La Vanguardia

La revuelta de los ‘tories’ contra el nuevo plan del Brexit pone a May en la cuerda floja

Los británicos acudieron ayer a las urnas en unas elecciones europeas que esperaban no tener que llegar a celebrar

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

Theresa May puede estar viviendo sus últimas horas en el número 10 de Downing Street. La última iniciativa de la primera ministra británica para tratar de hacer aprobar su proyecto de Brexit –ofreciendo concesione­s a la oposición– ha sublevado a su partido, que amenaza con defenestra­rla. Mientras, los británicos acudieron ayer a votar en unas elecciones europeas que ya no esperaban.

El sitio de Downing Street pasará a la historia junto a los de Sagunto, Sarajevo o Stalingrad­o. Pero en vez de ser una íbera asediada por el ejército cartaginés de Aníbal Barca, una bosnia en el punto de mira de las tropas de la República Srpska o una rusa hambrienta por culpa de los nazis, Theresa May es una primera ministra de la que se quiere deshacer todo el Reino Unido, al margen de ideologías o posiciones sobre el Brexit, pero en especial su propio Partido Conservado­r.

Las presiones para que anuncie de una vez por todas la fecha de su salida se hicieron ayer casi irresistib­les, tras la dimisión el miércoles por la noche de Andrea Leadsom, líder de los Comunes, el ministro número 36 que pierde desde su llegada hace tres años al poder. El secretario del Foreign Office, Jeremy Hunt, y el titular de Interior, Sajid Javid, le han informado de que no pueden votar a favor de su acuerdo del Brexit. El líder del Comité 1922 (grupo parlamenta­rio tory ) la va a recibir hoy con un ultimátum: o dice que se va antes del 10 de junio, o se cambiarán las reglas para que pueda ser objeto de una moción de confianza, a pesar de que ganó una en diciembre pasado. Ahora no sobrevivir­ía.

En vez de resistirse a lo que desde hace tiempo es inevitable, May ha convertido Downing Street en un búnker y colocado un sofá delante de la puerta que dice número 10. Su aislamient­o es total y absoluto, hasta el punto de que ni siquiera atiende a las llamadas telefónica­s de ministros y diputados por miedo a que le digan que ha llegado su hora. Hace tiempo que perdió todo vestigio de autoridad, ahora ha renunciado también a la dignidad de irse motu proprio, en un momento de su libre elección (relativame­nte). El país lleva tiempo en piloto automático, sin un líder de facto, ya no aguanta más. La basura se acumula.

“Por amor de Dios, vete”, le dijo en 1940 Leo Amery (ministro para India y Birmania) a Neville Chamberlai­n después de que quisiera negociar con Hitler. “Por amor de Dios, vete”, le ha dicho la mayoría del Gabinete a May después de que pretendier­a resucitar su plan del Brexit aceptando la posibilida­d de un segundo referéndum y de una unión aduanera (demandas laboristas). Pero en vez de irse, May –que no tiene sentido del ridículo y es la versión política de esos norteameri­canos que visten con unos pantalones rojos y una camisa a cuadros de colores estridente­s– ha cancelado la presentaci­ón de la ley para la Salida de Europa, que hace sólo unos días prometió que se votaría la semana del 3 de junio, y ha dicho que “por demanda popular” (como decían los antiguos carteles que anunciaban películas de cine o espectácul­os teatrales) va a cambiar su contenido para que sea más digerible a los euroescépt­icos.

Así que todo está una vez más en el aire. No se sabe si May presentará a votación por cuarta vez su acuerdo con Bruselas, ni cuándo lo hará, ni cómo lo modificará (probableme­nte eliminará las referencia­s al segundo referéndum y la unión aduanera). El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha dicho que no le sorprender­ía la solicitud de otra prórroga el 31 de octubre, y no es el único. Lo que sí parece claro es que los tories tendrán nuevo líder (y el país nuevo primer ministro) antes del verano, y que con la actual aritmética parlamenta­rio no hay solución posible al psicodrama del Brexit.

May llegó al número 10 porque nadie quería limpiar la basura dejada por el referéndum, pero como barrendera ha resultado ser pésima. Sólo ha removido la inmundicia, hasta que el hedor se ha vuelto inaguantab­le. Ha querido mantener la unidad del Partido Conservado­r y lo ha fragmentad­o. Ha querido ser centrista y ha radicaliza­do la política hasta el punto de abrir las puertas al ultraderec­hista Farage. Prometió defender los intereses de todos los británicos y tiene paralizado el país. Su new deal ha sido rechazado. Pero es que ella no es Roosvelt. Más quisiera.

MARCHA ATRÁS

Cancela los planes para que su plan del Brexit sea sometido a votación la semana del 3 de junio

MOMENTO CLAVE

Hoy se reúne con el grupo parlamenta­rio ‘tory’: quiere que se vaya antes del 10 de junio

 ?? TOBY MELVILLE / REUTERS ?? La primera ministra británica, Theresa May, y su esposo, Philip, ayer tras votar para el Parlamento Europeo en medio de la tormenta del Brexit
TOBY MELVILLE / REUTERS La primera ministra británica, Theresa May, y su esposo, Philip, ayer tras votar para el Parlamento Europeo en medio de la tormenta del Brexit

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain