La Vanguardia

Adiós, Daenerys

- Francesc Bracero

De khaleesi heroína a tirana genocida. La rompedora de cadenas ahora es capaz de abrasar viva a la mayoría de la población civil que intenta refugiarse en las calles de Desembarco del Rey, en un recuerdo angustioso de las ciudades bombardead­as en las guerras. El desasosieg­o se ha apropiado de millones de seguidores de Juego de tronos en todo el mundo por la evolución del personaje de Daenerys y ya será difícil que las cosas cambien en ese último capítulo que llega en la madrugada del domingo al lunes. Pese a que los cinco episodios ya emitidos de esta última entrega tienen una realizació­n excepciona­l que marca un antes y un después en las produccion­es de series para televisión, planea el descontent­o entre los fans, con todo tipo de teorías en las redes sociales sobre por qué las cosas han ido en la historia de la forma en que lo han hecho.

Muy pocos en esa vasta legión de disconform­es entendiero­n que el mundo de George R.R. Martin no era el de

George Lucas en Star wars. En el amplio universo de Poniente son muy escasos los personajes que no se han dejado llevar alguna vez por el lado oscuro. A lo largo de los cinco libros —faltan dos por publicar— de Canción de hielo y fuego, el escritor norteameri­cano creó una fantasía que combinó lo heroico con lo innoble y en que los personajes podían ser las dos cosas a la vez sin solución de continuida­d.

No se puede decir que Martin no había dado pistas de lo que podía pasar. Daenerys había mostrado su peor cara en varias ocasiones. Todo el mundo sabía que era capaz de asesinar a sangre fría —de hecho, antes de exterminar a buena parte de la población de la ciudad ejecutó a Lord Varys sin pestañear—, pero millones de personas decidieron que todo era perdonable por la causa de liberar los Siete Reinos de la tiranía de los Lannister. La última masacre apea a la reina de dragones del pedestal heroico en el que la habían colocado.

Juego de tronos es una fascinante mezcla de fantasía idealista y realidad arrastrada por el fango que representa quizás de una forma crudamente realista la condición humana. Falta un solo capítulo y muy pocos parecen estar contentos con el devenir de la última temporada, pero desde el punto de vista del espectácul­o, la conclusión de Juego de tronos debería contentar. El último capítulo emitido, a cargo de Miguel Sapochnik, es una narración sobrecoged­ora y fascinante con momentos narrativos realmente brillantes.

Sí. La guerra es dura, muy dura. Mucho más de lo que puede mostrar cualquier obra de ficción. Cuando el narrador es capaz de hacernos sentir perturbado­s de la forma en la que está pasando con Juego de tronos, es que su labor ha sido muy buena. Las puntuacion­es de capítulos de la serie completa ya sitúan esta temporada como la peor de las ocho emitidas. Los seguidores no parecían puntuar la calidad de la serie, sino sus propias aspiracion­es.

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