La Vanguardia

Detenido por asesinar a una menor en el bar al que entró a refugiarse

- M. NAVARRO

Pocos crímenes de los últimos tiempos resultan tan desconcert­antes como el ocurrido ayer por la tarde en el interior de una cafetería de la avenida de Mistral de Barcelona, en el distrito del Eixample. Una barcelones­a de 17 años fue asesinada de un profundo corte en el cuello cuando entró al establecim­iento, a refugiarse tras protagoniz­ar una monumental bronca en mitad de la calle con su novio. El grupo de homicidios de los Mossos d’Esquadra de Barcelona trataba ayer de encontrar alguna relación entre el dueño del bar, detenido poco después del crimen por una patrulla de la Guardia Urbana en Ciutat Vella, y la víctima. Por increíble que parezca, podría ser que ni siquiera se conocieran. Y que el fatal encuentro fuera absolutame­nte casual, aunque anoche los investigad­ores no daban por cerrada ningún hipótesis de trabajo.

Fue el propio novio de la joven asesinada el que alertó al 112 para advertir que un hombre había herido a su novia en un bar, y que la chica no se movía, estaba tendida en el suelo sobre un gran charco de sangre. El novio se había refugiado en una panadería que hay justo enfrente de la cafetería muy nervioso y sin saber qué hacer. Allí contó a las trabajador­as lo que algunos transeúnte­s ya vieron. Había protagoniz­ado una pelea en mitad de la calle con su chica. Y ésta, por lo que dijo, entró en la cafetería. Después contó que ya no pudo entrar, porque alguien cerró la puerta por dentro y empezó a escuchar gritos de su chica. Pero no pudo hacer nada.

El establecim­iento, regentado por Farid, un marroquí de 32 años que llevaba mucho tiempo viviendo en Barcelona, había abierto hacía muy poco. Ni tres meses llevaba abierto, según las trabajador­as de la carnicería que está justo al lado. Y últimament­e parecía que estaba cerrado. O no sabía muy bien cuando abría o cuando cerraba. Precisamen­te una de las camareras de la cafetería contó ayer que recibió la llamada de su jefe pidiéndole si conocía de algún cocinero para contratar, porque le quería dar otro aire al negocio.

“Hacía cinco días que nos había dicho a todos que no fuéramos a trabajar, que cerraría por un tiempo, pero sin darnos ninguna explicació­n. Algo le pasaba porque estaba muy demacrado ultimament­e”, contó la joven ayer a las puertas del local.

El hombre trajinaba ayer en el interior de su cafetería, cuando la joven irrumpió de repente. Al poco rato, el novio de la chica trató de ir detrás, pero la puerta estaba cerrada por dentro, y escuchó gritos de ella. Entonces la puerta se abrió, y vio al presunto asesino huir del lugar manchado de sangre y subido en una bicicleta.

Cuando el joven entró en la cafetería, su novia yacía ya en mitad del comedor principal sin vida, en mitad de un charco de sangre, y con una herida profunda de arma blanca en el cuello.

Los Mossos habían iniciado la búsqueda del sospechoso, cuando una pareja de la Guardia Urbana vio a un tipo lleno de sangre y en actitud recelosa en las cercanías en la calle Hospital de Ciutat Vella. El hombre quedó detenido, acusado del crimen.

Pese a que la cafetería, Bar 69, había abierto hacía muy poco, los trabajador­es del resto de negocios de la avenida Mistral conocían ya la cafetería de Farid. Contaban que tanto él como el resto de empleados eran muy amables.

La joven discutió con su novio y entró en una cafetería donde fue apuñalada por el dueño del establecim­iento

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