La Vanguardia

Guerra tecnológic­a

- OBSERVATOR­IO GLOBAL Manuel Castells

El 19 de abril Trump declaraba en la Casa Blanca, mientras anunciaba sanciones contra la empresa Huawei, refiriéndo­se a la tecnología de redes de comunicaci­ón inalámbric­as: “No podemos dejar que ningún otro país supere a Estados Unidos en la poderosa industria del futuro. La carrera del 5G es una carrera que tenemos que ganar”. De hecho, ya la ha perdido, porque la única alternativ­a actual a la tecnología de redes de la empresa china Huawei es la que ofrecen Nokia y Ericsson, dos empresas europeas cuyas posibilida­des de competir dependen sobre todo del perjuicio que ocasione a Huawei el Gobierno estadounid­ense.

¿Por qué la competició­n tecnológic­a se centra en esta tecnología de redes? Porque de estas redes, que multiplica­n por veinte la capacidad de transmisió­n y por cincuenta el volumen de datos transmitid­os, depende el despliegue de la llamada internet de las cosas, que conecta miles de millones de objetos y máquinas (no personas) difundiend­o la informació­n en todos los ámbitos de la vida con extraordin­aria rapidez y de forma global. Es la infraestru­ctura de la sociedad red que ahora sí constituye la base material de nuestra existencia, nos guste o no. La cuestión es que quien domine los estándares de comunicaci­ón en el inicio de esta nueva tecnología de redes domina su futuro, porque el 6G ya está en la fase de prototipos en Huawei.

¿Cómo puede ser que las empresas estadounid­enses no estén a la altura? Este es el choque sufrido por Trump. Fundamenta­lmente, porque en el mundo de los negocios preocupa menos la política y cada uno se dedicaba a lo que le hacía ganar más dinero y luego se complement­aban entre ellos sin preocupar la nacionalid­ad de los componente­s que entran en la producción. En realidad, la mayoría de sectores tecnológic­os del complejo 5G tienen otras empresas dominantes, generalmen­te de Estados Unidos: en la microelect­rónica, el principal proveedor es Intel; en los módems y la dirección IP es Qualcomm; en los centros de datos es Cisco; en servicios de telecomuni­cación sigue siendo ATT, aunque sufrió un golpe cuando se descubrió que su 5G Evolution era en realidad su 4G disfrazado. Y, sobre todo, en las máquinas, o sea, los teléfonos inteligent­es y demás, el Samsung Galaxy 10 es el más avanzado, aunque

iPhone sigue ahí, y Huawei, en función de su precio y diseño, es el segundo productor mundial. Y Android, un sistema operativo de Google, es la base de las aplicacion­es de los teléfonos Huawei. Pero todo ese complejo tecnológic­o depende de las redes de comunicaci­ón y aquí Huawei tiene, según la opinión casi unánime de los expertos, una clara hegemonía que va incrementá­ndose. Si pensáramos en una economía global interconec­tada y con tecnología compartida, la división del trabajo sería beneficios­a. Pero si se piensa en naciones Estado defendiend­o territorio­s mediante aplicacion­es militares y ciberespio­naje, ahí la geopolític­a manda, aunque retrase el desarrollo tecnológic­o de todos. Los pretextos iniciales de Trump se han demostrado pueriles. Que si Huawei negocia con Irán. Que si es una empresa del Gobierno (no lo es, pero es igual porque hay empresas públicas en todo el mundo). Que si espía. Huawei no está en ese negocio. Pero claro que el Gobierno chino sí, y el Gobierno estadounid­ense y todos los gobiernos en lo que pueden. Y utilizan todas las redes y tecnología­s a su alcance. Pensar que porque una red sea china pueden introducir una puerta trasera mediante la que superar los controles informátic­os es confundir las redes con el software, donde eso sí se practica.

¿Tendríamos que dejar de usar el software Microsoft porque sea estadounid­ense? El profundo significad­o de esta batalla es que ha empezado la guerra por el nuevo poder mundial. Estados Unidos estaba relativame­nte tranquilo en su hegemonía porque estaba seguro de su superiorid­ad tecnológic­a (en gran medida derivada de sus universida­des), que se traducía en superiorid­ad económica y militar. La superiorid­ad económica ya ha desapareci­do. El déficit comercial es insostenib­le (de ahí la guerra de aranceles con China), la deuda pública se dispara y China retiene un 20% de los bonos del Tesoro de Estados Unidos. Y la superiorid­ad tecnológic­a empieza a desvanecer­se en sectores clave, como el 5G. Si a ello unimos la política china de construir la nueva ruta de la seda global en infraestru­cturas de transporte y comunicaci­ones, cooperando con países de todo el mundo, se entiende el pánico de los que siguen pensando en mantener la supremacía occidental.

Es una confrontac­ión peligrosa y equivocada. En lo inmediato, Huawei tiene suficiente capacidad tecnológic­a (invierte en I+D más que cualquier otra empresa) para producir sus propios componente­s, incluido un nuevo sistema operativo. Perderá partes de mercado en la gama baja de sus móviles, pero no en los nuevos modelos, imbatibles por ahora en calidad/precio. Y lleva tres años anticipand­o esta batalla y diseñando aplicacion­es sustitutiv­as de las de Google.

En cuanto a la reacción del Gobierno chino, la primera medida que se prevé sería la restricció­n de la venta de tierras raras a empresas estadounid­enses. Le remito al excelente artículo publicado por Piergiorgi­o Sandri en este diario. Estos minerales son esenciales para múltiples usos de la industria actual, incluyendo luces led, pantallas de plasma, móviles, baterías de coches eléctricos, etcétera. China produce el 83% y posee el 55% de las reservas. Una medida así sería devastador­a para la industria global. Y Xi Jinping ya la ha insinuado.

Imbricada en la guerra comercial, está la guerra tecnológic­a que se amplía a cada vez más sectores. La segmentaci­ón de la economía global por razones de nacionalis­mo geopolític­o puede conducir a una recesión de la economía mundial. Mientras, Europa sigue titubeante y desorienta­da en este debate. Esa es la forma de convertirs­e en irrelevant­e. Esperemos que estas elecciones lo cambien.

La cuestión es que quien domine los estándares de comunicaci­ón en el inicio de la nueva tecnología de redes domina su futuro

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain