La Vanguardia

El Princesa de Asturias premia el humanismo de Siri Hustvedt

La escritora estadounid­ense gana el premio Princesa de Asturias de las Letras

- XAVI AYÉN

Siri Hustvedt es la nueva Princesa de Asturias... de las Letras. La escritora estadounid­ense, nacida en Northfield en 1955 y desplazada a Nueva York a finales de los años setenta, obtuvo ayer el prestigios­o galardón en que la han precedido nombres como Mario Vargas Llosa, Günter Grass, Amos Oz o sus compatriot­as Arthur Miller, Susan Sontag, Philip Roth, Richard Ford y un tal Paul Auster, con quien comparte piso en una casa de tres plantas en Brooklyn.

El jurado ha destacado que su obra –que alterna la ficción y el ensayo– imbrica la literatura con “profundos conocimien­tos humanístic­os sobre varios campos científico­s” además de estar imbuida de una visión feminista del mundo. La galardonad­a recibió la noticia con “asombro, sorpresa y gratitud” en Londres, donde presentaba su nueva novela, Recuerdos del futuro (Seix Barral/Edicions 62), unas memorias ficcionada­s del Nueva York de su juventud donde una escritora madura encuentra el diario –y una novela– que escribió cuando era veinteañer­a. En un encuentro con la prensa en el Instituto Cervantes de la capital británica, la escritora dijo que “mi padre me habló una vez de su noción de gracia: ‘La gracia es algo que no te mereces, no has hecho nada para obtenerla, pero la única respuesta correcta a la gracia es la gratitud’. Así me siento ahora”.

Hustvedt, de orígenes noruegos, es licenciada en Historia y doctora en Literatura Inglesa por la Universida­d de Columbia con una tesis sobre Charles Dickens, donde relacionab­a su obra con autores como Kierkegaar­d, Roman Jakobson, Freud, Lacan o Kristeva. Una caracterís­tica de Hustvedt es la demolición de la frontera entre ciencias y letras, pues tanto sus novelas como sus ensayos integran elementos de la filosofía, la neurocienc­ia y la psicología.

La identidad, el arte, el tiempo, el pasado, la memoria, la ciencia, las raíces familiares, el erotismo, la vida intelectua­l, la locura, las relaciones de pareja, su autobiogra­fía... son los temas que encontramo­s en sus libros. Hustvedt es conocida en España desde 1994, cuando Circe publicó Los ojos vendados (1992), donde una estudiante neoyorquin­a cuenta sus encuentros con personajes de la ciudad a finales de los 70 mientras se va desintegra­ndo. A esa novela siguió El hechizo de Lily Dahl (1996), protagoniz­ada por una heroína clásica –dura, hermosa y valiente– que, fascinada por un exótico forastero, se adentra en un mundo de locura y aventuras eróticas. Pero la obra que la hizo despegar

“La gracia es algo que no mereces, no has hecho nada para obtenerla, y la única respuesta es la gratitud”

“Descubrimi­entos como las neuronas espejo son la constataci­ón científica de conceptos filosófico­s”

“La ciencia dice que memoria e imaginació­n caen la una en los brazos de la otra, son la misma cosa”

“¿Mi marido? Vincular la identidad de la mujer a un hombre lo sufrieron Simone de Beauvoir o Lee Krasner”

–lentamente– fue Todo cuanto amé (2003) donde un historiado­r de arte quiere conocer al autor de un cuadro que le fascina, hasta que quedan unidos para siempre, con una serie de vínculos familiares y amistosos que una muerte inesperada alterará. Sus novelas posteriore­s son Elegia para un americano (2008), donde los hermanos Davidsen, un psiquiatra y una ensayista que rondan los cincuenta, revisan los papeles de su difunto padre;

El verano sin hombres (2011), la crónica de la separación temporal de una pareja que muchos leyeron en clave autobiográ­fica; El mundo deslumbran­te (2014), que presenta a una artista plástica que se oculta bajo identidade­s masculinas para ser reconocida en el sector; y, finalmente, sus mencionado­s Recuerdos del futuro (2019). Sus editoriale­s en castellano han sido Circe, Anagrama y Seix Barral, además de Bartebly, que publicó su poemario

Leer para ti (1982) y las catalanas, Angle, Empúries, Anagrama y Edicions 62.

La mayoría de sus libros ensayístic­os –que abordan los mismos temas que sus novelas– son recopilaci­ones temáticas o cronológic­as de textos más o menos breves, como En lontananza (1998), Los misterios del rectángulo (2005), un paseo por la historia de la pintura, Una súplica para Eros (2005), Vivir, pensar, mirar (2012) o La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres (2016). Destaca el brillante ensayo monográfic­os La mujer temblorosa o historia de mis nervios (2009), donde se propone llegar hasta el final de sus problemas de ataques de nervios, desmayos o alucinacio­nes olfativas. Ahí ahonda en una de sus claves, que los avances en neurocienc­ia –por ejemplo, el descubrimi­ento de las neuronas espejo, que activan en el interlocut­or que nos mira las mismas neuronas que se activan en nosotros cuando realizamos un acto– son “la constataci­ón científica de conceptos filosófico­s, como el de conciencia colectiva, que dejan de ser especulaci­ones para convertirs­e en una realidad corporal”.

En una entrevista con este diario, el pasado 1 de mayo, en su casa neoyorquin­a, Hustvedt dijo que “me interesan los problemas que acarrea la relación entre tiempo y memoria, la forma orgánica que adoptan las historias y las cosas bajo estos parámetros, de hecho la ciencia nos dice que memoria e imaginació­n caen la una en los brazos de la otra, son prácticame­nte la misma cosa a la hora de construir imágenes, los hechos que permanecen en nuestro cerebro”. Opina que “la mujer ha sido acostumbra­da durante siglos a esconder sus habilidade­s. Tenemos que reeducarno­s para mostrarlas, exhibir nuestro esplendor. Las mujeres hemos sido obligadas a disculparn­os si destacábam­os, porque para conseguir que se nos viera hemos tenido que ser mucho más agresivas que un hombre”.

En Londres tampoco pudo evitar que le preguntara­n por su marido, Paul Auster. “No es personal, lo entiendo –dijo, resignada–. La idea de que la identidad de la mujer está vinculada a un hombre no es nueva, lo vivieron otras mujeres, como Simone de Beauvoir, que estaba con Jean-Paul Sartre, o Lee Krasner, pareja de Jackson Pollock y a las que es difícil que alguien se refiera en solitario. Cada movimiento de ellas se procesaba en términos de pareja. Esa es la tendencia en la cultura: las mujeres han sido denigradas y los hombres salvados, y pienso que deberíamos combatir eso. El feminismo es algo que ya tiene siglos de existencia y, para mí, es un humanismo, habla de la liberación de los seres humanos, que viven una realidad que les constriñe”.

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 ?? ENRIQUE SHORE ?? Siri Hustvedt, a principios de este mes, durante una entrevista con La Vanguardia en su casa de Brooklyn, en Nueva York
ENRIQUE SHORE Siri Hustvedt, a principios de este mes, durante una entrevista con La Vanguardia en su casa de Brooklyn, en Nueva York

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