Finca Serena, un nuevo hotel de ensueño en Mallorca
“Me interesa el lujo de lo sencillo,
de las cosas bien hechas sin falsos artificios”, explica el hotelier Pau
Guardans sobre Finca Serena, un nuevo y encantador establecimiento que acaba de abrir sus puertas en Mallorca. Las 40 hectáreas del establecimiento albergan 25 lujosas habitaciones y
suites rodeadas de antiguos olivos y limoneros, cipreses y pinos, así como de campos de lavanda y árboles frutales. Un lugar perfecto para desconectar y reconectar con la naturaleza.
ENTORNO NATURAL
Finca Serena se encuentra en el centro de la isla balear y a solo 20 minutos de las mejores playas, conviviendo con el desconocido Pla de Mallorca, que no te puedes perder. Un lugar donde la tradición es fundamental, ya que todavía hoy se conservan costumbres centenarias y fiestas populares, y se adquiere el mejor producto de proximidad en los mercados semanales. La
edificación de Finca Serena también tiene en cuenta parte de este pasado, y por eso las modificaciones realizadas en la propiedad original buscan aportar mayor integración entre la finca y la naturaleza. Por ello, los visitantes no encontrarán solo un hotel en Finca Serena, sino que tendrán la oportunidad de descubrir una apuesta por el
origen, la tierra y la autenticidad. Un concepto de lujo exclusivo y genuino para viajeros modernos.
COCINA DE PROXIMIDAD
En este delicado paisaje encontramos también tres huertos que se utilizan para la cocina de proximidad que ofrece el restaurante Jacaranda .En este establecimiento, liderado por el chef Cristian Peguero, se apuesta por la cocina mediterránea de sabores locales. Por ese motivo, las frutas recolectadas de los diferentes árboles frutales del recinto tienen un papel protagonista, y también es muy importante la selección de proveedores
locales, que aseguran los ingredientes más frescos. De hecho, el menú se adapta cada día a los mejores productos de temporada.
Por otro lado, el almuerzo del hotel comparte espacio con el jardín. Y las cenas se pueden disfrutar en el salón interior acristalado, o bien en el porche exterior, acompañados de los sonidos de la noche rural mallorquina e iluminados por las estrellas. ¿Qué más se puede pedir?