Bonsái lírico
Diana Damrau & Xavier de Maistre
Obras: Mendelssohn, Liszt, Rachmaninov, Vlasov, Hahn, Renié y Poulenc
Lugar y fecha: Palau de la Música Catalana (22/V/2019) Encendida ovación la del público que llenó la mitad del Palau de la Música Catalana para el recital de la soprano alemana Diana Damrau y el arpista francés Xavier de Maistre. Contrastó el entusiasmo generado en un recital de lied, con aplausos y rugido de fans más propio de un recital de ópera en el Liceu. No fue para menos, pues la diva muniquesa ofreció un preciosista florilegio donde cantó lieder alemanes, romances rusos y mélodie francesa, con un canto refinado propio de una estrella. Perfecta adecuación tímbrica, articulación y medido fraseo en su lengua natal, con unos Mendelssohn de notas flotantes, fiato
generoso, expresividad y búsqueda de la belleza del sonido merced a una emisión pulida y de limpia proyección. Hermosísimo el conclusivo Das Mädchens Klage.
De Maistre se mostró comunicativo y muy atento a Diana, elegante y cómplice, siempre en segundo plano a pesar de ser igual de protagonista. Lástima que su solo del Rossignol de Liszt quedó algo parco a nivel expresivo. Con Rachmaninov, Damrau ofreció un canto más operístico y virtuosista, con un atractivo
mezza di voce en el irresistible
Zdes’khorosho. A dúo cerraron la primera parte con un Vlasov donde la mezcla mórbida de la voz de Damrau con los arpegios del arpa de De Maistre sedujo un auditorio rendido.
En la segunda parte con el mundo más sofisticado de la mélodie francesa, Damrau alardeó de dicción y compensó un registro medio y grave algo sordo con atractiva expresión, como en la voluptuosa L’enamourée de Hahn. En su segundo solo, De Maistre demostró su gran técnica de manos con la virtuosista
Légende de Renié. Una Damrau empática e impecable cerró con Poulenc y su ciclo Le Court Paille un recital cuidado al detalle, con un minimalismo interpretativo como si de un bonsái lírico se tratase. El público estalló en fervorosos aplausos que fueron compensados con dos Strauss fraseados como dos perlas:
Nichts y Wiegenlied. Pero fue con la Villanelle de Eva dell’Acqua y sus filigranas y agudos medidos con bisturí vocal por Damrau lo que llevó al público a la catarsis final.