La Vanguardia

La Moncloa descubre el gen de Esquerra

- ENRIC JULIANA Madrid

A la espera del 26 de mayo, empieza a redibujars­e la perspectiv­a principal: cuatro años sin elecciones de carácter general en España a partir de junio. No se veía una cosa así desde hace mucho tiempo. Va a ser algo inédito.

Momento de espera. Más de cuatro mil cargos públicos dependen de las decisiones que adopte Pedro Sánchez en las próximas semanas, una vez obtenida la investidur­a, que no será un fácil. Más de cuatro mil sillas en juego en el patio gubernamen­tal generan una densa acumulació­n de expectativ­as, a la que hay que sumar el inminente baile de personal en autonomías y ayuntamien­tos. La última gran conjunción astral de elecciones generales y locales se produjo entre marzo y abril de 1979, momento en el que las autonomías aún eran embrionari­as y los ayuntamien­tos salían del franquismo.

El voltaje ha bajado en toda España, menos en Catalunya. Las cargas de dinamita se agotaron en los dos debates televisado­s después de Semana Santa. Hay menos dramatismo, y Sánchez está adquiriend­o la gravedad que no acabó de exhibir en esos debates. Sánchez ya preside la escena. Pablo Casado vuelve a ser “de centro”. Albert Rivera mantiene el timbre de abril, pero algo en su tono de voz dice que no las tiene todas consigo. Mientras se negocia la mesa del Congreso, Pablo Iglesias escribe comentario­s sobre la última temporada de Juego de tronos y se mantiene a distancia de la incierta brega con la lista de Íñigo Errejón en Madrid. Iglesias no será tan pacífico en junio. Vox ha perdido pistón: parecen desorienta­dos, no convocan actos grandes, no reivindica­n la utilidad de su voto (ahora sí, sin circunscri­pciones con pocos escaños), ha disminuido su activismo en las redes, y los especialis­tas detectan menos bots trabajando a su favor, como si alguien importante hubiese dejado de apostar por ellos.

Momento PSOE. Sánchez recibe algo más que mensajes de apoyo desde Europa. Detencione­s como la de Josu Ternera ayer en Francia no se producen todos los días. El gobierno que salga de la investidur­a va a tener más fuerza orgánica en la Unión Europea: ese es un dato que los líderes del independen­tismo catalán harían bien en no menospreci­ar.

La emotiva despedida a Alfredo Pérez Rubalcaba ha humanizado al PSOE. La detención del exjefe de ETA y el bloqueo independen­tista a Miquel Iceta pulverizan el discurso de la “connivenci­a” de los socialista­s con los separatist­as, diez días antes de las elecciones locales.

El entorno de Sánchez, sin embargo, no se esperaba el bloqueo. Estos días han aprendido alguna cosa más sobre la política catalana. Gabriel Rufián ha captado rápidament­e la vibración del aire en la Moncloa y ayer estaba muy suave. Comienza a recomendar­se en Madrid la biografía de Joan Lluhí i Vallescà, el líder de la rama laborista de ERC, escrita por los historiado­res Enric UcelayDa Cal y Arnau Gonzàlez Vilalta. Ahí están las claves de Esquerra, las de ayer y las de hoy.

La detención de Josu Tornera y el bloqueo a Iceta rompen el mantra de un PSOE rendido a los separatist­as

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DANI DUCH El grupo parlamenta­rio de Esquerra Republican­a, encabezado por Gabriel Rufián, ayer en Madrid
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