Pablo Ibar esquiva la pena de muerte y es condenado a cadena perpetua
El reo español llevaba 16 años en el corredor de la muerte de EE.UU.
La suerte de Pablo Ibar está echada. Había una disyuntiva, ¿vida o muerte?, ¿cadena perpetua o pena capital? Después de una tensa espera, la moneda cayó por el lado de la cara. El jurado se decidió por la cadena perpetua. Sus familiares se abrazaron y lo festejaron.
Ibar no volverá al corredor de la muerte. Esa ya es una gran victoria. La decisión de la pena de muerte debía ser por unanimidad, como el veredicto. Si todos no lo veían igual, había cadena perpetua. Y esta es al parecer la situación que se produjo, tras algo más de dos horas de deliberación
Esto no es el final. Sin la sombra de lo peor (ya no pueden volver a pedir la pena máxima) los abogados defensores afrontarán con más tranquilidad el recurso a la sentencia para tratar de demostrar la inocencia. Según su versión, tienen margen de recorrido a partir de la interpretación de las pruebas y en la actitud del juez, que consideran ha sido demasiado escorada hacia la acusación. Creen que el magistrado ha potenciado a la Fiscalía y ha limitado su capacidad de actuación a la hora de presentar testimonios y pruebas.
El hispano estadounidense recibió el pasado 19 de enero un nuevo veredicto de culpabilidad por un triple crimen ocurrido en 1994, en una localidad del área metropolitana de Miami. A Ibar, de 46, ya lo sentenciaron a la pena capital en el 2000, pero el juicio y la condena luego quedaron anulados en el 2016 por el Tribunal Supremo del estado de Florida, por mala defensa y pruebas débiles.
Excepto por la sustitución del integrante que mostró remordimientos por apoyar el veredicto de culpabilidad –“sentí una extraordinaria presión”–, ese mismo jurado se ha reunido otra vez estas dos últimas semanas en el tribunal del condado de Broward. Ha escuchado a familiares de las tres víctimas, que ha expresado su dolor por las pérdidas y apoyado la petición del fiscal de la pena capital.
También han tenido su oportunidad los familiares y amigos de Pablo Ibar, que han hablado de su bondad, de lo que supondría enviarle a la muerte en medio de tantas dudas. Alli estuvieron, entre otros, Cándido Ibar, el padre, o el embajador de España en Estados Unidos, Santiago Cabanas o el cónsul en Miami, Cándido Creis.
El turno lo cerró Tanya Ibar Quiñones, la esposa, en un testimonio de gran intensidad emocional que hizo que el propio acusado rompiera a llorar. Tanya aseguró a los miembros del jurado que Pablo “es un hombre bueno”, “un padre ejemplar” para sus hijos de siete y doce años, al que “admiran” y que no se pueden imaginar “vivir sin él”.
Tanto el juicio como esta vista para la sentencia han provocado numerosas quejas de los abogados defensores y de los familiares del encausado. El propio Ibar no pudo reprimirse y en la sesión del lunes arremetió contra el juez Dennis Bailey, acusándole de tener prejuicios contra él y ponerse siempre al lado de la Fiscalía.
La anulación del 2016, y la consiguiente orden de repetir la vista oral le permitió a Pablo Ibar salir del corredor de la muerte, en el que había pasado 16 años. “Yo no era un ángel, frecuentaba malas compañías, pero no soy un asesino”, ha repetido en diversas entrevistas el hijo de Cándido, hoy de 74 años, que en su juventud se mudó a Florida como jugador de pelota vasca. Había debutado profesionalmente en Barcelona. Su hermano, tío de Pablo, fue el malogrado boxeador Urtaín, campeón de los pesos pesados.
El litigio continuará con los recursos, pero sin la posibilidad de que Ibar vuelva a ser condenado a muerte