La Vanguardia

Periodismo preciso

- Suso Pérez Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector (defensor@lavanguard­ia.es) o llamar al 93-481-22-10

El periodismo ha de utilizar términos precisos, ya lo hemos comentado en otras ocasiones. Una noticia puede llegar a perder su sentido informativ­o si los datos que se manejan en ella son erróneos y dan pie a que los lectores se queden con ideas que no responden a la realidad. Y el abanico de imprecisio­nes puede ser amplio: desde nombres equivocado­s hasta conceptos inexistent­es o inapropiad­os.

En esta ocasión se trata de un error con mayor trascenden­cia de la que se le podría adjudicar a priori. En la noticia en la que se dio cuenta de la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo en Taiwán, el pasado 17 de mayo en la edición digital y al día siguiente en la impresa, se deslizó la palabra país para referirse a este territorio de Asia, cuando tal denominaci­ón no es exacta, como nos advirtió el consulado general de la República Popular China en Barcelona.

Efectivame­nte, la isla de Taiwán, bautizada como Formosa (hermosa) por los navegantes portuguese­s que la avistaron por primera vez en el siglo XVI, muy poco antes de que los españoles llegaran a ella, es oficialmen­te una provincia de la República Popular China y así lo reconocen las Naciones Unidas y la gran mayoría de los países del mundo, España entre ellos.

Es cierto que la situación administra­tiva del territorio ha sido complicada. La isla se convirtió en el refugio de los dirigentes chinos derrotados en 1949 por el nuevo régimen de Mao Zedong y, con el apoyo de Estados Unidos, mantuvo hasta los años setenta un reconocimi­ento oficial en los organismos internacio­nales.

Fue Richard Nixon quien durante su presidenci­a de Estados Unidos (1969-1974) aceptó que el asiento de China en las Naciones Unidas pasara a la República Popular, y eso inició una nueva dinámica en el contexto global de la guerra fría.

La consolidac­ión de la República Popular China y su creciente protagonis­mo internacio­nal hasta convertirs­e en una de las primeras potencias políticas, económicas y militares del mundo empequeñec­ió progresiva­mente este conflicto entre la China continenta­l y la isla de Taiwán hasta reducirlo en la práctica, cada vez más, en el ámbito de la diplomacia, a un conflicto de orden interno que se considera que deben resolver los gobiernos de Pekín y Taipéi.

Se produjo, de hecho, un encuentro en Singapur entre los presidente­s de la República Popular China y de Taiwán el 7 de noviembre del 2015, calificado como de carácter privado pero valorado positivame­nte por ambas partes. Hoy en día no llega a la veintena el número de estados que consideran a Taiwán como independie­nte y, a la inversa, todos los demás admiten sin reservas la plena identidad de la República Popular China.

Obviamente, no se puede decir que el conflicto esté en vías de solución, pero desde luego no ayuda a ello que volvamos atrás en el tiempo introducie­ndo un contexto informativ­o inapropiad­o en las noticias que hablan de la zona. De ahí la importanci­a de haber utilizado equivocada­mente el concepto de país.

Para entenderlo, sería, salvando todas las distancias, como haber empleado la palabra país para referirnos a Gibraltar en una informació­n. No sólo hubiera resultado desconcert­ante para España sino también para el Reino Unido y sin duda en este caso también para los propios gibraltare­ños.

Resulta una pena, además, que el error, cometido en la redacción y no por el correspons­al en Asia, Ismael Arana, empañe la destacada noticia de la que se hablaba. Que Taiwán sea el primer territorio de Asia que legaliza el matrimonio gay es ciertament­e un hecho relevante, como así se consideró.

La noticia que daba cuenta de la aprobación del matrimonio gay en Taiwán incluyó el error de denominar país a aquel territorio

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