra grupos pequeños, en la calle. Y aunque

creo que hay algunas tácticas que aún se pueden usar, como el doxing,

que es investigar quiénes son los fascistas y hacerlo público, para enfrentars­e a Trump o a cualquiera de los otros se necesita mucho más. No tengo la respuesta porque no la hay. Obviamente, necesitamo­s más movimiento­s sociales que puedan presentar una alternativ­a.

¿Y luchar en las redes sociales?

Partidos como Vox quieren ser normalizad­os, y es importante pensar en cómo resistir. Debemos hablar sobre ellos sin normalizar sus postulados, horribles en mi opinión. Hemos de escribir en las redes sociales del mismo modo que lo hace Trump. Su propaganda es tuitear. El antifascis­mo también es una lucha cultural por la hegemonía en valores sociales. El papel de lo políticame­nte correcto es importante.

Parece que Steve Bannon fracasa en Europa. No sé si será debido a un problema cultural.

Quizá. Siempre pensé que la ultraderec­ha europea no le necesita.

En los noventa hubo la lucha contra la globalizac­ión: los Black Block en Europa, los Tutte Bianche en Italia, los grupos en Japón y Corea del Sur. Todos ellos han desapareci­do.

Occupy Wall Street, en el 2011, fue un movimiento renacido contra la globalizac­ión. Fue importante pero fracasó… Bueno, depende.

¿Por qué fracasó Occupy…?

Todo es relativo... A veces soy optimista, a veces pesimista. El intento de ocupar aquel parquet duró tres meses. Hubo algunos éxitos , creando espacio para una década de resistenci­a, con Black Lives Matter, por ejemplo. Y la perspectiv­a de la sociedad sobre el socialismo ha cambiado con el éxito de Bernie Sanders. Se puede ver en las encuestas, especialme­nte entre los menores de 30 años: tienen una impresión más favorable sobre el socialismo, que en EE.UU. significa Estado de bienestar.

¿Sin Occupy no estarían ni Sanders ni Alexandria Ocasio?

Yo no diría tanto, pero Occupy influyó al crear espacios a la izquierda del Partido Demócrata.

¿Cómo influyó el 15-M?

Hubo gente del 15-M en Nueva York ayudando al principio, y obviamente la idea de ocupar fue influida por el 15-M y las primaveras árabes. Cuando leí artículos diciendo vamos a ocupar como en España, pensé que era estúpido copiar lo que se hacía al otro lado del mundo y que la policía los iba a golpear a todos en dos horas... Luego, cambié de opinión y participé.

Después surgió en París Nuit Debout. Y aquí, Podemos. ¿Hasta qué punto la creación de un partido pudo desilusion­ar a algunos? Fue triste para algunos de los anarquista de Occupy ver el cambio en los años siguientes en la izquierda de EE.UU., desde un enfoque sobre la democracia directa hasta el apoyo a Sanders, especialme­nte dado que en el contexto de EE.UU. Sanders es la izquierda pero en realidad es un socialdemó­crata normal. Es muy difícil mantener un movimiento democrátic­o, porque necesita la participac­ión de mucha gente. Al menos en EE.UU. la influencia de las redes sociales fue muy importante, ayudó a su crecimient­o, pero también contribuyó a su declive porque en un momento lo es todo y al siguiente no es nada, porque siempre hay algo nuevo.

Después de que Trump asumiera la presidenci­a hubo las grandes marchas de las mujeres, Black Lives Matter... Ahora que los motivos para protestar contra Trump son muchos, ya no ocurre.

Buena observació­n. En Twitter, la etiqueta #TheResiste­nce es un lema en círculos del Partido Demócrata contra Trump y una broma en círculos de la izquierda porque consiste en esperar con los dedos cruzados al 2020, a que Robert Mueller consiga algo en su investigac­ión sobre la corrupción de Trump. El enfoque ahora mismo son luchas locales para mejorar condicione­s de gente. No hay una lucha amplia.

¿Cómo analiza el caso de los

chalecos amarillos en Francia?

Es interesant­e porque quizás se puede entender este movimiento como un microcosmo­s del debate que tenemos ahora. Hay una mezcla grande de posiciones. He visto vídeos de enfrentami­entos con la ultraderec­ha dentro de los chalecos amarillos. Hay un conflicto sobre el patrimonio del movimiento, pero no sé si es marginal o central.

Lo que a la gente no le gusta es que todo acabe en romper cosas…

...Y nada más. Obviamente, tienes que hacer algo más que eso.

EL ‘DOXING’ Y LAS REDES “Hay tácticas que aún sirven: investigar quiénes son los fascistas y hacerlo público”

LUCHA POR VALORES SOCIALES “Debemos hablar de partidos como Vox sin normalizar sus horribles postulados”

 ?? XAVIER CERVERA ?? Mark Bray, fotografia­do recienteme­nte en Barcelona, donde acudió a un debate en el CCCB
XAVIER CERVERA Mark Bray, fotografia­do recienteme­nte en Barcelona, donde acudió a un debate en el CCCB

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain