Manuel Cruz
Senado
Hombre de letras, poco amigo del foco mediático por una timidez no exenta de coquetería, Manuel Cruz decidió dar el salto al activismo político en los primeros compases del proceso independentista. Después de teorizar en libros (ha publicado unos treinta), conferencias y artículos de prensa sobre, entre otros temas, el federalismo, la ética, y en contra del nacionalismo catalán –que reprocha sin tibiezas–, este catedrático de Filosofía Contemporánea en la UAB, nacido en Barcelona 1952, impulsó junto a otros intelectuales Federalistes d’Esquerres en el 2012. Una entidad que aboga por la reforma de la Constitución para dar respuesta a la crisis territorial y que él presidió entre el 2013 y el 2016. Hasta que Miquel Iceta, a quien le une la amistad, le pidió que fuera el número dos de la lista del PSC en las generales. En un Congreso marcado por la polarización política en tiempos populistas, en la legislatura más convulsa por el embate independentista, Cruz cumplió con su primera etapa como diputado a Cortes con más discreción que gloria pública, encargándose sobre todo de temas de educación e innovación. A las pocas semanas de estar en el Congreso, fue uno de los 16 diputados que se alinearon con Pedro Sánchez, rompieron la disciplina de grupo y votaron en contra de la investidura de Rajoy. Cruz afirma que lo hizo fruto de una reflexión personal y no por una lealtad sin concesiones a Sánchez. Con vistas al 28-A, la dirección del PSC le relegó a la lista del Senado. Fue una pequeña decepción para Cruz que, sin embargo, le permitirá ahora presidir la Cámara Alta e intentar que la reflexión y el diálogo se impongan, como ha escrito en alguna ocasión, al combate entre “buenos y malos”.