La Vanguardia

Algo se mueve en el Ebro

El 1-O ha sacudido un territorio que se siente agraviado y donde emerge con fuerza el independen­tismo

- ESTEVE GIRALT

Las imágenes de la actuación policial en los colegios ebrenses durante el 1-O han calado hondo en las Terres de l’Ebre. En una tierra acostumbra­da a sentirse menospreci­ada, el procés ha trastocado política y socialment­e unos municipios de mayoría rural que siempre se han sentido alejados de la Catalunya que manda. El independen­tismo no ha parado de crecer en los últimos años en una región con fama de conservado­ra, señalada incluso por algunos de poco soberanist­a, en un extremo del mapa, fronteriza con Castellón y Aragón.

Uno de los casos más curiosos está en Tortosa (Baix Ebre). Hace sólo tres años, la capital ebrense fue noticia por haber promovido una consulta ciudadana para decidir si mantenía o no el monumento franquista, con el aguilucho de hierro anclado en medio del Ebro. El resultado, con mayoría de tortosinos a favor de no retirarlo y “reinterpre­tarlo”, puso a la ciudad a los pies de los caballos, con Catalunya preparándo­se entonces para celebrar el referéndum. Si el monumento, que por cierto sigue en el río y aún no ha sido reinterpre­tado, se sometiese mañana a consulta, Franco sería muy probableme­nte desalojado del río, 53 años después.

Una advertenci­a al forastero, al dichoso monumento hay que echarle de comer aparte, porque aquella consulta se explica, en parte, por el rechazo que genera en el Ebro la sensación de sentirse muchas veces ninguneado desde fuera. Tortosa es hoy una ciudad que, como el resto de territorio, vota mayoritari­amente a partidos independen­tistas, ERC acaba de ganar por primera vez en unas generales y con JxCat sumaron el 48% de los votos en la capital. El sentido del humor ebrense ha acuñado un término que ha triunfado entre los independen­tistas, Fer un Tortosa, como el modo de ignorar al rival político unionista.

Meritxell Roigé (Junts per Tortosa), que recibió la vara de la alcaldía de manos de Ferran Bel (200718) el pasado año, pugna por el primer puesto con ERC, que ha elegido un popular abogado, Xavier Faura, como candidato. “No es el PDECat que teníamos hace unos años, yo espero ser la fuerza más votada”, explica Faura (ERC). Roigé teme que los pactos la acaben desbancand­o: “Espero que se respete la lista más votada, pero parece que los otros candidatos no lo quieren, apuestan por un gobierno de perdedores y retazos”.

La disputa entre ERC y los alcaldable­s que se presentan bajo la marca de JxCat marca las principale­s batallas electorale­s. No será el caso, sobre el papel, de Amposta (Montsià). Adam Tomàs (ERC) aspira a revalidar su mayoría absoluta tras su primer mandato como alcalde, tras 28 años de alcaldes convergent­es. “Continuare­mos insistiend­o, queremos un espacio de diálogo, no me presento a alcalde para que me insulten ni me digan cacique”, dice.

La despoblaci­ón rural y la grave crisis agrícola son los dos grandes temas de preocupaci­ón en los pueblos y municipios de tamaño medio. La falta de oportunida­des empuja a muchos jóvenes hacia Tarragona o Barcelona. Región con un fuerte sentimient­o de identidad, articulado en buena parte a partir del río, en el Ebro no se cansan de recordar que ellas nada tienen que ver con Tarragona.

Los cambios en la última década no han sido sólo políticos. Una nueva generación de jóvenes, de mentalidad mucho más abierta, está rompiendo también con la imagen tradiciona­lmente conservado­ra de las Terres de l’Ebre.

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