El futuro de Casado, a cara o cruz
El 26-M determinará el margen de maniobra del líder popular dentro del partido
El lunes no habrá vuelta atrás. Pablo Casado no podrá fiar su futuro, de nuevo, a unas nuevas elecciones al cabo de un mes. Los resultados que el PP obtuvo el 28 de abril fueron muy malos –lo reconoció el líder del PP– y si vuelven a empeorar mañana Casado no tendrá margen de maniobra, no habrá otra cita para recuperarse. Por eso, y para intentar arañar votos, el líder del PP cerró ayer la campaña sembrando dudas sobre con quién hará pactos Ciudadanos después del domingo. Mensajes para alertar a los electores de que sus votos pueden servir para que el PSOE gobierne en muchos sitios.
Las espadas están en alto desde antes del 28-A. Se alzaron muy poco después de que Casado fuera elegido, porque su actitud no gustó nada a quienes no eran sus afines. No gustó ni su discurso, ni la forma en la que llevó el partido, apartando a los que no le habían apoyado en el congreso que le eligió presidente. Casado se aferró al espejismo de gobernar en Andalucía y nadie le pudo decir nada, pero se encontró, en vísperas del 28-A, con que Albert Rivera no tenía sus mismos objetivos, sino que quería sutituirle, a él como líder de la oposición, y al Partido Popular.
Eso es lo que se juega Casado en las elecciones de mañana: seguir siendo la segunda fuerza, y por lo tanto líder de la oposición. Y los gobiernos que tiene en ayuntamientos y comunidades, que dependerán del apoyo al menos de Cs. Para el líder del PP es básico mantener plazas como Castilla y León, Madrid, o Málaga, pero no tiene claro que Ciudadanos facilite esos gobiernos si dan los números, y se teme que, por ejemplo, en Castilla y León, le haga perder el gobierno, aduciendo que el PP lleva demasiados años en el poder. En Málaga, el candidato de Cs ya ha planteado este mismo argumento: que Málaga lleva demasiado tiempo en manos de los populares y que sería bueno que cambiara de partido en el gobierno.
Por eso, uno de los mensajes con los que Casado terminó esta campaña fue la advertir a los votantes sobre con quién pactará Ciudadanos a partir del domingo. Mensajes sobre la incertidumbre de dónde acabarán sus votos, y la necesidad, por lo tanto, de cuidar mucho el voto. El líder popular cerró la campaña pidiendo claridad a Cs sobre los pactos: “¿Qué es eso de que van a pactar con el PSOE en aquellos sitios que no sean muy afines a Sánchez?”, dijo el líder del PP.
Es la última baza que intentó jugar Casado, que con ello, además, intentaba llamar al la concentración del voto útil. Es lo mejor que le podría pasar al líder del PP, que su reiterada alerta sobre los peligros de que el centroderecha se divida calen en el electorado y Rivera sufra un retroceso.
Casado también ha aprendido a vender su mayor activo, la gestión, y con ello quiere recuperar a su electorado, recordándole que el PP es el partido que baja impuestos, “la casa común del centroderecha”, el partido “que defiende la unidad de España, el prestigio internacional y nuestros principios frente a los independentistas”.
Y se juega poder “reconstruir”, a partir del lunes, el centro político”. Si quiere hacerlo, Pablo Casado sabe
Casado pide a los que dejaron de votarles por la corrupción que vuelvan, porque “ha tomado nota”
que debe recuperar a parte de esos casi millones de votantes que ha perdido el PP desde el 2011. Y sabe que muchos se han ido por la corrupción, “desengañados y avergonzados”, no más que él, dijo, “por conductas reprochables”. A esos votantes les dijo que pueden volver porque tendrá “mano firme contra cualquier traidor que atente contra las siglas del PP”. Y les dice que “pueden volver a confiar en el PP”, porque no va a defraudarles. Ha “tomado nota” y responderá “como nos han pedido”.