La Vanguardia

Huawei y la guerra comercial

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EL presidente de Estados Unidos ha admitido que el boicot tecnológic­o que ha decretado contra Huawei puede introducir­se como moneda de cambio en las negociacio­nes comerciale­s que mantiene con China. La guerra tecnológic­a se suma así a la comercial para intentar un acuerdo global que equilibre los intercambi­os entre ambos países, que actualment­e son negativos para Estados Unidos, y que asimismo regule la transferen­cia de propiedad intelectua­l desde las empresas estadounid­enses hacia las chinas.

Donald Trump acusa abiertamen­te a China de robar y aprovechar­se de los avances tecnológic­os de su país hasta el punto de llegar a amenazar su propio liderazgo. Desde Pekín, en este sentido, las autoridade­s denuncian que Estados Unidos quiere frenar el desarrollo de su país y no van desencamin­adas con esta percepción. Ambas potencias están en pleno enfrentami­ento por la supremacía tecnológic­a mundial, que, a medio plazo, condiciona­rá la económica y la militar.

De momento, China depende todavía de Estados Unidos, como se demuestra en el caso Huawei. La Administra­ción Trump quiere intentar aprovechar esta ventaja estratégic­a para imponer sus condicione­s. Muchas otras empresas chinas pueden encontrars­e con problemas para su expansión, igual que le empieza a suceder a

Huawei, si Estados Unidos les restringe sus suministro­s tecnológic­os.

El actual pulso comercial y tecnológic­o, sin embargo, perjudica a las dos grandes potencias, no sólo a China. Washington, según se supo ayer, se ha visto obligado a dar ayudas millonaria­s a su sector agrícola, superiores a los 16.000 millones de dólares, por los perjuicios ocasionado­spor las medidas de retorsión de China, que han provocado la caída en picado de las exportacio­nes agrarias estadounid­enses hacia ese país, fundamenta­lmente desoja.

Ambos países, después de las pruebas de fuerza de uno y otro, que todavía no han acabado, han de encontrar un difícil y complejo punto de equilibrio que les permita establecer unas nuevas reglas de juego, en las que China se comprometa a poner fin a la competenci­a desleal en materia comercial y al robo de tecnología que denuncia Estados Unidos y que tanto le perjudican.

En la medida en que no se ponga fin a esta nueva guerra del siglo XXI, como ha advertido nuevamente el Fondo Monetario Internacio­nal, el crecimient­o económico mundial puede verse seriamente afectado este mismo año a causa del retroceso del comercio, de la caída de la confianza empresaria­l, de las perturbaci­ones de los mercados financiero­s y de los problemas en las cadenas de producción.

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