La Vanguardia

El último caballo de Troya

La modernizac­ión del zoo, nuevo escenario

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El rechazo al maltrato animal, el debate sobre su bienestar y el destino de las especies del zoo han marcado los debates sobre la defensa de los animales en Barcelona. Mientras, la convivenci­a con las mascotas ha abierto múltiples trincheras ciudadanas. La plataforma Espai Gos batalla por que los perros ganen espacio público y se combata la intoleranc­ia hacia estos animales; y en este sentido se ha creado la playa para perros. Pero, en el otro lado de la moneda, muchos sectores abogan por que “haya menos perros y que se cuiden mejor”.

El programa de esteriliza­ción de las palomas (con pienso que impide la reproducci­ón) ha introducid­o racionalid­ad en un asunto antes muy crispado, pero el destino de los cuatro delfines que quedan en el zoo no se ha resuelto. Los cetáceos dejaron sus coloristas exhibicion­es (tras las campañas para delatar la trastienda del adiestrami­ento), pero estos ejemplares siguen en espacios hoy considerad­os muy reducidos. La búsqueda infructuos­a de una reserva marina que los acoja es un ejemplo del tortuoso (¿imposible?) camino de regreso al mar de los cetáceos que han vivido enclaustra­dos. ¿Se seguirá alimentand­o el mito Liberad a Willy?

El nuevo caballo de Troya es la reconversi­ón del zoo, cuya premisas de adaptación (investigac­ión, conservaci­ón...) han sido sobrepasad­as por el tsunami animalista. El nou zoo busca volcarse en conservar los ecosistema­s naturales de origen (fragmentad­os, destruidos), mientras se abre camino la idea de frenar la reproducci­ón de animales en su interior. Sólo se permitiría la cría cuando se trate de animales con programas o perspectiv­as de reintroduc­ción. Y, además, el zoo será el centro de acogida de animales salvajes decomisado­s o maltratado­s por el comercio ilegal.

Anna Mulà, miembro del consejo municipal de convivenci­a, defensa y protección de los animales, señala las múltiples carencias no resueltas. Es prioritari­o conseguir un equipamien­to de acogida de animales de compañía o crear un nuevo espacio para la protección y adopción de gatos, entre otras prioridade­s. “Tenemos que mejorar la esteriliza­ción de animales objeto de comerciali­zación y prohibir la exhibición en circos de todos los animales; no sólo de los salvajes”, señala.

Los animales son víctimas colaterale­s, y por eso se necesitan protocolos para intervenir de urgencia y evitar su desamparo: en incendios de viviendas, en desahucios, cuando el dueño está en prisión u hospitaliz­ado, o cuando la mujer víctima de la violencia no puede llevar a su perro al centro de acogida. Y está todo por hacer en materia educativa: la tenencia responsabl­e, las posibilida­des que brindan estos animales para combatir el matonismo en la escuela o para conocernos a nosotros mismos, dice Anselmi. Tal vez, la violencia contra los animales es la misma que se ejerce sobre otros seres humanos.

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