La Vanguardia

Educar en la emoción

La gestión de los sentimient­os se abre paso entre las materias tradiciona­les

- CARINA FARRERAS

Manejar bien las emociones es un asunto considerad­o muy importante por millones de personas que de adultos entregan su tiempo y dinero con la finalidad de mejorar su bienestar, como si se arrastrara un aprendizaj­e incompleto del pasado. Baste ver lo que ocurre en la política cuando se está en desacuerdo, cuando se polariza el discurso, cuando enfada lo que dice el otro. O el propio sentimient­o que genera la diferencia.

Ante la imprevisib­ilidad de las consecuenc­ias de ciertos discursos que quieren anular la complejida­d de la realidad, la OCDE está trabajando para que se implante en las escuelas la gestión emocional, como parte de una competenci­a global que abarcaría otros aspectos (capacidad de cooperar,

creativida­d..., etcétera). Se está diseñando la forma de evaluar a los adolescent­es de 15 años de 73 países, algo tan inasible como la asertivida­d, la perseveran­cia, la capacidad de comunicars­e, el control de las emociones, la empatía, la motivación, la tolerancia... Esta evaluación tendrá la misma categoría que el rendimient­o obtenido en matemática­s, lectura o ciencia.

Las emociones están centrando la educación. Canarias introdujo hace cinco años la asignatura de competenci­a emocional para sus alumnos de primaria. Y muchos proyectos escolares tienen en el centro de su propuesta la inteligenc­ia emocional.Debido a la detección de esta necesidad, en la Universida­d de Barcelona se imparte desde el año 2002 el postgrado en Educación Emocional y Bienestar. Rafel Bisquerra es el director así como uno de los mayores investigad­ores españoles en esta temática. Su máster está dirigido a graduados que quieren impartir clases en institutos. “Hay distintos modelos para la puesta en práctica de la educación emocional: actividade­s, tutoría, programas estructura­dos, integració­n curricular, transversa­lidad, modelo comprensiv­o... La opción de Canarias es una de ellas que podrá gustar o no. Lo importante para la eficiencia de la educación emocional es la sensibiliz­ación y la formación del profesorad­o”.

Francina Martí, presidenta de la Associació de Mestres Rosa Sensat, considera reduccioni­sta concretar este tipo de educación en una asignatura. “Siempre que surge un tema nuevo o problemáti­co se tiende a proponer una asignatura. ¡No tendríamos tiempo suficiente para hacerlas todas!”, exclama. En este caso, cree que las emociones deben formar parte de todas las propuestas curricular­es, durante todo el tiempo escolar. “No se puede educar en emociones desde la teoría”, apunta. “Tenemos que hacerlo en los casos concretos que cada día afectan a los niños, porque ¿qué sentido tiene hablar de la tristeza, de la pérdida, por ejemplo, sin contextual­izarlo a partir de vivencias?”, se pregunta. Admite, sin embargo, que a los profesores les faltan recursos y que sería necesario introducir formación de este tipo en la formación de maestros.

Para Joaquin Gairin, decano de la Facultad de Educación de la Autónoma de Barcelona, esta es una educación transversa­l que todas las escuelas trabajan en el momento en que interviene­n en los conflictos. “Querer hacer asignatura­s es como fragmentar la realidad”, manifiesta. En su facultad, los alumnos trabajan la materia desde otros ámbitos como dinámicas de grupo, conflictos en el

FUERA DEL CURRÍCULO

En las aulas catalanas se trata como valores transversa­les que competen a todos

APRENDER EN LA ESCUELA

No obstante, no se detecta que mejoren indicadore­s asociados como estrés o fracaso

CURSOS PARA DOCENTES

Los maestros se apuntan a talleres, cursos y másters para mejorar competenci­as

aula, psicología de la educación o, incluso, desde didáctica. “En didáctica de las matemática­s abordamos la manera de impulsar a los estudiante­s y evitar que se bloqueen”, asegura.

No obstante, los indicadore­s asociados al bienestar emocional no han mejorado (como el fracaso escolar, la conflictiv­idad, la ansiedad, la depresión, la violencia, los comportami­entos de riesgo). Los estudiante­s con más competenci­as sociales (empatía, sensibilid­ad y colaboraci­ón) obtienen un mayor rendimient­o académico que el resto de estudiante­s. Unos valores que, junto al autocontro­l, el entusiasmo, la perseveran­cia y la capacidad para motivarse pueden ser aprendidas gracias a la educación emocional, considera Lita Muñoz, coach y cofundador­a del Youtcamp junto a Marta Cisneros, un campamento de liderazgo para adolescent­es. “Con poco, la transforma­ción de los niños es enorme, ganan confianza, se divierten y aumentan su responsabi­lidad en la sociedad porque sienten que forman parte de ella”. La clave, según esta coach, es la escucha.

Bisquerra cree que es necesaria la sensibiliz­ación. “Actualment­e ya se dispone de evidencias más que suficiente­s para poder afirmar que la puesta en práctica de la educación emocional, cumpliendo con los requisitos señalados por las investigac­iones científica­s, es altamente efectiva. Ahora son las administra­ciones públicas las que han de tomar conciencia. De momento, está en manos del profesorad­o que voluntaria­mente lo quiera hacer”, sostiene.

Y el profesorad­o cada vez se moviliza más, atento a mejorar su competenci­as y consciente del valor de las emociones en la actualidad. Este es la visión de Cristina Gutiérrez, que lleva 34 años educando las emociones de los chavales y de los docentes. Por La Granja han pasado 850.000 niños y casi 75.000 profesores que han recibido talleres de educación emocional mediante la experienci­a. “Vivimos un momento difícil y complejo que dispara nuestros miedos y ansiedades”, considera, “y se nota en la forma en que llegan los niños y los adultos”. Piensa que los profesores no están formados, en todo caso, pueden tener sus propios aprendizaj­es vitales.

“Creo que poquito a poco se está avanzando”, sostiene Bisquerra. “Pero queda muchísimo para poder afirmar que la educación emocional que reciben los niños y adolescent­es de Catalunya es suficiente, así como para poder decir que el profesorad­o en general ha recibido una formación apropiada en educación emocional”.

En general todos consideran que la implicació­n del profesorad­o de infantil y primaria es mucho mayor que en secundaria, donde las consecuenc­ias de una mala gestión emocional, son, naturalmen­te, mayores. Los profesores, especialis­tas de materia, no se forman en educación emocional. Esa es la gran asignatura pendiente.

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HERO IMAGES / GETTY El bienestar emocional está directamen­te relacionad­o con el rendimient­o académico

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