Más allá de Iceta

Con todo el lío en torno al nombramiento de Miquel Iceta como senador he pensado mucho en una frase del norirlandés Gerry Adams, el exlíder del Sinn Féin, partido que había sido el brazo político del IRA. Adams ha dicho y repetido varias veces que “la negociación más difícil es la que uno lleva a cabo con su propio bando, convencer a los tuyos de que se comprometan a fondo con una estrategia que presenta grandes desafíos”. Retengámoslo: negociar con los de casa es siempre más complicado.

Afortunadamente, en Catalunya no vivimos una tragedia como la que se ha vivido en Irlanda del Norte desde finales de los sesenta, cuando empezaron los llamados troubles. Pero los hechos de octubre del 2017, el 155, el juicio contra los líderes independentistas, la prisión y el exilio han puesto nuestra vida política en un contexto anómalo donde muchas de las cosas que antes eran normales ahora son extrañas. Nos hemos instalado en una falsa normalidad que lo contamina todo. Elecciones con candidatos que están en la cárcel –a los cuales el Estado trata con una arbitrariedad escandalosa– es la máxima expresión del grave error de externalizar al poder judicial un conflicto político. El debate en el interior del independentismo viene marcado por todo esto. Mientras haya dirigentes encarcelados, malo.

Es en este contexto que debe interpretarse la votación en el Parlament sobre la designación de Iceta como senador. ERC, JxCat y la CUP han votado en contra del primer secretario del PSC mientras Cs y PP se han abstenido. Los independentistas dicen que Pedro Sánchez pasó de todo y despreció las formas. Los socialistas argumentan que republicanos y posconvergentes han actuado movidos por el

tacticismo electoral y la presión de unas bases que tienen el recuerdo del 155 a flor de piel. En un sentido más profundo, el PSOE ha querido crear un win-win parecido al del debate de los presupuestos, haciendo así un mal favor a Iceta. Mientras, ERC ha querido recordar a Sánchez que deberá arremangarse si quiere tener su apoyo. Para rematar, la Fiscalía, la Junta Electoral y el juzgado 13 han vertido gasolina cuando hacía falta apagar el incendio.

En un sentido estratégico, pensando en el futuro, al independentismo le habría ido bien tener a Iceta en el Senado. Pienso que ERC –a pesar de la evidente arrogancia del PSOE– se ha equivocado adoptando la actitud típica del “cuanto peor, mejor”, más propia de Puigdemont y la CUP. ¿No decíamos que los republicanos entraban en una nueva fase? Por otro lado, el independentismo también deberá hablar –guste o no– con el PSC para blindar los consensos básicos de país.

Un día u otro, quizá cuando Junqueras y los otros salgan de la cárcel, habrá que abordar seriamente la negociación que Adams considera más difícil. La que más temen Junqueras, Puigdemont y los demás.

ERC –pese a la arrogancia del PSOE–se ha equivocado adoptando la actitud típica del “cuanto peor, mejor”