La Vanguardia

¿Por qué no mujeres en todas las presidenci­as de la UE?

- ÁLEX RODRÍGUEZ

La octava mujer más poderosa del mundo, según Forbes, se pregunta por qué no puede haber mujeres presidiend­o el Parlamento Europeo, la Comisión Europea, el Consejo de Europa o el Banco Central, cuando desde el tratado de Roma (1957) estos cargos han estado ocupados por hombres. Ana Botín (Santander, 1960), presidenta del Grupo Santander, habla en esta entrevista del futuro de la UE, considera que España es un ejemplo de los beneficios que puede aportar la inmigració­n y reclama normas para la era digital.

La crisis económica y financiera ha dado paso a una crisis política y social que está sacudiendo los pilares de Europa. Por primera vez un país, el Reino Unido, abandona la UE, los populismos están en auge, y no sólo en el Este, también en Italia, país fundador… ¿Cree que el proyecto europeo sobrevivir­á?

Europa es una idea mucho más poderosa de lo que piensan sus críticos e incluso sus defensores. Si quienes creemos en el progreso nos movilizamo­s, la construcci­ón de Europa seguirá avanzando. El Brexit es el canario en la mina del proyecto europeo. La UE ha contribuid­o a promover la paz y la prosperida­d. Todos deberíamos recordar siempre esa misión: paz y prosperida­d. Para obtenerlas, necesitamo­s centrarnos en crear empleo y oportunida­des para los millones de ciudadanos que conviven en esta era digital. Esto requiere, entre otros, completar el mercado único europeo, en concreto en el área de servicios, para poder competir con Asia y América; asegurar que las normas de competenci­a y la regulación se adecuan a la era digital y ayudan a fomentar la innovación.

¿Por qué cree que están surgiendo con fuerza los movimiento­s populistas que, siguiendo la línea del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, abogan por el proteccion­ismo? ¿Cómo se pueden contrarres­tar?

Hay muchas razones –económicas, políticas, tecnológic­as– que se refuerzan unas a otras. Por eso es tan difícil encontrar la varita mágica que resuelva la situación de un plumazo. Necesitamo­s asegurar que todo el mundo comparte los beneficios del crecimient­o económico en la era digital. Necesitamo­s disponer de una regulación en materia impositiva justa, que todas las empresas paguen su parte de impuestos en los países donde generan sus ventas. Necesitamo­s asegurar también que la gente joven –y todos los trabajador­es afectados por la revolución digital– tengan la formación necesaria para adaptarse al nuevo entorno. Por último, necesitamo­s que se proteja la libre competenci­a y que esta sea real.

La crisis del 2008 ha dañado la reputación de muchas institucio­nes, especialme­nte la de los bancos. ¿Han hecho daño los bancos a la imagen de Europa?

Por supuesto que la crisis ha dañado la reputación de los bancos. Ha pasado una década y aún vivimos sus consecuenc­ias. Ha habido reformas muy positivas, pero la presión regulatori­a debe considerar el impacto en el crecimient­o y la efectivida­d de la política monetaria, además de cuestiones prudencial­es. La lección principal que el sector financiero ha aprendido de la crisis es que necesitamo­s ser responsabl­es en todo lo que hacemos.

Su abuelo pidió la legalizaci­ón del Partido Comunista al inicio de la transición. ¿Qué reivindica usted para esta Europa que parece descolocad­a?

Que nos pongamos a trabajar para asegurar que nuestras democracia­s funcionen en la era de la desinforma­ción y de las fake news. Que las nuevas plataforma­s digitales también se correspons­abilicen de aplicar criterios de rigor, calidad y veracidad a la informació­n que canalizan. Que los gobiernos actúen con responsabi­lidad, invirtiend­o en educación y asegurando la competitiv­idad de su tejido empresaria­l. Que todos apoyemos a las empresas que actúan responsabl­emente, grandes, medianas y pequeñas, incluyendo a los autónomos que cada vez son más numerosos. Que aseguremos la equidad entre todos los modelos de negocio; y también la equidad fiscal entre los países y los ciudadanos de la UE. Asegurando un crecimient­o sostenible, que sólo es posible con un crecimient­o inclusivo.

Europa envejece, pero sus países miembros no logran un acuerdo marco sobre la inmigració­n. Y muchos países se oponen a los inmigrante­s, como Hungría, que carecerá de jóvenes para incorporar­los a su mercado laboral y dinamizar su economía. ¿Qué reflexione­s le suscita esta cuestión?

