“Hace falta que los políticos dialoguen o no saldremos adelante”
Joan Planellas, presbítero, nuevo arzobispo metropolitano de Tarragona
Joan Planellas (Girona, 1955), presbítero y doctor en Teología, exrector del Seminario de Girona y actualmente sacerdote en el Baix Empordà y decano de la facultad de Teología, es el nuevo arzobispo metropolitano de Tarragona.
¿Ha sido una sorpresa?
Total. Días antes había muchos comentarios y los escuchaba con perplejidad, porque yo no estaba en las quinielas. Pero tras la sorpresa aparece el sentido de la responsabilidad. Hace 37 años que soy presbítero y he ido haciendo lo que la Iglesia me ha pedido. Después de una reflexión y plegaria, pensé que tenía que decir que sí, por sentido de responsabilidad y sabiendo que tengo que servir con humildad.
¿Qué le parece la decisión del Seguici Popular de Tarragona que por primera vez no irá a recibir el próximo 8 de junio a la máxima autoridad religiosa?
Me he enterado por los diarios, que hagan lo que crean oportuno.
Uno de los hechos que podrían haber pesado son los casos de abusos denunciados en la diócesis. ¿Prevé tomar alguna medida?
De momento he tenido conversaciones con gente de Tarragona y creo que no tenemos que enmendar a nadie. Hay un teléfono y un correo electrónico para que se puedan hacer denuncias. Y si se tienen que llevar a la justicia civil y eclesial se hará, lo tengo muy claro. Tiene que haber justicia, misericordia y transparencia. También está el derecho a la inocencia y un trabajo de rehabilitación, que no quiere decir borrón y cuenta nueva, pero según los expertos son cuestiones difíciles.
Desde algunos sectores lo atacan por la estelada del campanario de Jafre, una de sus parroquias, hecho que denunció la mujer de Albert Boadella.
Para mí es un tema pasado pero ya entiendo que vuelva a salir. La actividad de la Iglesia tiene que manifestar un gran amor por el país. ¿Quién no ama su tierra? Tenemos una cultura, una lengua y una dinámica
propias. Y la Iglesia se tiene que poner al servicio del pueblo que manifiesta este amor al país porque tiene la urgencia de anunciar el evangelio. Tiene que dar esperanza a un proyecto de vida reconociendo unos rasgos que llamamos nacionales, propios de Catalunya. Los documentos de nuestros obispos de los últimos años han defendido el derecho a promover todo lo que eso comporta, de acuerdo con la doctrina social de la Iglesia y reconociendo la personalidad y los rasgos nacionales de Catalunya. Dicho esto, también se tiene que añadir que la Iglesia no se tiene que identificar con ninguna opción política concreta, con ningún partido, si no volvemos al nacionalcatolicismo del pasado. Y el nacionalcatolicismo tanto puede ser de derechas como de izquierdas o de centro. O independentista o no independentista, según este lenguaje con el que ahora se nos clasifica, como sucedía en los 70 o 80 cuando los curas eran marxistas o fascistas. Estos simplismos no son buenos. Carles Cardó ya advirtió del drama de una Iglesia clasificada de derechas. Creo que ahora ya no es así. Desde el Concilio Vaticano II hay una constitución pastoral y la Iglesia no se identifica con ningún sistema político.
Catalunya vive un momento convulso...
Y toca resolverlo a los políticos. El Concilio Vaticano II hablaba del “difícil y nobilísimo arte de la política” y de la importancia de la preparación. Decía Rousseau que hace falta que cada uno renuncie a una parte para encontrar el bien común. Hace falta que políticos se sienten en una mesa y dialoguen de una vez, si no, no saldremos adelante.
¿Y qué puede hacer la Iglesia?
Tenemos que ser elemento de cohesión, curar heridas, calmar corazones exaltados, templar los ánimos... los sacerdotes hemos sufrido en las parroquias porque tenemos todas las tendencias y tenemos que valorar el peso de la inmigración de los años 50 y 60, hay gente que se ha sentido herida. Nuestra misión es curar heridas, pero los políticos deben ir delante.
¿La Iglesia puede ser mediadora en una negociación?
Directamente no está para hacer de árbitro, pero si nos lo piden desde varias partes se puede hacer. Pero si la Iglesia tiene que acabar haciendo de mediadora quiere decir que hay un déficit de democracia.
¿Qué retos se plantea?
Como dice el papa Francisco queremos una Iglesia en salida, evangélica y misionera, que ante una sociedad plural ofrece el Evangelio de Jesucristo. Lo que podemos aportar es un espíritu de servicio, una actitud propositiva, de diálogo abierto. Este es el plan pastoral.
Vivimos en una sociedad basada en valores cristianos pero con una práctica religiosa cada vez más reducida. ¿Es una enmienda a la totalidad en la Iglesia?
La Iglesia se mueve en tres grandes aspectos: la dimensión caritativa y social, quizá la que tiene más entrada; la de celebración, y la espiritual, la más difícil en la sociedad occidental. Se ha cambiado el interés por el “ser” por la del “tener” o “poseer”. Cuando un joven se pregunta por su futuro o por la carrera sólo quiere saber para qué le servirá. ¿Cómo respondemos? Con una Iglesia más sencilla, abierta, que haga propuestas positivas desde la fe.
Usted firmó el documento Iglesia catalana presente y futuro que pide un “camino conjunto y sinodal de las dos provincias eclesiásticas”. ¿Proponen una Conferencia Episcopal propia?
Este documento quiere potenciar lo que ya tenemos. Que los obispos de Catalunya formen parte de la Conferencia Episcopal Española (CEE)es una riqueza, implica una complementariedad dentro del territorio del Estado español. Pero por otra parte hablamos de una Iglesia catalana como una unidad pastoral. Tenemos experiencia sinodal, conciliar, desde el siglo VI. Y desde 1969 hay reuniones periódicas del obispos catalanes y este trabajo lo tenemos que fomentar. Ejemplos de esta unidad son el Ateneo Sant Pacià, la facultad de Teología, el Secretariado Interdiocesano de Catequesis...
Después del Concilio Provincial Tarraconense de 1995 se vivieron unos aires de renovación. ¿Nos hace falta otro concilio?
Yo no participé pero tuvo gran resonancia. La Iglesia se hizo la reflexión: ¿qué dices de ti misma? ¿Qué eres? Y una vez respondido estás más preparado para la misión evangélica. Es lo mismo del Concilio Vaticano II. Decía Pablo VI: quizá hemos hablado demasiado de la Iglesia y tenemos que reencontrar el eje, el hilo conductor del Evangelio. No sé si se tendría que hacer otro concilio provincial, primero se tendrá que hablar con otros obispos, pero si que nos tenemos que seguir haciendo estas mismas preguntas.
¿Cómo ayuda el Papa?
La reforma del papa Francisco significa una iglesia más sencilla, auténtica, menos clerical. Nos está diciendo volvamos al Evangelio, a Jesucristo, a las bienaventuranzas.
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