La Vanguardia

Un triste final de temporada

- José María Brunet

Podría, como hizo Pablo Neruda, escribir los versos más tristes esta noche. Escribir, por ejemplo, “es tan corto el amor, y es tan largo el olvido”, o bien decir “es tan corta la Champions, y es tan larga la Liga”. Pero no. No debo hacerlo. No hay razones para el abatimient­o. Volverá la luz.

Ahora todo se acaba y se nos viene encima una larga noche negra, azabache, de aullidos sin fútbol. Y sin goles, sin VAR, sin nada de lo que más sentido da a la vida. Este año no hay Mundial, ni Eurocopa. Sólo nos queda esa final con el Valencia, un partido importante, pero que ahora suena a cita de consolació­n, después de lo de Liverpool. ¿Dónde buscar esperanza y consuelo?

Segurament­e, en las comparacio­nes. Si de tristeza se trata, hay otros que no levantan cabeza. Volví el otro día al Bernabeu, y pude comprobar lo que es la soledad y el abandono. Jugaban los blancos contra el Betis, y para los del fondo sur, los ultras, debía haber paga doble, porque era la única grada sin calvas y con pocos huecos que rellenar.

Hasta que los béticos marcaron el segundo, y ya con el marcador 0 a 2, pareció que los últimos minutos se jugaban a puerta cerrada. Se fueron todos, para no ver aquel desigual choque con un final de muñecos rotos. Se fue hasta el árbitro, Undiano Mallenco, que pitaba su último encuentro de Liga, aunque mañana hará la segunda despedida en el Benito Villamarín, para dirigir ese partido de Copa con aires de final mediterrán­ea. Un Barça-Valencia que el equipo ché va a jugar con rabia, como si fuera en la cubierta del Titanic, porque hace mucho que no tocan trofeo.

No estaría mal que el Barça hiciera un partido serio, con llegadas al área y tiros lamiendo el poste, incluso por fuera. Aunque el sueño estaba en llegar al Wanda Metropolit­ano, el estadio alicatado

Los chés van a jugar mañana la final con rabia, como si fuera en la cubierta del ‘Titanic’, porque llevan mucho sin lograr trofeos

del Atlético de Madrid, que ni con césped y gradas de luxe logra salirse de las canciones de Sabina.

¡Qué manera de perder!, dice el de la voz nocturna y ronca. ¡Qué manera de perder jugadores!, digo yo. Se les va Godín, se les va Griezmann, ya veremos adónde, y por cierto despidiénd­ose con un vídeo que parecía filmado en el patio de la prisión de Alcatraz.

Podríamos completar el cuadro con los que descienden. El pobre Rayo, que empezó la temporada teniendo que cerrar su campo porque no era seguro, el efímero Huesca o el bendito Girona de Eusebio, al que debería suceder en el banquillo el general Álvarez de Castro, experto en resistir cercos y asedios.

Lo dicho. Los versos más tristes esta noche. Del Getafe, me voy a hacer del Getafe, para aprender de Bordalás, su entrenador, porque me gusta su filosofía de luchador a la americana. “He recogido en Almería sandías y melones –decía en una entrevista–, he repartido periódicos por la calle, y cuando la vida no es fácil aprendes que con trabajo lo puedes conseguir todo”.

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