La primera ministra deja un panorama político al borde de la parálisis
que era ya demasiado tarde, marcando una serie de líneas rojas con las que se ató a sí misma las manos en las negociaciones con Bruselas y con el Parlamento. Originalmente una remainer, cultivó a los euroescépticos con la fe de los conversos pero acabó haciendo el ridículo y siendo goleada cada vez que sometió a los Comunes su acuerdo sobre el Brexit. Perdió el respeto de sus ministros e hizo de su supervivencia un objetivo en sí mismo.
Theresa May deja una secuela de parálisis política en cuestiones internas y de enorme incertidumbre en lo relativo al Brexit. La Unión Europea ya ha dicho que no va a renegociar el acuerdo de Retirada, y Boris Johnson (el favorito para sucederla) ha asegurado que el Reino Unido se marchará de la UE el 31 de octubre, “con pacto o sin pacto”.
La posibilidad de una salida pactada ha perdido enteros, y han avanzado escenarios como un adiós por las bravas (que el nuevo primer ministro podría intentar imponer a los Comunes), un segundo referéndum o elecciones anticipadas. Con la actual aritmética parlamentaria no hay solución aparente al impasse.
En momentos así hasta los más feroces rivales suelen tener palabras amables, pero en el caso de May las ha habido con cuentagotas (su “sentido del deber”, su “perseverancia”) y a muy pocos les han salido con naturalidad. El líder de la oposición, Jeremy Corbyn, comentó que “ha sido la decisión correcta”, y pidió elecciones generales. La primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, se declaró espantada por la perspectiva de un premier todavía más euroescéptico y de una salida sin acuerdo, “algo que hace más necesaria que nunca la independencia de nuestro país”. Pero la mayor animosidad contra la líder saliente está dentro de su propio partido, al que ha llevado al borde del abismo, amenazado desde la derecha por el ultra Nigel Farage, y que en las elecciones europeas va a obtener los peores resultados de su historia. Su fragmentación no es un escenario descabellado, y ya figuras históricas como Michael Hesseltine han proclamado haberse pasado a los liberaldemócratas en los comicios de esta semana.
Una vez más un primer ministro británico ha sido engullido por Europa. Maastricht acabó con Thatcher y socavó a Major, el referéndum fue la perdición de Cameron y el Brexit ha sido la tumba de May.
FUTURO INCIERTO Pierde enteros una salida pactada de la UE, y ganan los del ‘no deal’ y otro referéndum