Flotar en el mar Muerto y sumergirse en los baños Széchenyi
Ubicado a 435 metros bajo el nivel del mar,
el mar Muerto es una maravilla natural que, lamentablemente, cada año pierde un poco de profundidad. Entrar en sus tranquilas aguas y notar cómo todo el cuerpo se eleva hasta la superficie es una sensación que hay que vivir al menos una vez en la vida. Lo podréis hacer en Israel, Palestina y Jordania, donde algunos hoteles y spas cuentan con recintos privado para descansar en este mar sin prácticamente gente alrededor. Antes de entrar, y con la idea de potenciar el sentido del tacto, os recomendamos recubrir todo el cuerpo con barro del fondo del mar, que es muy rico en sales minerales. Una vez dentro, la moda es clara: todo turista que se precie se hace una foto simulando que lee un periódico mientras flota en el lago salado más bajo de la tierra. Y cuidado: si sumergís la cabeza,
¡los ojos os van a picar durante un buen rato!
Donde sí podemos sumergirnos sin problemas es en las piscinas termales ubicadas en entornos naturales o históricos. Uno de nuestros centros favoritos son los baños
Széchenyi, en Budapest, considerados los mayores baños termales medicinales de Europa. El recinto esconde decenas de piscinas termales en un impresionante edificio con aires de palacio, y ofrece diversos tratamientos corporales para mimar los sentidos.