La Vanguardia

El adiós de Susana Díaz

La dirección del PSOE apunta a Montero para el relevo en el socialismo andaluz

- JUAN CARLOS MERINO

Pedro Sánchez espera que Susana Díaz certifique el fin de su proyecto socialista tras las elecciones municipale­s de este domingo en Andalucía.

“Será lento, pero inexorable”, pronostica­n los fieles a Pedro Sánchez en el PSOE sobre el final de la trayectori­a política de Susana Díaz, la todavía líder de los socialista­s andaluces, quien, no obstante, se sigue defendiend­o con uñas y dientes.

El propio Sánchez certificó el fin del proyecto político de Díaz la noche del pasado 2 de diciembre, con su amarga victoria en las elecciones andaluzas en las que perdió la presidenci­a de la Junta después de 36 años ininterrum­pidos de gobiernos socialista­s. Y la puntilla fue el triunfo de Sánchez en las generales del pasado 28 de abril, también en una Andalucía donde superó el millón y medio de votos y recuperó con creces a los 400.000 electores que en diciembre optaron por quedarse en casa y no respaldar a Díaz.

En el PSOE dan por hecho que el eterno pulso entre Sánchez y Díaz quedará definitiva­mente zanjado a favor del primero tras las elecciones municipale­s de este domingo en Andalucía, donde confían de nuevo en ser la primera fuerza electoral y en poder mantener bastiones como la alcaldía de Sevilla, donde opta a la reelección el socialista Juan Espadas. Y después, en Ferraz consideran que la suerte final de Díaz estará echada. Hasta el punto de que incluso algunos de los otrora fieles a la líder andaluza le recetan ya que “negocie una salida”. “Debería pactar su paso atrás”, recomienda­n a Díaz. La guerra con Sánchez, piensan, hace tiempo que la perdió. “Ella ya está achicharra­da, aunque no quiera darse cuenta”, advierten. “Pero le ha salido todo mal”. Y la ven cada vez más sola.

Nadie olvida el pasado. Díaz abanderó a las huestes que desalojaro­n a Sánchez de la secretaría general del PSOE en el 2016. “Muerto el perro, se acabó la rabia”, celebraron. Pero Sánchez resurgió de sus cenizas, y arrasó a Díaz en las primarias del 2017 en las que recuperó el cargo. Desde que llegó a la Moncloa en el 2018 su poder en el PSOE ya es incontesta­ble, mientras que la estrella de Díaz, sobre todo tras perder la presidenci­a de la Junta, se apaga inevitable­mente. Sánchez aún tiene pendiente su investidur­a como nuevo presidente del Gobierno y cuenta con otros mil frentes abiertos, pero no descuida ningún flanco. Y mucho menos el andaluz.

Tras la pugna por la elaboració­n de las listas electorale­s del 28-A, Díaz ya perdió a la mayoría de sus fieles en el grupo socialista en el Congreso, que en el mejor de los casos fueron desplazado­s al Senado cuando no expulsados. El duelo por el fallecimie­nto de Alfredo Pérez Rubalcaba, que reunió a Díaz y Sánchez en el dolor, tampoco les volvió a aproximar políticame­nte, por mucho que Felipe González clamara por la integració­n. De hecho, en la campaña de las elecciones generales, en Ferraz reprochaba­n que la militancia andaluza estaba mucho más movilizada, por sí misma y “a pulso”, que los aparatos territoria­les que aún controla Díaz.

Y ahora, tras el 26-M, una de las últimas escaramuza­s de esta cruenta batalla entre Sánchez y Díaz tendrá como objetivo las presidenci­as de las diputacion­es provincial­es en Andalucía, importante­s focos de poder territoria­l y económico que el líder del PSOE no está dispuesto a entregar a su eterna adversaria interna. “Eso es lo que toca”, advierten los fieles a Sánchez.

Después, ya se procederá al relevo en el liderazgo del PSOE andaluz, que en Ferraz confían en que no tenga que producirse por la fuerza, sino de manera natural y tranquila. Sin gestoras ni congresos extraordin­arios a sangre y fuego. Se cumpliría así el pronóstico que en la dirección del PSOE ya hicieron en la traumática noche electoral del pasado 2 de diciembre: “Susana caerá como fruta madura”.

Todos en el equipo de Sánchez apuntan en la misma dirección para suceder a Díaz: la actual ministra de Hacienda en funciones, la también sevillana María Jesús Montero. “Es la mejor, sin duda”, resaltan. Y eso pese a que está previsto que Montero mantenga su silla en el nuevo Consejo de Ministros, e incluso sea premiada con la vicepresid­encia económica del Ejecutivo, junto a la vicepresid­encia política que muchos consideran ya que revalidará la cordobesa Carmen Calvo.

La campaña electoral de Sánchez recaló ayer de nuevo en Andalucía,

“Será lento pero inexorable”, vaticinan en Ferraz sobre el final de la trayectori­a política de la líder andaluza

“Debería pactar su paso atrás”, recetan ya hasta los antiguos fieles de la expresiden­ta de la Junta de Andalucía

otra vez en recintos de muy pequeño aforo. El líder del PSOE volvió a estar acompañado por Díaz en los mítines que protagoniz­ó por la mañana para impulsar a la aspirante a la reelección como alcaldesa de Córdoba, Isabel Ambrosio, y por la tarde para arropar al candidato a la reválida como alcalde de Sevilla, Juan Espadas.

Todo fueron besos, abrazos y susurros cómplices entre Sánchez y Díaz, como siempre se prodigan en los actos públicos que comparten. Pero si en la campaña de las generales Díaz aseguraba que el triunfo socialista la devolvería a ella a la presidenci­a de la Junta “más pronto que tarde”, ayer Sánchez auguró que si ganan las municipale­s, “muy pronto Andalucía volverá a ser gobernada... por el PSOE”.

“¡Pedro va a ser un grandísimo presidente de este país!”, proclamó Díaz. Y Sánchez agradeció a la todavía líder de los socialista­s andaluces el esfuerzo de movilizaci­ón que le atribuyó en esta campaña. “Gracias, Susana, por tu trabajo”, le dijo. Y ya sonó a despedida anticipada.

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JOSE MANUEL VIDAL. / EFE Susana Díaz y Pedro Sánchez, antes de iniciar el mitin de ayer en Sevilla

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