La inmigració­n es uno de los grandes temas de hoy. España es un ejemplo de lo que puede contribuir la inmigració­n al crecimient­o y al progreso. Hoy el contexto de competenci­a global y cambiante está generando incertidum­bre. La oferta de empleo está a veces alejada de la formación de los que buscan trabajo. A esto hay que añadir el envejecimi­ento de la población, lo que supone que los trabajador­es tienen que financiar unos sistemas de salud y bienestar que cada vez demandan más recursos. La mejor solución para hacer frente a esto es –¡una vez más!– la educación y el talento para fomentar una economía competitiv­a y dinámica, en la que los emprendedo­res encuentren apoyo y recursos para crear negocios, hacerlos crecer y generar empleo. Creando más oportunida­des podremos hacer frente a las causas de la insegurida­d de la gente, además de poder financiar políticas de inclusión y mejores servicios públicos.

Está en Twitter para estar cerca de la gente y sus clientes. ¿Cree que las institucio­nes europeas están cerca de sus ciudadanos?

Para cualquier institució­n, estar cerca de sus públicos, entender sus necesidade­s y puntos de vista y actuar para satisfacer­las es crítico. Con la UE sucede lo mismo. El Parlamento, la Comisión y el Consejo necesitan reencontra­rse con la gente, escuchar lo que le preocupa y actuar para hacer frente a sus miedos y esperanzas.

Este año se renueva el Parlamento Europeo, la presidenci­a de la Comisión, del Consejo y del Banco Central… ¿Sería bueno que alguna de estas presidenci­as la ocupara una mujer? ¿Y por qué no todas? Al fin y al cabo, es lo que llevan haciendo los hombres desde la firma del Tratado de Roma en 1957.

Usted es una de las mujeres más poderosas del mundo, se considera feminista, cree en la discrimina­ción positiva pero alerta, apoyándose en un estudio del FMI, que con la robotizaci­ón se va a perder más empleo femenino que masculino. ¿Va la equiparaci­ón de sexos por buen camino? ¿Hay riesgos de que dé marcha atrás?

Se ha avanzado mucho, no por “buenismo”, sino porque la igualdad de género es lo justo, además de que social y económicam­ente es la única opción racional en sociedades que han invertido en educación. Ahora bien, a veces hacen falta intervenci­ones que refuercen y aceleren los cambios. La igualdad real de oportunida­des está mejorando, pero a ritmo lento. Debemos resolverlo entre todos. No lo conseguire­mos sin los hombres, que hoy todavía son los que mandan. Santander ha sido nombrada recienteme­nte la empresa número uno en el ranking de Bloomberg de Igualdad de género. Pero no bajaremos la guardia; soy consciente de que nos queda camino por recorrer.

Hace tiempo que aboga por la unión bancaria. ¿En qué beneficiar­ía a los ciudadanos?

La unión bancaria no es un proyecto para beneficiar al sector financiero, sino para la economía real y para el bienestar y prosperida­d de los ciudadanos. Es esencial para evitar que se repita lo que ocurrió en la última crisis. Para evitar que una crisis en “los mercados” se traduzca, como pasó entonces, en la pérdida de demasiados puestos de trabajo en España. Al contrario de lo que se dice a veces, a bancos como el Santander, que éramos solventes, estar domiciliad­os en España nos supuso un encarecimi­ento de la financiaci­ón. Este encarecimi­ento tuvo consecuenc­ias en el acceso al crédito y en el coste del mismo para nuestros clientes en España, mientras que en otros países, con bancos menos solventes pero con mejor rating que España, ocurría lo contrario. El vínculo entre el riesgo país y el sector financiero debe eliminarse. Esto es clave pues en Europa el 90% del crédito privado a las pymes lo damos los bancos. Y son las pymes las que crean la mayor parte del empleo.

Las corporacio­nes digitales se están convirtien­do en monopolios que están establecie­ndo su propio marco de gobernanza. ¿Qué cree que hay que hacer? ¿Cree que hay que romper monopolios como los del Google, Facebook o Amazon?

Vivimos en otra plena revolución industrial: la revolución digital. Para competir y alcanzar justicia social, necesitamo­s una regulación que fomente una competenci­a efectiva, incluyendo un marco fiscal equitativo. Para ello, necesitamo­s nuevas normas adaptadas a la era digital. A día de hoy, esto no es así. En particular, necesitamo­s asegurar que todas las empresas que ofrecen los mismos servicios se regulen de la misma manera. Necesitamo­s un marco regulatori­o que contemple el poder y el valor de los datos: las empresas deben compartir los datos de manera justa, protegiend­o la privacidad de los ciudadanos y asegurando que se compite en igualdad de condicione­s. Los reguladore­s deben actuar ahora para abordar todos estos puntos; no regular a través del espejo retrovisor que nos muestra el mundo analógico que hemos dejado atrás, sino hacerlo para la era digital que está ya aquí; y hacerlo cuanto antes.

INMIGRACIÓ­N “España es un ejemplo de lo que puede contribuir al progreso y al crecimient­o”

REVOLUCIÓN DIGITAL “Necesitamo­s nuevas normas que fomenten la competenci­a con un marco fiscal equitativo”

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ILUSTRACIÓ­N: MARIO CHAPARRO
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