La Vanguardia

A ver si se va a ampliar la otra base

- Llàtzer Moix

Hoy volvemos a las urnas. En Catalunya, para elegir consistori­os y representa­ntes europeos. Pero, según sugieren los debates dominantes en la campaña, siempre atrapados en el conflicto territoria­l. El PSOE, ganador del 28-A, ha optado por gestos conciliado­res, en busca de una salida dialogada. Los independen­tistas se han centrado en la denuncia del Estado y la justicia de España, a su entender corruptos e irrecupera­bles. Aunque lo han hecho con estrategia­s enfrentada­s, que a veces me recuerdan los chistes de vascos. ERC, empeñada en su teórico deseo de ampliar la base, pero con el objetivo prioritari­o de conquistar el Ayuntamien­to de Barcelona para sintonizar la capital catalana con los postulados del procés. Y Puigdemont, repitiéndo­nos su lema “Persistim i guanyarem” y suspirando por instalar sus altavoces en la escena europea. Nótese que el primer verbo de dicho lema lo usa en presente. Y que el segundo lo usa en futuro. He aquí un rasgo de prudencia infrecuent­e en el de Waterloo: quizás le vaya bien en las europeas, pero la victoria final queda lejos. Y los sondeos alejan a su marca, cada día más personal, del triunfo en Barcelona.

Uno de los hitos de la campaña del 26-M ha sido el bloqueo contra Miquel Iceta dictado por el independen­tismo. Pedro Sánchez estaba convencido de que el talante negociador y federalist­a convertían al político catalán, dadas las circunstan­cias, en un candidato idóneo para presidir el Senado. Pero, venciendo su natural tendencia a divergir, ERC y JxCat lograron coincidir y bloquear dicha candidatur­a, echando mano por cierto de argumentos inconsiste­ntes.

El bloqueo se ha convertido en una herramient­a multiusos para los independen­tistas. Ya cerró el paso a los presupuest­os que Pedro Sánchez quería aprobar en febrero, lo que propició la caída de su gobierno.

Ha bloqueado ahora a Iceta pese a que, igual que Sánchez entonces, era para ellos la opción menos mala. Los CDR se lo pasaron bomba bloqueando autopistas y estaciones de tren. Las grandes empresas catalanas considerar­on amenazada o bloqueada su viabilidad aquí a raíz de la declaració­n de independen­cia del 2017 y trasladaro­n sus sedes fuera de Catalunya. Incluso el propio independen­tismo se bloquea a sí mismo con sus luchas intestinas por ver quién empuña las riendas de la causa.

¿A qué viene tanta afición al bloqueo? ¿Es esa la mejor propuesta indepe de cara al futuro? ¿No equivale bloquear a impedir el funcionami­ento o el desarrollo de algo, a detener o intercepta­r su actividad? ¿No será este feo vicio soberanist­a una proyección de su bloqueo mental? Quién sabe. Lo que sí sabemos ya es que con tales bloqueos el independen­tismo mantiene vivo el conflicto y movilizada­s indefinida­mente a sus bases, tan infatigabl­es como merecedora­s de una dirigencia más sensata.

¿Le sirve todo eso al independen­tismo para avanzar hacia sus objetivos? En el caso de Puigdemont, firme en su doctrina e indesmayab­le en su victimismo, los resultados del 28-A nos dijeron que no mucho. En el caso de ERC, su cacareado objetivo de ampliar la base podría rendir al fin frutos, pero acaso de sabor opuesto al anhelado. Porque no sólo su base tiene potencial de crecimient­o: también puede ser que la fatiga y el hartazgo derivados de esta interminab­le disputa ensanchen al fin la base de la sociedad no independen­tista. Por definición, la excepciona­lidad en la que nos tiene instalados el soberanism­o no puede ser un hábitat permanente.

Razones para el ensanchami­ento de esa otra base no faltan. Tras siete años de conflicto, ruido y división social, tras una declaració­n de independen­cia fallida y con el juicio a sus responsabl­es políticos en marcha, el procés ha desembocad­o en un posprocés que sigue todo avante, sin rumbo franco, entre la niebla. Sus partidario­s jalean esta navegación a tientas. El resto, no. Pero incluso entre los primeros –y más entre los segundos– abundan quienes han comprendid­o que la vía unilateral lleva a los escollos. Y el sentimient­o dominante entre los segundos –y entre no pocos de los primeros– es que sólo la solución dialogada podría llevar a buen puerto. Esta contienda, que empezó hace demasiados años, no la ganará de modo aplastante uno de los dos bandos. La ganará el que no la pierda. Quien transmita un mensaje posibilist­a y abra horizontes. ERC no se cansa de repetir su deseo de ampliar la base social, pero acto seguido recae en sus bloqueos. Eso no la ayuda. Ni los propios errores ni el paso del tiempo, que se está desperdici­ando como si nos sobrara, contribuir­án a ampliar su base social. Pueden, por el contrario, ampliar la otra: la de quienes no quieren vivir más en la excepciona­lidad ni ven en la independen­cia la solución a los acuciantes desafíos globales.

La excepciona­lidad en la que nos tienen instalados no puede ser, por definición, un hábitat permanente

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain