Jóvenes atrapados en la incertidumbre
Sébastien Marnier filma un intenso thriller con trasfondo de denuncia social
Un profesor de instituto abre la ventana de clase y, tras observar cómo sus doce alumnos realizan un examen en completo silencio y salpicados por un calor intenso, parece atraído por una fuerza externa que le empuja a lanzarse al vacío. El golpe seco obliga a los chicos a levantarse de sus asientos, pero seis de ellos reaccionan prácticamente sin inmutarse, mirando fijamente desde la ventana el cuerpo inmovilizado del maestro.
¿Estarán implicados de alguna manera en este extraño suceso? De esta guisa arranca el segundo largometraje del director y escritor francés Sébastien Marnier, La última lección, un thriller intenso que juega con el espectador durante cerca de dos horas para guiarlo por situaciones totalmente impredecibles que tienen como objetivo reflexionar sobre un mundo que deambula en la cuerda floja. Basada en la novela La hora de la salida, de Christophe Dufossé, a Marnier le llamó la atención las cuestiones sociales que abordaba Dufossé en su texto, pero su idea era hacer un filme de angustia, casi de horror, describiendo terrores adolescentes salpicados por la inquietante banda sonora de Zombie Zombie.
“Desde que leí el libro por primera vez hace quince años hasta ahora el mundo y la sociedad han cambiado mucho y quería reflejar en el cine los miedos de una generación de jóvenes para, al mismo tiempo, hablar de los míos”, confiesa a La Vanguardia.
El profesor interino Pierre Hoffman (Laurent Lafitte) es el encargado de tomar las riendas de esa reducida clase de alumnos brillantes que forman parte de un grupo experimental de uno de los colegios más prestigiosos de Francia. Pese a sus buenas intenciones, Hoffman no consigue acceder a esos jóvenes enigmáticos que jamás sonríen ni expresan sentimientos. Por eso intentará averiguar qué es lo que traman y se verá absorbido por un peligroso juego que le llevará al borde de la locura. “Esos chicos actúan en el filme como señales de alarma. Aunque resulten extraños en su comportamiento, representan una generación de jóvenes que vive en medio del caos, pero toman conciencia colectiva y se implican en una lucha ante un peligro inminente. Por eso hay que escucharles”.