‘Reboot’ a medio gas
Hellboy
Dirección: Neil Marshall Intérpretes: David Harbour, Milla Jovovich, Ian McShane, Sasha Lane
Producción: EE.UU., 2019. 120 min. Fantástica Después de un prólogo delirante, en blanco y negro, que mezcla a Arturo, Merlín y la espada Excalibur con una bruja con cara de Resident evil, de inmediato dulcemente decapitada, viajamos al presente, a Tijuana, donde asistimos a la primera exhibición de fuerza del héroe de los cuernos recortados en un ring, enfrentándose a una bestia vampírica feroz. Esa escena transporta mentalmente al espectador veterano a los viejos cines de barrio y a las películas mexicanas de luchadores enmascarados, una sensación que ya no le abandonará en las dos horas siguientes: todo el filme de Neil Marshall tiene, pese a la calidad de los efectos digitales, un aire de antigua serie B, como el que desprendía la simpática Hércules de Renny Harlin.
Después de haber pasado por las inspiradas manos de Guillermo Del Toro en dos títulos, el personaje creado por Mike Mignola retorna en este reinicio de saga, o reboot como ahora lo llaman, y es obvio que las comparaciones se imponen de manera inevitable y a favor del oscarizado cineasta mexicano. Marshall, entretenido durante la presente década en la confección de episodios televisivos (de altura: de Juego de tronos a Westworld), es un realizador solvente, pero carece de la audacia visual de Del Toro, de su picardía y sentido del detalle. Aunque funcional, David Harbour no posee el carisma de Ron Perlman; además, ha dejado de fumar puros. También se echa de menos al gran secundario Jeffrey Tambor y sus pinceladas de humor, aunque Ian McShane, que interpreta al Dr. Broom, padre adoptivo del héroe, sí es todo un temperamento, incluso está mejor que John Hurt, que lo encarnó en las dos obras anteriores. Con todo, no es este Hellboy un espectáculo desdeñable. La escena de la lucha contra los tres gigantes casi lovecraftianos es espléndida, brillantemente montada y ejecutada. Y no está mal el flashback, tan insensato como divertido, que vuelve a darnos cuenta del origen de Hellboy, en plena Segunda Guerra Mundial y con la presencia de Rasputín y… ¡Leni Riefenstahl!