Rodalies, el gran ausente de la campaña
LLEGA el final de la campaña para las municipales y apenas se ha hablado del principal problema de movilidad de Barcelona y su entorno, más allá del área metropolitana. Las cercanías del ferrocarril han estado ausentes y las apelaciones programáticas de los partidos apenas merecen unas pocas y obvias líneas, la mayoría por supuesto exigiendo al Estado que cumpla con sus reiteradas y olvidadas promesas. A juzgar por el eco que ha tenido la cuestión durante la campaña no parece que los ferrocarriles de cercanías sea el sistema de movilidad utilizado por más de 116 millones de viajeros en el 2018, tres millones más que el año anterior, y que sigue mostrando las mismas obsolescencias que hace 40 años por una falta de inversión clamorosa.
Es más que sabido que los reiterados fallos de todo tipo que afectan casi a diario a las líneas de Rodalies que tienen su destino o su origen en la capital catalana se deben a un enorme desequilibrio entre las inversiones que ha precisado el AVE radial, con centro en Madrid, y las que precisan los servicios de ferrocarril que comunican las diversas capitales españolas con su vecinos más próximos. Un desequilibrio que en el caso de Barcelona supone un auténtico cuello de botella para la vida económica y social de sus habitantes y que, a pesar del clamor
de protestas que ha generado desde hace años y del lógico malestar que sigue provocando, su solución es el gran tema pendiente de la movilidad en Catalunya.
La sucesión de inversiones prometidas y de presupuestos no ejecutados para la necesaria puesta al día de una infraestructura tan vital es tan larga que haría enrojecer al más cínico. Y, sin embargo, a los políticos que pretenden gobernar la capital catalana apenas si les ha merecido una poquísima atención durante la campaña, quizás con el argumento de que no se trata de una cuestión de competencia municipal. Pero todos reconocen que los problemas de la movilidad en Barcelona y su área metropolitana vienen causados por un muy deficiente sistema de Rodalies. Y siendo como es uno de los grandes problemas que afectan a todos los ciudadanos, incluidos los barceloneses, era de esperar que los candidatos dedicaran una buena parte de su esfuerzo comunicador a la cuestión.
Gane quien gane en Barcelona, es de esperar que contando con los demás grupos del plenario, se disponga desde el primer día a tratar de que el Estado cumpla con sus obligaciones en Rodalies. Son demasiados años de espera de las necesarias inversiones para resolver la obsolescencia de un sistema que causa, un día sí y otro también, mucho malestar e indignación ciudadana.