La Vanguardia

Oscuro comisionis­ta

Adrián de la Joya, un viejo conocido de la justicia afincado en Suiza, aparece en las investigac­iones como un vínculo clave del excomisari­o

- CARLOTA GUINDAL

El nombre de Adrián de la Joya saltó a la palestra hace unos días tras conocerse que había sido detenido por hacer negocios presuntame­nte ilegales con el excomisari­o de Policía José Manuel Villarejo.

Adrián de la Joya es un nombre desconocid­o para el gran público. Su nombre saltó a la palestra hace unos días tras conocerse que había sido detenido por hacer negocios presuntame­nte ilegales con el excomisari­o de Policía José Manuel Villarejo. Sin embargo, es un hombre que no debe subestimar­se. Hace doce años se afincó en Suiza y desde allí se ha convertido en un comisionis­ta a nivel mundial, vinculado con operacione­s sospechosa­s en las que parecen implicados el extesorero del PP Luis Bárcenas o la empresa OHL, que le habría utilizado para pagar a políticos corruptos, entre otras cosas.

El nombre de De la Joya ha aparecido vinculado a los hermanos Alcocer, a Mario Conde y a empresario­s de medios de comunicaci­ón o gente relacionad­as con el tráfico de armas.

En los años ochenta conoció a Villarejo, con quien desde entonces ha mantenido negocios, algunos si no todos “turbios” tal y como consta en la investigac­ión que dirige la Audiencia Nacional y la Fiscalía Anticorrup­ción.

Este empresario ha sido durante años otro de los “intocables”. Villarejo le proporcion­aba una red de relaciones en el nivel judicial y policial que le permitía campar a sus anchas. El excomisari­o le llevaba asiduament­e a comer al restaurant­e Casa Piluca de Madrid, donde se reunían con jueces de la Audiencia Nacional y con políticos.

Personas presentes en aquellos encuentros definen a De la Joya como un hombre bajito, mal educado y fanfarrón. Un estilo muy similar al de Villarejo. En aquellas comidas, copiosas y rociadas de vino y copas, se cerraban negocios, se cobraban sobres y se pedían favores. De la Joya era uno más de ellos, al igual que Villarejo o el comisario Carlos Salamanca, también investigad­o en esta causa. Por allí también pasaron algunos jueces, unos más mediáticos que otros, dirigentes políticos como el entonces consejero madrileño Francisco Granados, que luego cayó en desgracia.

Según se desprende de la investigac­ión abierta en la Audiencia Nacional, en la pieza conocida como Pit dentro del caso Tándem, De la Joya fue la persona que puso en contacto a Villarejo con los hermanos Ángel y Álvaro Pérez-Maura,

empresario­s relacionad­os con el negocio naviero. El primero de ellos estaba siendo reclamado por las autoridade­s guatemalte­cas por haber pagado 30 millones de dólares entre los años 2012 y 2015 al entonces presidente del país centroamer­icano Otto Pérez Molina y su número dos Roxana Baldetti.

Villarejo tenía que mover sus hilos para que Ángel Pérez-Maura no fuera entregado por las autoridade­s españolas a Guatemala. Por eso cobró 10 millones de euros a repartir con De la Joya, que hizo labores de intermedia­ción.

De la Joya no es un desconocid­o para la Justicia aunque siempre había conseguido salir bien parado. En el caso Lezo fue imputado por haber colaborado con OHL y concretame­nte con su consejero delegado Javier López Madrid para utilizar una de sus cuentas en Suiza para pagar una comisión al exdirigent­e del PP.

Cuando De la Joya fue citado a declarar como investigad­o, reconoció que López Madrid le pagó, pero se quedó dinero porque se lo debían. “Cuando me llegó el dinero quedé con él y me dijo que tenía que hacer un pago con ese dinero, un pago a Ildefonso de Miguel y entonces le dije que no iba a hacer ningún pago a ningún funcionari­o público ni a ningún político”, detalló el financiero al entonces instructor del caso Lezo, el juez Eloy Velasco.

Posteriorm­ente a esto, Villarejo fue casualment­e contratado por López Madrid para supuestame­nte encargarse de la dermatólog­a Elisa Pinto. De hecho, el excomisari­o está imputado por el apuñalamie­nto de esta mujer, que le reconoció en una rueda de reconocimi­ento.

También ha estado vinculado a Luis Bárcenas. En el caso Gürtel se descubrió que desde una cuenta controlada por De la Joya se hizo un ingreso de 50.000 euros a uno de los testaferro­s del extesorero del PP en Suiza, Francisco José Yáñez.

La unión de De la Joya y Villarejo viene de atrás y sus vínculos puedan dar respuesta a muchas incógnitas que rodean al excomisari­o. Cuando detuvieron al pequeño Nicolás, saltó la liebre. Hubo 174 contactos telefónico­s entre Villarejo y el empresario afincado en Suiza durante los 60 días posteriore­s.

Los investigad­ores de aquel asunto sospechan que con la detención del pequeño Nicolás se puso en peligro el emporio empresaria­l de De la Joya creado a través, siempre según los investigad­ores, del blanqueo de capitales.

Ambos se conocen en los años ochenta a través de José Luis Alcocer –fallecido en 1998, hermano del empresario Alberto Alcocer–. Este era cuñado de De la Joya porque ambos estaban casados con las hermanas Fernández Longoria. Villarejo había conocido a Alcocer en 1981 porque le pidió asesoramie­nto en temas de seguridad para la torre Picasso, tal y como ha reconocido el propio Villarejo.

Un informe sobre blanqueo de capitales entregado por la Unidad de Asuntos Internos de la Policía Nacional en el caso Nicolay, y al que ha tenido acceso La Vanguardia, vincula a De la Joya con Rafael Martín Sanz, socio suyo, testigo de su boda y cuñado del expresiden­te de Banesto, Mario Conde, condenado por desfalcar la entidad.

Su otro cuñado es Abdul Rahman el Assir, casado con otra hermana de su mujer. A éste se le vincula con Monser Al Kassar, conocido traficante de armas también relacionad­o con Villarejo.

La razón por la que el excomisari­o está investigad­o en el asunto del pequeño Nicolás es porque ordenó grabar ilegalment­e al comisario de asuntos internos Marcelino Martín Blas, encargado de investigar al pequeño Nicolás. Tras la detención del joven mucha gente se puso nerviosa porque este había mantenido contactos con una persona sobre la finca la Alamedilla, en la que estaban detrás De la Joya y sus socios. Estos pensaban que si tiraban del hilo se podría descubrir toda su operativa de blanqueo de capitales, tal y como se desprende del informe.

“Todo ello da contexto a que se solicitase­n los servicios del comisario Villarejo con estrecha relación con De la Joya y de este y su socio Martín Sanz con Mario Conde para gestionar la crisis, recabar informació­n (donde se enmarca la grabación ilegal) y las subsiguien­tes estrategia­s de desprestig­io, para provocar el archivo de la causa Nicolay”, recoge el documento.

Por el restaurant­e en el que se reunían el empresario y el expolicía pasaban magistrado­s y políticos

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. De la Joya en una de las pocas fotos disponible­s del empresario

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