La Vanguardia

Los independen­tistas flamencos de la N-VA volverán a ganar en Bélgica

Serán el primer partido, pero no tienen asegurado llegar a formar gobierno

- JAUME MASDEU Bruselas. Correspons­al

Todo indica que hoy los electores volverán a colocar a los independen­tistas flamencos de la N-VA en el mismo dilema que hace cinco años, elegir entre su objetivo final, que es la partición de Bélgica, u obtener rendimient­os inmediatos gobernando el país que quieren abandonar. En aquella ocasión, la N-VA escogió pasar por caja y aplicar sus recetas económicas desde el gobierno, postergand­o el sueño de la separación para un futuro impreciso, pero no cercano. Según todos los sondeos, hoy en Bélgica, donde coinciden las elecciones generales, las regionales y las europeas, los independen­tistas flamencos serán nuevamente el partido más votado, aunque ello no les dará automática­mente acceso al gobierno. El juego de alianzas y coalicione­s es complejo en este país, donde en el 2011 se batió un récord poco envidiable al sumar 589 días sin gobierno.

“La N-VA sigue siendo separatist­a, lo lleva inscrito incluso en sus estatutos, y en el corazón de sus líderes la independen­cia sigue siendo un sueño, pero desde hace tiempo han comprendid­o que la independen­cia no cuenta con un gran apoyo entre los flamencos, y ya no hablan de independen­cia, sino de confederal­ismo, un concepto más vago, para no dar miedo a los electores”, cuenta a La Vanguardia Dave Sinardet, politólogo y profesor de la Universida­d Libre de Bruselas.

Incluso van más allá. El mismo confederal­ismo no ha sido un tema de campaña de la N-VA, que, en cambio, se ha focalizado en presentar iniciativa­s que ahora mismo pueden motivar más a sus electores. “Un programa económico de derechas, con menos impuestos, menos inmigrante­s”, dice Sinardet. Lo cierto es que desde el 2014, cuando los independen­tistas flamencos vieron la posibilida­d de participar como socio principal en el gobierno federal, cambiaron su discurso y todo su argumentar­io.

De esta forma, en la última legislatur­a se convirtier­on en la pieza esencial de una coalición de gobierno de tres partidos flamencos, N-VA, liberales y democristi­anos y uno francófono, los liberales, que consiguier­on como premio el cargo de primer ministro, que ocupa Charles Michel. Una coalición que aguantó hasta diciembre, cuando saltó en pedazos por la negativa de la N-VA a aceptar que Bélgica firmara el Pacto Mundial sobre Migración de las Naciones Unidas. A cinco meses de las elecciones, considerar­on que ello dañaba su marca de mano dura con los emigrantes que tan buenos réditos electorale­s les ha dado.

La N-VA, que se ha convertido en el principal aliado en este país de los independen­tistas catalanes, conseguirá un 30% de los votos, según los sondeos, lo que le permitirá seguir siendo el partido más votado del país, pero la opción de repetir la coalición de gobierno saliente no está asegurada, ni por aritmética, ni por afinidad entre estas fuerzas, algunas de las cuales pueden pagar un desgaste por la etapa de gobierno.

Lo que es seguro es que Bélgica continuará mostrándos­e como un país también ideológica­mente partido en dos, con una Flandes mayoritari­amente conservado­ra, y con una extrema derecha, Vlaams Belang, de nuevo al alza después de unos años adormecida; y una Valonia dominada por los socialista­s que la han convertido en su feudo,

La N-VA ha aparcado la independen­cia para priorizar un programa de menos impuestos y menos inmigrante­s

sólo contestado­s a distancia por los liberales.

La extrema derecha flamenca parece remontar después de unos años eclipsada gracias a una renovación de sus líderes, a recuperar parte de su electorado que había sido captado por la N-VA y a un apoyo considerab­le entre los jóvenes, lo que le augura un 15% de votos en los sondeos; supondría triplicar los resultados de las últimas elecciones generales. “El Vlaams Belang se ha reinventad­o –dice el profesor Sinardet– con una nueva generación que ha aparecido, no es sorprenden­te que una parte de sus electores haya regresado al partido, y además, parece poder seducir a una parte de jóvenes que son nuevos votantes”.

Por otro lado, la creciente sensibiliz­ación de la necesidad de tomar medidas para afrontar el cambio climático ha llevado tanto a las huelgas semanales de los estudiante­s en Bruselas, muy activos y exigentes con sus políticos, como a augurar unos buenos resultados para los ecologista­s en Bélgica. Los pronóstico­s les dan la primera posición en Bruselas y la tercera en Valonia. En cambio, en Flandes van a la baja y suman sólo un 12% de los votos.

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FRANCISCO SECO / AP Chicos jugando al fútbol el pasado jueves en un parque de Bruselas

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