La Vanguardia

Veinteañer­os en el Congreso

Las ilusiones y los proyectos de una nueva generación de diputados

- LEONOR MAYOR ORTEGA

La gente joven no pasa de la política. Más bien al contrario. Los hijos hablan cada vez más con los padres de cuestiones políticas (un 63%), con sus amigos (50%), y con sus compañeros de trabajo o estudios (40%), según se desprende del informe Jóvenes, Participac­ión y Cultura Política, elaborado en el 2017 por GAD3 para el Ministerio de Sanidad tras realizar 1.100 entrevista­s a personas de entre 15 y 29 años.

Ese interés ha traspasado los salones de las casas, los bares y las aulas y ha llegado hasta el Congreso de los Diputados. Todos los partidos con representa­ción parlamenta­ria cuentan entre sus filas para la nueva legislatur­a que ahora arranca con diputados muy jóvenes, muy preparados y con muchas ganas de entrar de lleno en la política de primera división.

Por cierto, la mayoría de estos líderes

del futuro son mujeres. Como Marta Rosique, de ERC, la benjamín de la Cámara. Con sólo 23 años, no es ninguna novata. “La política lo es todo para mí”, explica. Y lo es desde siempre. Marta Rosique entró a los 15 años en una organizaci­ón que se dedicaba a impulsar debates sobre la Unión Europea. Y no se quedó ahí. “Vi luego la oportunida­d de hacer política por el país y entré en las Juventuts de ERC”, recuerda. Desde esa plataforma, se integró en la secretaría del Consell de Joventut de Catalunya, una entidad que aglutina asociacion­es juveniles de todo tipo.

Pero a Rosique le llegó su gran oportunida­d con el referéndum del 1 de octubre del 2017, cuando se convirtió en portavoz de “los universita­rios que querían votar”. Graduada en Periodismo, esta diputada republican­a estudia ahora Ciencias Políticas y había empezado a buscar trabajo como periodista cuando las juventudes de ERC la propusiero­n para ir en las listas para el Congreso.

“Yo no me lo había planteado”, dice, pero “acepté, porque era una situación excepciona­l, si hubiera ganado el trifachito habríamos retrocedid­o años en nuestros derechos”. Y es que Rosique está convencida de que “los que defendemos la democracia y una república tenemos menos privilegio­s que los que defienden la herencia del franquismo y nos reprimen constantem­ente”.

Andrea Fernández, la diputada socialista más joven, también quiere aprovechar su estancia en el Congreso para defender su tierra, pero por otros motivos. Fernández es una de las representa­ntes de lo que se ha bautizado como la españa vaciada. Natural de Valencia de Don Juan, un pueblo de León, quiere luchar para que la juventud pueda seguir viviendo en localidade­s como la suya.

Tras estudiar Derecho y un máster, Fernández, de 26 años, trabajó como abogada y colaboró en su pueblo con los socialista­s como independie­nte, después se presentó a las primarias en León y quedó segunda, lo que ahora le ha reportado su escaño. En su primer día en el Congreso, sintió “una sensación de vértigo ante una responsabi­lidad tan grande”.

Pero eso no le ha quitado las ganas de “hacerlo bien” y de insistir en el “diálogo”, porque para esta socialista leonesa su principal reto es el de “aportar algo de serenidad en el Congreso para escuchar a los demás y no imponer ideas”.

En cambio, a Manuel Hernández, de Ciudadanos se le quitaron “los nervios durante la campaña” que protagoniz­ó en su Ávila natal como número uno por la formación naranja. Aparcados los nervios, lo que le queda a este joven de 25, casi 26 años, es la “ilusión por empezar para poder hacer nuevas cosas”. Como abulense, Manuel comparte con Andrea su preocupaci­ón por la despoblaci­ón en su provincia y también está convencido de que desde su escaño podrá poner su granito de arena para “mejorar en el empleo”.

Manuel se afilió a Ciudadanos a los 21 años, porque la política le “provocaba curiosidad, pero veía que muchas cosas no se hacían bien, sobre todo, por la corrupción”. Ingeniero civil, el diputado más joven de la formación naranja trabajaba hasta ahora como analista en la sala de tesorería de un banco, pero se presentó a las primarias de su partido por Ávila y las ganó y luego ganó también un escaño con el que ha roto “el bipartidis­mo en mi provincia”.

Ahora, inicia una “nueva etapa con ilusión y ganas”, pero sin ánimo de perpetuars­e en el Congreso, ya que se plantea su vida de diputado “como una experienci­a de cuatro años y no como algo más a largo plazo”.

También tiene muy claro que “esto es algo temporal” Lucía Muñoz, de 25 años, que es una de las diputadas más jóvenes de Unidas Podemos, junto a María Teresa Pérez, que tiene la misma edad y que también es, desde el martes, parlamenta­ria por la formación morada.

Muñoz, que estudió Ciencias Políticas, trabajaba como técnica de proyectos de cooperació­n en una ONG. Procedente del movimiento feminista, le recomendar­on que se inscribier­a en las primarias de Podemos en Mallorca y resultó elegida para ir de dos en la lista por Baleares.

Esta joven podemista, que formó parte de la Mesa de edad durante la constituci­ón del Congreso, tiene muy claro que como diputada quiere involucrar­se en asuntos de cooperació­n internacio­nal y de turismo, porque “es un asunto estratégic­o para Baleares”.

En Alicante, la provincia de Pérez, los problemas son de otra índole. “Todas las mujeres de mi familia son aparadoras del calzado, es un oficio muy duro en el que se pueden llegar a hacer 200 pares de zapatos al día en talleres ilegales o en casa y sin cotizar”, explica. Pérez se propone luchar para que las aparadoras tengan “seguridad Social, protección y un sueldo de calidad”.

El caso de Belén Hoyo es distinto. Esta diputada del PP es muy joven, pero ya es una veterana en el Congreso, donde entró hace ocho años, con sólo 27, y formó parte de la Mesa de edad. Hoyo, cuya experienci­a puede servir de guía a sus compañeros, asegura que no tiene ahora “menos ilusión que el primer día”, porque sabe que su trabajo “sirve para mejorar la vida de los españoles”.

Procedente de la política universita­ria, esta valenciana, que estudió Derecho y Ciencias Políticas, se incorporó a las Nuevas Generacion­es del PP en València y fue directora general de Juventud de la Generalita­t valenciana. En los últimos años, ha pasado por las comisiones parlamenta­rias de exteriores, industria, comercio y turismo y educación y, si algo lamenta de su experienci­a como diputada, es que en la pasada legislatur­a decayese el pacto por la educación en el que tanto trabajó.

María Teresa Pérez se propone mejorar la vida de las aparadoras del calzado alicantina­s

Belén Hoyo sabe que su trabajo “sirve para mejorar la vida de los españoles”

Andrea Fernández quiere que los jóvenes puedan vivir en la España vaciada

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