Desayuno con palabras
El alcalde es a la vida pública lo que las madres a la vida privada: no hay alcalde malo. Los primeros ministros caen, los alcaldes no. Y no lo hacen porque el vínculo entre el elegido y sus electores es indestructible: la ciudad, el territorio común de las respectivas infancias.
Barcelona une mucho. De ahí que los siete desayunos –o cinco y dos aperitivos, para ser exactos– de los candidatos con el director de La Vanguardia, Màrius Carol, y su equipo hayan sido cafés sin mala leche y con palabras. En cualquier otra elección, los candidatos habrían cruzado líneas, verdes, rojas y amarillas. Ninguno ha puesto a caldo a otros, ni siquiera en el off the record.
Los consensos sobre sus prioridades han sido calcados: vivienda, seguridad y turismo. Desde la candidata más joven, Anna Saliente, que llegó sola y muy natural, a la terraza del Bar Delicias del Carmel en una mañana fría al de mayor edad –y más apetito: Ernest Maragall, que devoró un bocadillo de butifarra blanca en el Velódromo–. La alcaldesa saliente, Ada Colau, eligió la Bodega La Palma, donde todos parecían conocerla y quererla. Manuel Valls optó por el Café de la Ópera, en cuyo exterior había al menos dos guardaespaldas, hipoteca y símbolo del poder ostentado en Francia. Tomó café y un vaso de agua, una combinación muy civilizada y europea. A Jaume Collboni le pudo el paisaje de la juventud, en el Guinardó, cantera de alcaldables (Colau y Saliente). Los dos candidatos que podrían haber hablado de la república y no lo hicieron, Elsa Artadi y Ernest Maragall, encontraron en la Bodega Sepúlveda y el Velódromo dos aliados naturales para su mensaje: aún quedan muchos lugares en Barcelona por debajo de la Diagonal que escapan a clases sociales, modas y vaivenes. De Josep Bou, el ciclón, esa forma apasionada de plantar cara en tiempos adversos y plantarla sin ofender.
Barcelona ha sido una coartada para conocer mejor a unos candidato. Quien aspira a la Moncloa o el Parlamento Europeo no puede darse el lujo de hacer campaña mediante el natural y nada forzado método de explicar en qué instituto estudia o dónde hallaba refugio en la adolescencia. Aún hoy, como nos pasa en este diario, somos tan barceloneses...