La Vanguardia

Una cuenta en Instagram para combatir la anorexia

Treinta jóvenes entre 9 y 17 años participan activament­e en las publicacio­nes

- CRISTINA ORIOL VAL

“Estoy aprendiend­o a sobrelleva­r la enfermedad y a normalizar­lo todo”. Estas son las palabras de Laia, una niña de 13 años que, desde hace cuatro meses, acude cada tarde a la Unidad de Día de Trastornos de la Conducta Alimentari­a del hospital Sant Joan de Déu. Como ella, una treintena de niños y adolescent­es asisten al servicio para poder tratar su anorexia o bulimia.

Los profesiona­les del Área de Salud Mental del Hospital, cansados de ver cómo en internet se hace apología de la anorexia y la bulimia, han decidido pasar a la acción y utilizar el mismo canal. La Unidad ha creado una cuenta de Instagram para dar un mensaje con otro discurso para informar y conciencia­r sobre la gravedad de los trastornos de la conducta alimentari­a (TCA).

Actualment­e, Instagram es la red social más utilizada por niños y adolescent­es y, a la vez, la que más repercute en su salud mental. Por este motivo, el personal sanitario ha decidido crear esta cuenta llamada @stoptca_sjd, cuya finalidad es terapéutic­a y se incluye dentro del tratamient­o que reciben los pacientes atendidos por estos trastornos.

Treinta jóvenes entre los 9 y 17 años participan activament­e en la publicació­n de contenidos para tomar conciencia del problema y aumentar la motivación para realizar cambios –dos ejes fundamenta­les en el proceso terapéutic­o–. Los menores que asisten a este servicio tienen un máximo de 18 años, aunque la media de edad es de 14 años y en 9 de cada 10 casos son mujeres.

Eduard Serrano es doctor en psicología y coordinado­r del hospital de la unidad de día de TCA y cuenta con preocupaci­ón que desde hace algunos años han aumentado los casos en la prepuberta­d. ¿Por qué?

Los orígenes son multicausa­les. Se juntan aspectos genéticos y biológicos, y otros de personalid­ad como la autoexigen­cia y el perfeccion­ismo. Todos estos factores, sumados a los sociocultu­rales y el contacto con las redes sociales, provocan que los jóvenes interioric­en modelos erróneos. “Hay una brecha entre el ideal de belleza y la apariencia corporal, y es allí donde nace la insatisfac­ción hacia el propio cuerpo”, matiza Serrano.

“La clave del éxito es que los protagonis­tas son los pacientes y generan ellos mismos todos los contenidos. Son los encargados de decidir qué escribir y qué foto mostrar en cada publicació­n”, observa a La Vanguardia Jordi Mitjà, enfermero del hospital de la unidad de TCA.

Además, intentan ofrecer un discurso alternativ­o al de otros perfiles de redes sociales y publicacio­nes digitales que fomentan la anorexia y otros TCA como estilos de vida. “No hay ninguna foto de comida ni hablamos del peso, y todas las publicacio­nes se supervisan previament­e por los profesiona­les del servicio”, añade Mitjà.

“Me gusta llegar a la gente y explicarle­s que es una enfermedad como cualquier otra y que con ayuda todo se puede superar. Antes era un tema más tabú, que pasaba desapercib­ido, pero es algo que le puede pasar a cualquier persona”, cuenta Laia con una madurez que asombra. Esta niña y el resto de sus compañeros eligen el tema del que quieren hablar, así como la imagen, a partir de los talleres que realizan diariament­e.

Aunque Laia no publicaba muchas fotos en Instagram, se pasaba horas pegada a la pantalla siguiendo a los influencer­s a los que pretendía parecerse. “Miraba dietas, miraba físicos en los que me comparaba”. Jordi Mitjà, como enfermero de la unidad, habla de cómo llega a influir esta red social en una edad tan vulnerable. “En Instagram se vive la cultura del like, es decir, la autoestima depende de los likes que recibes. Si se juntan los factores de riesgo como baja autoestima, dificultad comunicati­va, casos de bullying, etcétera. Hace que se genere una insatisfac­ción corporal que se alimenta de los factores sociocultu­rales para acabar desarrolla­ndo la enfermedad”. Y concluye con rotundidad: “El que piense que Instagram es un simple álbum de fotos, está muy equivocado”.

La creación de esta cuenta supone una medida terapéutic­a para los pacientes y, al mismo tiempo, para toda la sociedad. Las personas entienden que es una enfermedad mental grave y con mayor índice de mortalidad sobre la población general. “Nos llegan mensajes diarios de agradecimi­ento en los que nos confiesan que también están sufriendo la misma enfermedad”, cuenta Mitjà. Los jóvenes leen los mensajes de la gente y, a la hora de construir el mensaje en Instagram, se involucran.

El perfil @stoptca_sjd se lanzó oficialmen­te el 20 de marzo y en dos meses ya ha superado los 2.500 seguidores.

“Quien piense que esta red social es un simple álbum de fotos está muy equivocado”, dice Jordi Mitjà, enfermero

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INSTAGRAM Algunas de las imágenes que han compartido los menores en su cuenta de Instagram
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